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Diluvia en Valencia y en casi toda España. Y algunos se preguntan ya si dejará de llover en algún momento. La tormenta política sobre el ... Palau de la Generalitat, y muy en concreto sobre el president de la Generalitat Carlos Mazón, está lejos de escampar. Está por ver que llegue a hacerlo en algún momento. Pero el acuerdo presupuestario con Vox que se hizo público este lunes ha cambiado el escenario. «Algo ha amainado», se comenta. Como mínimo, ese debate que desde hace más de cuatro meses viene resultando imposible de cerrar respecto al 29 de octubre y la agenda de esa jornada del jefe del Consell ha dejado paso, quizá sólo durante unas horas, a la discusión sobre la aceptación de las exigencias de Vox para apoyar los presupuestos de la Generalitat para 2025. ¿Es una victoria? Resulta discutible contestar de forma afirmativa. Pero al menos ha permitido cambiar el guion.
Este lunes, Mazón, la vicepresidenta Susana Camarero, la titular de Hacienda Ruth Merino y el síndic de los populares en Les Corts, Juanfran Pérez Llorca, anunciaban un acuerdo con la formación de Santiago Abascal para aprobar los presupuestos de la Generalitat de 2025. El propio líder de Vox se apresuraba poco después a bendecir el acuerdo, igual que la calle Génova, quien sabe si por aquello de hacer de la necesidad virtud, o para no reconocer públicamente que Mazón, como en 2023, había ido por libre.
La dirección nacional del PP ha asumido el acuerdo, aunque en función del interlocutor que se elija ese pacto altera más o menos la situación del dirigente valenciano, zarandeado política, judicial y socialmente por la gestión política de la dana. Dirigentes nacionales del PP creen que el acuerdo 'blinda' al dirigente valenciano, y otros creen en cambio que la situación es esencialmente la misma, sólo que además con Vox como única garantía de supervivencia política.
El Palau de la Generalitat, en cambio, hace una lectura mucho más positiva. Las fuentes consultadas por este diario sostienen que el acuerdo con la formación de Abascal refuerza a Mazón, porque le garantiza una estabilidad parlamentaria que hasta el momento no estaba amarrada. Una estabilidad que se traducirá, como primera certeza, en la aprobación de los presupuestos para 2025. Pero que se entiende extendida al respaldo al jefe del Consell, como mínimo, durante la vigencia de esas cuentas, hasta la finalización del actual ejercicio presupuestario.
De hecho, fuentes populares consideran que el pacto con Vox es una suerte de reedición 2.0 del acuerdo de investidura alcanzado tras las elecciones autonómicas de 2023, sólo que sin la formalización de un Gobierno de coalición. El PP valenciano acepta los principios políticos de Vox y les da entrada en los presupuestos de la Generalitat, y la formación de Abascal se compromete a dar su apoyo a esas cuentas.
Con el acuerdo con Vox, el Palau gana cierto margen de maniobra. Con independencia de la evolución judicial de la causa, con especial énfasis en las declaraciones el 11 de abril de la exconsellera Salomé Pradas y del que fuera su número dos, Emilio Argüeso, el jefe del Consell desactiva buena parte de la estrategia de la oposición, dividida entre la presentación de una moción de censura, como defiende Compromís, y la exigencia de elecciones anticipadas, como reclama la líder del PSPV Diana Morant. Frente a cualquiera de esas dos reclamaciones, Mazón dispone ahora de la plasmación de un acuerdo político que le garantiza estabilidad parlamentaria y el apoyo de 53 diputados (la mayoría absoluta está en 50 escaños). Una situación muy parecida a la del principio de legislatura, hace ya casi dos años.
La estabilidad parlamentaria es importante. Pero sacar adelante los presupuestos de la reconstrucción aún más. Mazón llevaba semanas empeñado en conseguir esa bola extra que supone poder aprobar unos presupuestos en una situación política tan delicada como la actual. Tanto porque supone con diferencia la mejor noticia de los últimos meses, como porque permite impulsar la reconstrucción de las comarcas arrasadas por la dana. La semana pasada, el Consell aprobaba el crédito presupuestario vía endeudamiento de 2.364 millones de euros. La vicepresidenta Camarero ya dijo entonces que la reconstrucción se llevaría a cabo hubiera o no presupuestos. Los habrá, si no salta una sorpresa de última hora.
Mazón gana tiempo, y a la vista de sus más estrechos colaboradores mejora su posición política, en una situación límite desde hace varias semanas. Génova, al menos en público, parece bendecir el acuerdo. Y el foco político, al menos unos días, deja el 29 de octubre y se desplaza hasta las exigencias de Vox aceptadas por el presidente valenciano.
La incógnita ahora, a la vista de la letra pequeña del acuerdo con el partido de Abascal, pone el foco en la traslación de ese acuerdo a los números del presupuesto. Vox exige «participar directamente con la Generalidad en el plan de distribución de recursos para la reconstrucción». Y si no es eso, algo muy parecido vendría a ser la explicitación de las funciones encomendadas al vicepresidente segundo del Consell, Gan Pampols, gran ausencia de esa comparecencia de Mazón del lunes para anunciar su acuerdo con Vox.
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