Es una verdad incontestable. Los ricos tienen mucho o muchísimo dinero. La pobreza, en cambio, no distingue. La pobreza ha entrado en la casa del ... socialismo valenciano. Y además sin esperarlo. Porque hasta el 28 de mayo, el PSPV vivía en la opulencia. Gobernaba la Generalitat, la Diputación de Valencia, mantenía un pacto de Gobierno con Compromís en Valencia y su poder institucional era superlativo. Las encuestas, decía el coro que acompañaba a Ximo Puig, se equivocaban, o estaban cocinadas o eran una invención de los medios de la derecha –ese 90% del que habla ahora Pedro Sánchez-.

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La pobreza ha dejado a Ximo Puig sin presidencia del Consell, obligado a resituarse como senador territorial. Apenas le ha dado tiempo para colocar a Gabriela Bravo como vicepresidenta de Les Corts. La única victoria que ha podido conseguir el exalcalde de Morella –derrotado también en su pueblo- ha sido propiciar el batacazo de Carlos Fernández Bielsa. El alcalde de Mislata le desafió con su lista de diputados al Congreso y al Senado, y logró que la dirección federal le diera su apoyo frente al secretario general. Puig se lo apuntó. Y contestó situando a Rebeca Torró como síndica de los socialistas valencianos en Les Corts. Poner a Torró al frente del grupo socialista de Les Corts era una provocación a Ens Uneix. Una línea roja. Y Jorge Rodríguez, el alcalde de Ontinyent, entendió el mensaje. Bielsa no manda todavía en el PSPV, y es posible que como consecuencia de la maniobra de Puig, no llegue a hacerlo nunca. Como poco, el alcalde de Mislata pierde la ventaja que podía tener en el caso de alcanzar la presidencia de la corporación provincial. No será más que nadie, porque no será el único al mando de una gran institución como la Diputación.

Hasta ahora, Bielsa y el líder provincial de Alicante, Alejandro Soler, mantenían cierta ventaja en una carrera que, formalmente no ha empezado, pero que medio partido anda preparando -porque el otro medio ya lo hizo antes-. Se viene el enésimo pulso por el poder en un partido que lo ha tenido todo y lo ha acabado perdiendo todo. El veto a Bielsa, que lo es al PSPV, deja al grupo provincial de los socialistas valencianos obligado a decidir si permite un gobierno de los populares o si, por el contrario, apoya a Natalia Enguix, la diputada provincial del partido que le acaba de hacer un roto al hasta ahora imbatible Bielsa. Elegir entre mal y peor.

La operación en la Diputación de Valencia extiende la pobreza a todo el PSPV. Ya no va a haber un presidente de la Diputación, por un lado, y el resto de aspirantes a la secretaría general por el otro. Todos pobres, todos sin nada, y el horizonte congresual de después del verano a la espera. El reparto de las miserias a las puertas de una travesía del desierto. Bielsa y el PSPV provincial tratarán, con toda seguridad, de darle la vuelta a la situación actual. Hablarán con Rodríguez, intentarán convencerle, nuevas ofertas... El problema, en realidad, es que la zancadilla al alcalde de Mislata se la ha puesto su propio partido. De hecho, lo ha hecho el mismo al que él desafió con sus candidaturas para las Cortes Generales, cerrándole la puerta a Alfred Boix, aireando la debilidad de Puig a los cuatro vientos. Estará débil, y seguramente de salida. Pero al líder socialista le quedaba una carta. Y la ha jugado.

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