Fin a las especulaciones. Carlos Mazón ya tiene Consell y una lista casi igual de larga de agraviados, lo esperable. Un gabinete repleto de gestos y guiños, y en el que la huella de lo que en su día se llamó el zaplanismo, esa corriente ... del PP valenciano construida alrededor del liderazgo de Eduardo Zaplana, tiene un peso propio.
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En realidad, el zaplanismo es desde ya mazonismo, porque del expresidente y exministro no queda más que un horizonte judicial delicado, y porque Carlos Mazón, con unos resultados electorales el 28 de mayo que le han dado un poder absoluto en su partido, se ha convertido ya en referente principal del PP valenciano.
Mazón ha compuesto un Consell en el que las personas que ocuparon cargos políticos relevantes en la etapa de Zaplana tienen una presencia destacada. José Antonio Rovira, Marciano Gómez, Susana Camarero o el propio jefe del Consell. De hecho, no consta presencia en el Ejecutiva valenciano de otras sensibilidades del PP valenciano que no sean las que en la etapa del expresidente gozaron de visibilidad. ¿Eso es malo? No tiene por qué. Cualquiera de los cuatro nombres cuenta con trayectoria acreditada, capacidad de gestión y un nombre hecho en sus departamentos. Rovira, en concreto, cuenta con un enorme reconocimiento por su anterior trayectoria en la conselleria, por su honestidad y por su capacidad de trabajo.
El presidente del Consell no tiene tiempo para experimentos. Y por eso ha echado mano, como poco en algunas de sus principales carteras, de currículums contrastados. Sanidad y Educación son, por volumen presupuestario, las dos consellerias de más dimensión. Y el puesto de Susana Camarero se antoja determinante para la gestión del día a día de la gestión del Consell, además de ocuparse de un área de tanta sensibilidad –en un Consell con la presencia de Vox- como son las políticas vinculadas a la Mujer y los Servicios Sociales-.
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Mazón ha hecho ese guiño hacia quienes ya ocuparon puestos relevantes cuando él ocupó puestos en la administración autonómica, antes de ser nombrado gerente de la Cámara de Alicante.
También ha hecho otro guiño destacado a la presencia de mujeres. Y no como ese aderezo que algunos presidentes hacen para cumplir con la ley de paridad. Camarero y la nueva responsable de Hacienda, Economía y Administración Pública, Ruth Merino, ocupan áreas de máxima responsabilidad. La exsíndica de Ciudadanos –lo era hasta hace sólo unos meses- asume el control de la caja, o mejor dicho, de las telarañas de la caja -160 millones de euros-. Y además, Economía. Y además, la relación con los empleados públicos. Y para acabarlo de arreglar, la portavocía del Consell.
Merino va a ser la imagen del nuevo Ejecutivo. Perfil liberal puro, que no es casualidad, otra vez, en un Gobierno de coalición con Vox. La portavoz del Ejecutivo se sitúa casi en las antípodas de ese partido, dentro del centro derecha. A la nueva consellera las redes sociales ya le están recuperando todo lo que cargó contra el PP en su etapa al frente de la formación naranja. Es la portavoz, así que seguro que podrá explicarlo.
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Merino y Camarero son la pareja de baile en la que Mazón confía para sacar adelante la imagen y la gestión de su Gobierno. Serán las encargadas de gestionar los presupuestos –se viene un recorte importante de las cuentas en los próximos presupuestos- y de garantizar la coordinación y un único discurso de todos los departamentos. El riesgo, claro está, es acabar convirtiéndose en un gallinero como el último botánico. Impedirlo es el principal cometido de Camarero.
Salvo Nuria Montes al frente de e Innovación, Industria, Comercio y Turismo, se trata de un Ejecutivo al que, una vez más, no ha resultado atractivo para quienes trabajan en el sector privado. Los sueldos son los que son, y la exposición pública, también.
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¿Y Vox? Decía un fino analista que de los tres consellers designados por la formación de Santiago Abascal, sobran dos. El que no sobra, a los ojos de la mayoría, es el nuevo titular de Agricultura, José Luis Aguirre. De él dicen que es el primer conseller del ramo que sabe de Agricultura desde la época de Luis Font de Mora. Y eso son palabras mayores. Conoce el campo, tiene buen tono, se llevará bien con las organizaciones agrarias… una garantía de éxito, se asegura.
Vicente Barrera no es una sorpresa, porque fue el primer nombre en darse a conocer. En todo caso, la novedad pasa por el anuncio que ha hecho Carlos Mazón en su comparecencia de este miércoles. Las competencias sobre Patrimonio también recaerán en la conselleria de Cultura que dirigirá el matador de toros, en contra de lo que se había asegurado inicialmente.
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La sorpresa, la titular de Justicia, Elisa Núñez, desconocida para el gran público, pero con la gran responsabilidad de asumir las competencias en el área de Interior y Emergencias. Salomé Pradas tendrá una buena conselleria, defenderá el agua, hará infraestructuras, pero… no tiene dinero. No es un hándicap, es lo que hay.
Y guiño a Alicante, sede con Valencia de la conselleria de Innovación y lugar en el que se celebrará este viernes el primer pleno del nuevo Gobierno. El Botánico se pasó dos legislaturas de espaldas a Alicante, y cuando vino a darse cuenta ya era tarde. El Consell de Mazón empieza desde Alicante para no cometer el mismo error, cuenta con un presidente alicantino, tiene equilibrio territorial y es paritario. Ahora falta medir la capacidad para coordinarse, cómo se gestiona sin recursos financieros y qué tipo de actitud le obliga a hacer el resultado del 23-J.
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