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El hiperliderazgo de Oltra debilita la cantera de Compromís

La salida de la vicepresidenta deja a la coalición sin referente claro para afrontar la sucesión por falta de perfiles conocidos

M. Hortelano

Valencia

Viernes, 24 de junio 2022, 00:52

Durante años, decir Compromís era hablar de Mónica Oltra, la líder e imagen única de la coalición electoral que se reedita entre Iniciativa, Més (el antiguo Bloc) y Els Verds cada vez que las urnas se ponen en los colegios. A la ya exvicepresidenta ... hay que reconocerle el papel de haber puesto a la marca naranja en lo más alto de la política valenciana casi desde cero, con una perspicaz manera de comunicar y una vehemencia poco conocida hasta su aterrizaje en Les Corts. A Oltra, Compromís se lo debe casi todo. Pero precisamente esa manera de haber construido un hiperliderazgo en torno a su figura ha dejado a la coalición sumida en una crisis de liderazgo, una vez apartada del Consell, del Parlamento valenciano y del futuro cartel electoral. La formación afronta una travesía por el desierto para tratar de recomponerse tras el golpe, con el hándicap de que en la cantera hay poco de dónde echar mano para tratar de taponar la herida. No porque no haya cargos, sino porque los que hay son de una discreta segunda división mediática respecto a la figura de su exlíder. De hecho, según la última encuesta de Sigma Dos para LAS PROVINCIAS, el pasado mes de mayo, un 83,7% de los valencianos testados conocía a la entonces vicepresidenta. Una tasa altísima, sólo por detrás del grado de conocimiento del presidente de la Generalitat, Ximo Puig. Un hándicap para cualquiera que viniera detrás, ya que ni siquiera los consellers que han acompañado a Oltra en el Botánico han gozado de buenos niveles de popularidad, a pesar de que algunos han formado parte del Consell desde el inicio o lo han hecho hasta hace semanas.

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Pero, en apenas un mes, la coalición ha perdido a sus dos consellers más conocidos y los de mayor peso político: Oltra y el exresponsable de Educación, Vicent Marzà. En ambos casos, se ha evidenciado la dificultad para cubrir las vacantes con nombres más allá de los previsibles. En el caso de Educación, con la número dos, Raquel Tamarit, exalcaldesa de Sueca. Y en el caso de Oltra, con la portavoz de Iniciativa y actual portavoz adjunta del grupo parlamentario en Les Corts, Aitana Mas. El resto de cargos, la titular de Agricultura, Mireia Mollà, y el de Economía, Rafael Climent, tampoco son especialmente conocidos por la opinión pública, aunque en el caso del titular de la cartera empresarial, lleva desde el primer día en el Consell.

Lo que le sucede a Compromís no es ninguna novedad, sino uno de los efectos colaterales de la política contemporánea. El resto de formaciones políticas actuales también sufren ese síndrome, a juzgar por el devenir de la actualidad. Uno de los primeros casos fue el del exvicepresidente del Gobierno y exlíder de Podemos, Pablo Iglesias. Un hiperliderazgo de manual en el que la marca quedó intrínsecamente asociada a su candidato y fluctuó con sus subidas y bajadas. El mejor ejemplo lo supuso la elección del rostro de Iglesias como marca electoral para la primera papeleta de Podemos, en su día. O la manera de ejercer el liderazgo de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, basado en una imagen personalista, con un pequeño núcleo duro. Y es que los líderes han comenzado a eclipsar a las siglas en un giro personalista del poder. Algo que se ha visto también en menor medida con el jefe del Consell Ximo Puig, que cada día exhibe su vertiente más presidencialista en lugar de las siglas de su formación, que han quedado muy tocadas tras las distintas elecciones autonómicas en las que ha ido cediendo territorios. O el propio alcalde de Valencia, Joan Ribó, cuyo liderazgo no encuentra reemplazo claro para su propia sucesión.

En el caso de Oltra, el contratiempo de su imputación y su consiguiente dimisión ha pillado a Compromís sin demasiadas balas en la recámara a un año vista de las elecciones autonómicas en la Comunitat. En la coalición ya se habla de impulsar al diputado nacional, Joan Baldoví, no porque sea el mejor candidato, reconocen, sino porque a base de subir a la tribuna y pisar los platós de las teles nacionales, sino porque es el único conocido. El tiempo de los liderazgos corales parece estar superado, en detrimento de las figuras personales. Pero en caso de contratiempo, como el que ahora ha vivido la hasta ahora número dos del Gobierno valenciano y líder de Compromís, la caída del que sostiene el peso de la marca puede acabar por suponer un ocaso con difícil salida.

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