![Un rey sin corona](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/06/28/181733247--1200x840.jpg)
![Un rey sin corona](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/06/28/181733247--1200x840.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Un partido de gobierno, que no gobierna, está en crisis. No hay más. Le pasa ahora al socialismo valenciano igual que le ha pasado dos legislaturas al PPCV. Formaciones políticas que han ocupado la presidencia de la Generalitat, que representan los intereses (legítimos, por supuesto) ... de miles de militantes y simpatizantes. Cuando se ganan unas elecciones, se acaba la crisis. Pero cuando se pierde...
Y el PSPV las acaba de perder. Sí, con un resultado aceptable, con más votos y más escaños. Pero derrota al fin y al cabo. Y eso significa entrar en crisis. Y también empezar a cuesationar lo que hasta hace poco más de un mes resultaba incuestionable. Porque hasta hace un mes -se cumple este miércoles del 28-M- las decisiones, las opiniones y los silencios de Ximo Puig eran verdad absoluta. Y no había más. ¿Que el líder del PSPV decidía no acudir a un debate? Pues se construía una explicación para justificarlo -un líder socialista rechazando un debate, en fin-. ¿Que un socio de Gobierno cargaba en público contras los principales empresarios de la Comunitat? Pues se miraba para otro lado y problema resuelto. ¿Que forzar la dimisión de la líder del otro socio de coalición pudiera hacer peligrar la mayoría parlamentaria? Pues da igual porque «la gestión es buena y ganaremos con nuestra gestión». Y la gestión no dio para tanto.
En psicología se determinan cinco fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Puig aterrizó este pasado lunes en la nueva realidad del PSPV, la que hace no solo que se hayan perdido las elecciones, sino la que también reduce su margen de actuación. Y lo que es peor para él, su autoridad. Muchas de las voces que hasta ahora guardaban silencio con decisiones aparentemente inexplicables, ahora, simplemente, han dejado de callar.
De manera que situaciones como la generada con el nombramiento de Gabriela Bravo como vicepresidenta segunda de la Mesa de Les Corts, que en otras circunstancias habría sido recibida sin mayor recelo, se convierte ahora en causa de choque. Primero, por la derrota que el PP de Mazón infringió a los socialistas al ceder sus escaños a Compromís y frenar la entrada a la Mesa de Josefina Bueno. Segundo, porque la candidata socialista que sí que logró los apoyos necesarios es, precisamente, la pareja sentimental del jefe del Consell. Y tercero, porque Bravo es fiscal, y por tanto no puede militar en ninguna formación política. Así que no lo hace en el PSPV. Y esa circunstancia provoca ese chascarrillo que responde a una realidad incuestionable. El PSPV, como tal, no tiene presencia en la Mesa, porque no hay ningún militante socialista, con carné, en el máximo órgano de dirección de la Cámara autonómica.
De modo que lo que antes era aceptado o tolerado porque Puig era el todopoderoso president de la Generalitat, ahora comienza a ser cuestionado. Y el rey, como algunos cargos del partido conocen a Puig, se ve de repente sin corona. Y sin embargo, situando a su pareja en la Mesa de Les Corts -uno de los mejores sueldos de la institución- y queriendo seguir ejerciendo de diputado autonómico y además de senador por designación territorial. «Ya decía que defendía la economía familiar», admitió ayer con sorna un cargo socialista.
Puig quizá asumió el lunes su nueva realidad, la que hace que el grupo parlamentario caiga en el ridículo al perder una votación para la que no sólo no existían garantías de victoria, sino que tampoco se habían mantenido un mínimo canal de diálogo para conocer las intenciones. Que sí, que quedaba muy rotundo no acudir a la ronda de reuniones con Mazón para negociar la investidura. Pero que pensar que sin disponer ya de la mayoría absoluta se puede funcionar como si han se tuviera, provoca este tipo de patinazos.
Y luego están los asesores. Perder las elecciones reduce sí o sí el personal eventual del que se dispone cuando se gobierna. Cada grupo parlamentario dispone de cierto margen para decidir los asesores que contrata, entre otras razones porque puede decidir qué sueldo les paga. Más sueldo, menos asesores. Y viceversa. Tras perder la Generalitat, las peticiones para seguir percibiendo un sueldo como asesor se disparan. Los miembros de la Mesa disponen de dos. Con dos miembros en la Mesa, el PSPV habría podido contratar a cuatro. No será así. Es la otra factura del patinazo con la elección fallida de Bueno.
La hoja de ruta del PSPV de Puig hasta la fecha pasaba por tratar de hacerle la vida imposible a Mazón. Retrasar su investidura, votarle siempre en contra, nombrar un Gobierno en la sombra... jueguecitos sin trascendencia ni resultado. En el PSPV se abren paso ya las voces que reclaman parar y pensar. Un mes después de las elecciones, y los socialistas valencianos no han hecho un ápice de autocrítica seria. Como si el único criterio fuera que el rey siempre tiene razón. Y no es así. El ambiente amenaza con hacerse irrespirable en un partido que, en otra época, se acomodó por igual a las gestoras y a las derrotas electorales.
Con el 23-J como excusa, confiando aún en que Pedro Sánchez mantenga la Moncloa para tratar de evitar un congreso extraordinario. Como si Ferraz no hubiera dejado claro también que, tras el 28-M, se ha acabado una etapa. Y hacer las cosas igual no ayudará a superarla.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.