La inestabilidad preside el arranque del curso político. Una circunstancia que deriva de la ausencia de una mayoría consolidada y permanente en las Cortes. Pedro ... Sánchez logró la investidura con la Ley de Amnistía y ahora ha logrado la de Salvador Illa con el anuncio de un concierto fiscal o cupo -la denominación ha dejado ya de ser importante- para las finanzas catalanas. El proyecto supuestamente permitirá a este territorio gestionar la recaudación de los impuestos y luego pagar al Estado por unos servicios. Ahora, las autonomías lo aportan al Estado y es este el que hace el reparto de acuerdo a determinados parámetros como, por ejemplo, la población y su dispersión. Pero el acuerdo tiene una víctima colateral, Junts, que vive en constante enfrentamiento con ERC. Los votos del partido de Puigdemont resultan imprescindibles para hacer avanzar la legislatura. ¿Un bloqueo en el Congreso puede adelantar elecciones? Pues es una vía que no se puede descartar. La situación es parecida en la Comunitat, aunque las piezas del tablero no son tan difíciles de encajar. El PP, tras un año de binomio con Vox, empieza el curso en solitario. Un Consell cien por cien PP, pero que deja a los populares sin mayoría absoluta en Les Corts. Su primera etapa les permitió impulsar cinco grandes leyes -entre ellas la de libertad educativa y la polémica de Concordia- pero ahora quizá se frene esa actividad legislativa. Mazón tendrá que llega a acuerdos con sus antiguos socios y/o con la oposición. El futuro no se asemeja a un mar en calma de principios de junio. No es la idea, pero las circunstancias no permiten garantizar, tampoco en la Comunitat, que se termine la legislatura.
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El argumentario del PP figura ya en las agendas de los principales dirigentes. Temas capitales: la infrafinanciación y el trato privilegiado a Cataluña, las políticas de inmigración, la demanda de infraestructuras y el agua, asunto este que concita ahora menos protagonismo. La última entrada en el programa popular ha sido el manido concepto dels països catalans que tan inesperados como satisfactorios éxitos le ha traído al PP con la quema de la bandera de su líder por parte de Arrán. En esta estrategia, Mazón debería darle las gracias a las juventudes de la CUP. El presidente explotará ese discurso sin descanso ahora que los otros actores con semejante interés (Vox y Cs) han desaparecido. Quizá deban colocar algún tema nuevo en agenda durante los próximos meses.
Los partidos en el poder no suelen tener tensiones internas o estas rara vez afloran. En el caso de los populares se cumple esa máxima. El único 'inconveniente' es Francisco Camps y ver qué encaje puede ofrecerle este nuevo PP. El curso comienza con cambios en Les Corts. El nuevo síndic, Juan Francisco Pérez, es un perfil diferente al frente de la portavocía. Un político capaz de llegar a acuerdos con cualquier fuerza política, sin reparos. Suya fue la exitosa estrategia que terminó con la Diputación de Valencia en manos del PP. Los populares todavía tendrán a Vox como socio prioritario, al menos, por ideología. Pero en esta nueva etapa, el primer curso en el que Vox ha desaparecido de las instituciones, resulta un terreno propicio para pactos con el PSPV y con Compromís. Con los nacionalistas se antoja más sencillo el acuerdo, en especial, en aquellos puntos capitales del interés valenciano como la financiación. Una pinza contra Sánchez que beneficia a ambas formaciones.
El semestre se presenta como un periodo clave para Vox para analizar la evolución del partido de derecha radical tras su salida de los Gobiernos autonómicos. Hubo días de convulsión interna -la exconsellera Elisa Núñez anunció que abandonaba el partido- y también de polémica ante la posición de Llanos Massó, presidenta de Las Corts, de aferrarse al cargo, una responsabilidad que es consecuencia inseparable del acuerdo de Gobierno con los populares. Una vez alejados de la gestión, Vox volverá a jugar a la contra donde, por otra parte, siempre le ha ido bien. Se trata de un partido diseñado para moverse más fuera que dentro del tablero. Es allí donde su radicalidad no topa con el pragmatismo. La ruptura con el PP se produjo porque los dirigentes temían perder espacio por su derecha, con figuras indescifrables como la del eurodiputado Alvise Pérez, sumido en la ola del embuste. Pero ahora corre también el riesgo de que el PP trate de arrebatarle ese perfil más moderado.
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El síndic y presidente de Vox Valencia, José María Llanos, tratará de incomodar al PP tras este regreso. Pero deberá medir con precisión las batallas y su desenlace. Tampoco su votante puede comprobar que día tras día se opone al PP y vota con Compromís y PSPV, por citar una situación atípica. Eso puede valer en un momento dado, pero no toda la legislatura. Como suele ocurrir en el partido, las decisiones se deciden siempre lejos de Valencia. El otro foco de tensión, sin duda, se sitúa en el Ayuntamiento de Valencia. La convivencia con el PP no se puede encuadrar como pacífica. Existe tensión. Y también cierta decepción de los populares por la falta de apoyo en determinados proyectos –en algún momento también por las formas– del líder Juanma Badenas.
El PSPV afronta un curso ciertamente complicado. Las dificultades de Diana Morant para compaginar su discurso como ministra de Ciencia y secretaria general del PSPV se han hecho más evidentes en las últimas semanas. La defensa, prácticamente en solitario, del plan fiscal para Cataluña le sitúa en una posición distante de los intereses valencianos. La oposición manifiesta de otros barones socialistas muestran la fractura que se ha producido en la organización. A día de hoy, resulta complicado conocer el discurso de Diana Morant en clave valenciana. Eso si realmente dispone de uno más allá del argumentario proporcionado por Moncloa. Incluso la estrategia socialista va a estar condicionada por Madrid. De lo que se resuelva allí -Presupuestos y financiación- se plantearán las iniciativas aquí.
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Las tensiones internas también amenazan la estabilidad de la formación. Carlos Fernández Bielsa se encarga de articular una oposición interna, de momento amable, ante la líder. No obstante, esta vía de agua se ha controlado en las últimas semanas y ambos se esfuerzan por reconducir la situación. En cambio, la tensión se trasladará a Valencia. La salida de Sandra Gómez dejó un hueco que ha ocupado Borja Sanjuán pero que a medio plazo ambiciona Pilar Bernabé, delegada del Gobierno. El grupo conocido como Los Pelayos por la ubicación de la sede socialista, con José Muñoz a la cabeza, animará la contienda. Ens Uneix, el partido de Jorge Rodríguez, se ha convertido en un saboteador de todo lo que huele al PSPV y, de momento, con éxito. Una vez que Vox no está ya en el Gobierno, quizá la posición de no pactar con el PP algunos asuntos de importancia, como órganos estatutarios, se haga imposible de defender.
Compromís arrastra un problema desde hace algo más de dos años al que no ha sido capaz de poner solución. O quizá no la tenga. El forzado abandono de Mónica Oltra por las consecuencias judiciales derivadas de la gestión de la denuncia de abusos sexuales a su marido –cumple condena de cinco años en Picassent– ha dejado a la coalición desnortada. La pérdida de las elecciones, sin duda, acentuó la deriva en un momento de indefinición de los naranjas. Joan Baldoví se situó al frente del partido por deseo y/o necesidad. Pero su dilatada trayectoria distorsiona un poco el mensaje que trasladaba Compromís con Oltra, su sucesora en la conselleria Aitana Mas, el exsindic Fran Ferri o incluso Vicent Marzà, ahora eurodiputado que nunca quiso, al menos de manera firme, ponerse al frente.
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La información que llega sobre las encuestas no ofrece un horizonte de optimismo. Más bien todo lo contrario. Dentro de la coalición las aguas bajan revueltas. Iniciativa, el partido de Oltra, reprocha a Mes Compromís, el antiguo Bloc, que haya copado los puestos de poder. Además, en octubre Mes celebra su congreso con las opciones de un perfil más soberanista o la posición ya desacomplejada de ampliar su ventana ideológica para captar voto próximo a Podemos. También el cónclave permitirá intuir una nueva estructura para el futuro de la coalición. Las relaciones con el PSPV, por otra parte, tampoco atraviesan un momento plácido y menos tras la moción de censura en Sueca que tumbó al alcalde socialista. El papel que pueda jugar Compromís en el Congreso con la financiación y la posibilidad de un fondo de nivelación para la Comunitat puede impulsar su valor como formación valencianista. Pero el riesgo de ser mera comparsa en Sumar también es una amenaza.
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