Ximo Puig y Pedro Sánchez. E.P.
Análisis

¿Y si Ximo no es ministro?

La dirección del PSPV construye un relato sobre el futuro del líder del partido que puede derrumbarse en semanas. Puig será ministro y eso le dará influencia. Salvo que eso no pase

JC. Ferriol Moya

Valencia

Miércoles, 9 de agosto 2023, 00:55

De todos los cuentos que existen y han existido –incluidos los de Gloria Fuertes- el de la lechera es el menos cuento de todos, porque pese a recibir ese nombre es más una fábula para niños que otra cosa. De tan conocido que es, resulta ... innecesario resumirlo. La idea, no obstante, viene a ser una apelación a la prudencia, a huir de los castillos en el aire y, en definitiva, a tener los pies en el suelo antes que dejar volar la imaginación. No parece mal consejo.

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El relato que viene construyendo la dirección del PSPV tras la inesperada (para ellos) derrota del 28 de mayo y la arrolladora pérdida de poder institucional –la Generalitat, las tres diputaciones y las principales capitales valencianas- hace referencia a que el secretario general del PSPV, y expresidente de la Generalitat, Ximo Puig, tiene muchas opciones de convertirse en ministro del próximo Gobierno de Pedro Sánchez.

Nótese que Sánchez está de vacaciones –en Marrakech hasta hace poco– y que la composición del Gobierno, con ser un proceso importante, será posterior al de la obligada negociación para conseguir los apoyos necesarios que el líder del PSOE requiere para ser investido de nuevo presidente. Por ahora, independentistas de ERC y Junts hacen sus deberes elevando el nivel de exigencias a cambio de su apoyo. Nada nuevo bajo el sol.

En todo caso, la dirección del socialismo valenciano descuenta esa negociación de investidura como positiva –por más interés que Núñez Feijóo esté poniendo en la suya– y ya ve a Puig de ministro y con una capacidad de influencia «indudable» ante Sánchez. Que se prepare Mazón, porque Puig desde el Gobierno central será implacable, el que corte el bacalao, vendría a ser el resumen.

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El relato de la dirección del PSPV se centra en que Puig será ministro y tendrá influencia en Madrid

Puig puede que sea ministro –como dijo una vez Leire Pajín, para eso lo único que hace falta es «que te nombren»–. E incluso es posible que su siempre reconocido perfil federalista le convierta en titular de la cartera responsable de las relaciones con las CCAA. Hasta puede que acabe jugando un papel determinante a la hora de engrasar el encaje de Cataluña y el País Vasco en España. Ya puestos, de su cartera dependería también la designación de los delegados del Gobierno, que en el caso de la Comunitat Valenciana constituye el único reducto de poder institucional de los socialistas valencianos.

Todo eso es posible, y a día de hoy… un relato sin ninguna certeza. Porque Pedro Sánchez podría nombrar ministro al líder del PSPV –que también es presidente del grupo socialista en Les Corts, y senador territorial–, o podría no hacerlo y dejarlo en evidencia, como cuando la dirección federal del PSOE decidió desautorizarlo y le modificó las listas al Congreso y al Senado atendiendo la petición de los dos barones provinciales, Carlos Fernández Bielsa y Alejandro Soler.

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Las expectativas de la dirección del PSPV respecto al futuro de su secretario general tienen mucho de patada adelante, de obviar el resultado de las tres últimas elecciones en la Comunitat –todas ellas ganadas por el PP de Carlos Mazón– y de construir una expectativa de influencia que, mientras tanto, tapone movimientos internos y críticas a un partido que, en el tiempo que dirigió la Generalitat, desapareció como organización política del resto de instituciones e incluso de su actividad ordinaria.

Lo cierto es que esa expectativa se puede ver alterada en cuestión de pocas semanas, las que tarde Sánchez en sacar adelante su investidura –si lo logra como parece probable– y proponer nuevo consejo de ministros. Si Puig no forma parte de éste, o si lo hace desde una cartera de peso relativo, como la de Ciencia e Innovación que ha ocupado en los últimos tiempos Diana Morant, todo ese pretendido discurso de la influencia reforzada caerá como castillo de naipes.

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Lo cierto es que el socialismo valenciano aún no ha buscado las razones de sus tres derrotas electorales

A la espera de lo que ocurra, y pese al mes de agosto, los contactos entre sectores y sensibilidades del PSPV continúan, aunque de forma discreta. El calendario dice que si Sánchez forma Gobierno, el congreso federal ordinario del PSOE se irá al último tercio de 2024 y que el del PSPV tendría lugar dos meses después, como dicen los estatutos.

Puig no ha dejado señales de que quiera abandonar la secretaria general del PSPV, aunque tampoco ha ratificado lo contrario. La acumulación de cargos en su persona y la designación de asesores ha levantado en armas a un partido que, tras el 28-M tiene a un buen número de dirigentes que han perdido las responsabilidades que han ocupado en las dos últimas legislaturas.

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El PSPV busca discurso, pero lo que ha ocurrido por ahora es que ha encontrado enemigos. Se ha enfrentado con Compromís –por el pacto de los nacionalistas con el PP para ocupar un puesto en la Mesa de Les Corts-, con el PP –Rebeca Torró llamó «ladrón» a Carlos Mazón- y hasta con Ens Uneix, el partido de Jorge Rodríguez al que ya identifican como el nuevo Rafael Blasco por darle la presidencia de la Diputación al PP.

El PSPV reparte culpas en el arranque de esta nueva legislatura, pero de momento ni construye nuevo discurso ni parece por la labor de renovar liderazgos. Y mientras tanto, especula con la consolidación de su líder en Madrid, como si con esa sola posibilidad pudiera solventarse su hoja de ruta a corto plazo.

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