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Carmen Montón, en su toma de posesión como ministra, el pasado año. EFE

Las idas y venidas de Carmen Montón con las farmacias

La exconsellera socialista cambió de política al pasar de la cartera autonómica de Sanidad al ministerio

M. HORTELANO

VALENCIA.

Sábado, 27 de julio 2019

«Nos tienen a su lado». Estas cinco palabras las pronunció hace ahora un año la entonces ministra de Sanidad, Carmen Montón, en su primera toma de contacto con los farmacéuticos. En aquel momento, no sabía la literalidad que iban a suponer sus declaraciones a raíz de su colaboración con la Fundación Fundamed, un conocido lobby de los laboratorios farmacéuticos con el que ha llevado a cabo varias colaboraciones en los últimos meses.

La también exconsellera de Sanidad Universal solicitó al Ministerio de Política Territorial y Función Pública la compatibilidad para poder comenzar a colaborar con Fundamed, a la que recibió respuesta positiva el pasado 2 de julio. La oficina de conflicto de intereses, que da luz verde a la reinserción de los cargos públicos en la vida privada, así lo explicitó en un informe que remitió días después al Congreso de los diputados. Y ahí oficializó su relación con uno de los principales lobbies de la industria farmacéutica, con el que ya ha colaborado en un par de ocasiones a través de su división femenina de 'Mujeres de la Sanidad'. Pero hasta llegar a esa buena relación con la industria, la en su día conocida como 'consellera roja' por su aversión a la privatización de cualquier servicio público, ha vivido etapas con distinto grado de tensión o cercanía al sector. Su marcado perfil político como titular de la cartera sanitaria fue una de las grandes críticas entre profesionales y usuarios de la sanidad valenciana. No pocos vieron en el suyo un trabajo alejado de la gestión sanitaria y con profunda carga ideológica.

Los medios asociados a la fundación con la que colabora glosaron la figura de la exministra y su buen talante con el sector tras un periodo de guerra con las boticas

En su relación con el sector farmacéutico, la etapa más dulce llegó en 2017, con la puesta al día en la deuda que la Generalitat tenía con las farmacias y que había llegado ya a denominarse «deuda histórica». Pero la paz duró poco en Micer Mascó, sede de Sanidad. En 2018, todavía con traje de consellera, Montón articuló junto con la entonces directora general de Farmacia, Patricia Lacruz, y sin la participación del sector privado, de un novedoso sistema de atención farmacéutica para residencias de mayores, tanto públicas como privadas, que iba a suponer un ahorro millonario para las arcas públicas. A través de las unidosis y de las farmacias hospitalarias, todos los residentes de los centros iban a seguir su tratamiento de manera personalizada al margen de las boticas. Los medicamentos serían adquiridos y preparados en un único espacio donde se centralizaría todo su proceso. Desde la compra, la preparación y la distribución hasta su suministro al paciente. El plan duró menos de lo que los cargos tardaron en aprenderse su complicado nombre ( Resi-Equifar). El Colegio de Farmacéuticos de Valencia recurrió la norma y el Tribunal Central Administrativo de Recursos Contractuales acabó dándoles la razón, ya que infringía la normativa de medicamentos, aunque finalmente dio luz verde al plan.

Los desencuentros con el Colegio fueron constantes y su presidente, Jaime Giner, se erigió en uno de los principales opositores a la consellera de Sanidad, a la que acusaron de traicionar al sector. De hecho, las boticas llegaron incluso a plantear un cese de la colaboración con el departamento que dirigía Montón, incluido en el sistema de compensación de copagos. Sanidad permanecía impasible con su plan, sin ni siquiera barajar las alternativas que proponían los representantes del sector. Una «locura» para el sector, que se sumaba a otros desencuentros a lo largo de su etapa como gestora con otros colectivos como las concesionarias que gestionaban los hospitales públicos de Alzira o Dénia o, incluso con el IVO (Instituto Valenciano de Oncología) para el que impulsó un cambio de modelo. La intervención de Presidencia de la Generalitat llegó en no pocas ocasiones para tratar de calmar las aguas en una conselleria que venía revuelta.

Y en esas llegó la llamada del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que llevó a la consellera hasta el Ministerio de Sanidad y Políticas Sociales. En esos 97 días al frente de las políticas sanitarias, su relación con las farmacéuticas cambió de plano. Mientras, en la Comunitat, la nueva consellera, Ana Barceló, fulminaba su plan para las farmacias.

Hasta Madrid se llevó a todo el equipo que la había acompañado durante sus tres años en la Conselleria de Sanidad. Y en ese momento, las publicaciones de Wecare-u comunicación, empresa matriz que integra la fundación Fudamed con la que colabora la exministra, comenzaron la metamorfosis. Portadas en las que se destacan «las buenas sensaciones» que Montón despierta en un sector al que meses antes había tenido en contra, titulares de columnas en los que se detalla que «Montón razona un montón». Incluso una entrevista con el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Valencia en el que el titular es favorable.

Pero con su dimisión por la polémica con la obtención de su master, las publicaciones siguieron difundiendo su asistencia y colaboración con actos. Con su salida se produjo también la de todo su equipo. No así la de la directora general Farmacia, que ya venía de Valencia y con la que se ha dejado ver en las colaboraciones con Fundamed.

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