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MaríaJesús Puchalt, exconcejal y exdiputada provincial del área de Cultura. DAMIÁN TORRES

María Jesús Puchalt: «Muchos días me quería morir, me refugié en la literatura para no volverme loca»

La exconcejal en el Ayuntamiento de Valencia y escritora lamenta que en la causa del pitufeo finalmente archivada se actuó «con mala fe» porque se alargó «innecesariamente» la instrucción judicial

Burguera .

Valencia

Sábado, 18 de diciembre 2021

María Jesús Puchalt fue concejal del PP en el Ayuntamiento de Valencia entre 1997 y 2019, Aunque en realidad, su vida política se truncó en ... 2016, con la pieza del pitufeo. Y su vida personal. Tuvo que reinventarse. Ha escrito novelas y cursó Filología Hispánica. Seis años después de esa reinvención forzosa llega la redención social con el archivo de una causa judicial que ha marcado su vida y la de decenas de sus compañeros, concejales y asesores señalados, apartados.

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-¿Cómo se enteró del archivo?

-El martes me había dejado el teléfono en casa. No me enteré en un principio. Me intentaron localizar todos como locos. Había comenzado con las clases que doy en un curso de escritura creativa en el Ateneo Mercantil, a las 10 de la mañana, y hasta las 14 horas pasadas no hubo forma de localizarme. Me había llamado mi hija. Me llamó Jacinto, mi pareja. También compañeros. Me enteré bastante tarde.

-¿De quién se acordó?

-De mi hija, la primera. De Jacinto, que me ha conocido en mis peores momentos. De mi ex, porque ha estado ahí. Y de Susana, mi agente literaria, porque ha seguido llevando mis libros, mis cosas, estando a mi lado. Sobre todo de esas cuatro personas. Y ya después me acordé de los amigos que me han cogido el teléfono o han seguido quedando conmigo.

-¿Y cómo se lo tomó?

-Me puse a llorar, pero no de alegría. Me pasaron por la cabeza los seis años. Cuando uno cree que se va a morir, dice la gente que pasan por delante de sus ojos escenas de su vida. Pues a mí me pasó por delante seis años, que son más de 2.100 días de mucho dolor. Hay compañeros absolutamente destrozados. Yo estoy destrozada. No es sólo por frustración o impotencia, que también, sino por la exposición pública a la que hemos sido sometidos, porque te sientes avergonzado y mal. Por el camino se han quedado muchas cosas: mi felicidad, mi dinamismo... Me he convertido en alguien más introvertido y he vivido con una amargura que trasladé a mi casa, a mi mundo. Aún no he salido de ahí. Necesito tiempo.

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-Para volver a ser como antes?

-No volveré a ser como antes, pero necesito recuperarme, se lo debo a mi familia y a mis amigos. En la vida pasan cosas, buenas y malas. Pero cuando te ves envuelta en situaciones en las que hay maldad, rabia, manipulación y todas esas cosas que van vinculadas a los juicios paralelos que hemos sufrido, es cuando te hundes, es la desesperación es absoluta.

-¿Qué pasó?

-No pasó nada que a mí me hiciese intuir que estaba pasando algo malo. En todas las campañas electorales que tuvimos y que tienen los partidos, a los cargos públicos se les pide una aportación. Es normal. Años atrás se me pidió que firmara una póliza de crédito. Así que me pareció normal aportar a una campaña electoral. A partir de ahí, que una persona saliese en unas grabaciones hablando con su hijo, si otros no quisieron poner dinero... tendrían sus motivos, pero en mi caso no creía hacer nada malo. Si alguien te pide dinero a nivel personal (porque no nos olvidemos que en todo caso hablamos de 1.000 euros), porque le hacen falta y es tu amigo o en este caso es tu partido, no tengo por qué pensar que si luego me lo devuelves, aunque a mí no me lo devolvieron, es un dinero ilícito. A mí nadie me devolvió el dinero. A otros supongo que sí, por lo que fuera, porque así lo han dicho. No niego la evidencia. Pero de ahí a pensar que se hacía algo malo con el dinero, hay mucha diferencia.

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-¿Cómo han transcurrido estos seis años?

-Todos los días me ha costado levantarme de la cama. Unas veces más y otras menos, pero siempre ha costado. Hay días en los que pensé que lo mejor era morirme, muchos días, y estoy convencida de que a otros compañeros les pasó igual. Lo he aguantado porque escribo, me refugié en la literatura y me matriculé en Filología Hispánica para nutrirme de otras cosas y darle tiempo al tiempo para no volverme loca. Acabé una novela, un libro de ensayo... pero hay gente que se ha hundido en la miseria, fue muy injusto.

-¿Por qué?

-Porque no habíamos hecho lo que se decía que habíamos hecho. Yo hice Derecho y en mi familia hay muchos juristas, y para mí la imputación es una garantía procesal. Así lo veo y así lo vi en un principio. Entiendo que nos dedicamos a una profesión complicada, que se nos mira con lupa. Lo entiendo. Lo que no entiendo son los juicios paralelos, que no puedas trabajar. La presunción de inocencia no puede ser cuestionada tan a la ligera y, sobre todo, todos tenemos derecho a que se actúe con agilidad en los juzgados. Seis años. No hay derecho a 2.100 días de horror.

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-No hay vuelta atrás.

-No se puede volver a la situación anterior, pero necesito normalidad. Hay gente que se ha columpiado mucho en este proceso. Me he enterado de resoluciones por la prensa, y no por mi abogado. La sociedad no puede consentir que se filtre el archivo de la causa a la prensa antes de que se notifique al abogado de una parte implicada. O que se filtre la apertura de juicio oral antes de que el fiscal lo presente en el juzgado. Eso no puede ocurrir, pero no por mí, sino por cualquiera.

-¿Ha sufrido un juicio político?

-No, he sufrido la politización de la Justicia, que no consiste en que los partidos propongan a un juez para un tribunal, sino que los jueces o los fiscales pongan su ideología por encima de su actuación profesional. Todos tenemos ideología, y eso es inevitable. Pero hay que trabajar por encima de la ideología y dictar sentencias teniendo en cuenta que está la vida de personas en juego. No quiero que lo que nos ha pasado a nosotros le pase a nadie. Ni de mi partido ni de otro. Durante estos seis años se han perdido hasta vidas, pero también trabajos, familias...

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-¿Y ahora qué?

-Necesito que pase el tiempo. Recuperarme del dolor.

-¿Quiere que le pidan perdón?

-No. No me sirve para nada ni lo pretendo. Pero sí quiero que la gente entienda que no se puede permitir el ensañamiento. No hay derecho a que se haya muerto gente por el camino.

-Es el caso de Rita Barberá

-Lo de Rita fue un atropello. Quizá se hubiera muerto igual si estaba enferma, que no lo sé, pero no de esta manera tan inhumana, rodeada de esa vergüenza, de ese dolor y de ese ultraje. Ni ella, ni yo, ni nadie se merece ese señalamiento, una humillación durante años. Eso es insoportable. Admito la imputación, pero 2.100 días para leer al final, cuando archivan la causa, que no había indicios. Sin indicios. ¿Nos hemos vuelto locos? Eso no puede pasar.

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-¿Y qué quiere, entonces?

-Pues me gustaría que el insomnio que hemos pasado todos lo pasaran aquellos que nos llevaron hasta ahí. Y quiero volver a recuperar la alegría de vivir. Pero sobre todo, lo fundamental, es que situaciones como esta deberían marcar un punto de inflexión para que las cosas se hagan bien. Sin maldad, de buena fe. Al final vivimos todos en la misma sociedad, en el mismo país, y no podemos gestionar la Administración o tramitar procedimientos judiciales contra los rivales políticos por el mero hecho de serlo.

-¿Ustedes han sido víctimas de esa maldad?

-Yo he sufrido un modo de hacer las cosas que no puede permitirse. Mire, antes de que en España estallase la Guerra Civil, había personas con ideas muy opuestas, como Jose Antonio Primo de Rivera y García Lorca, pero eran amigos. Quedaban a comer todos los jueves y se enviaban numerosas notas. Se ha rescatado una en la que Primo de Rivera le dice a Lorca: «Entre tu azul y el mío debemos hacer una España mejor». Eso no fue posible entonces, pero ahora sí tiene que ser posible. Al final no importa si he sido yo o mis compañeros víctimas de la mala fe. Lo importante es evitar esa maldad, que las garantías procesales se pongan en marcha en tiempo y forma, que hacer tanto daño no pueda ser barato, tan fácil quebrar la honradez y la honorabilidad de las personas .

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-Cree que se actuó con mala fe. Utiliza la palabra «maldad».

-Sí, creo que se actuó con mala fe. Un procedimiento judicial no puede ser tan largo. Se han alargado las cosas innecesariamente. Se nos ha tratado con desdén cuando estaba en tela de juicio la dignidad de las personas. No es justo ni es bueno para nadie. No hubo buena voluntad ni objetividad, porque la ideología no puede estar por encima de todo.

-¿Su perjuicio ha sido perder su sueldo, el acta de concejal?

-Eso es pensar con crueldad. Todos debemos afrontar problemas y a la gente la despiden a diario. Se puede perder un trabajo, pero la humillación no es tolerable. Yo sabía que la que empezó en 2015 era mi última legislatura, pero tenía derecho a dejar la política dignamente. Esa humillación no es tolerable, y es un mal precedente para todos. He perdido estabilidad emocional y mental, sentimental, patrimonio... Tuve que vender una casa. Me separé, y a la hora de rehacer mi vida no he podido ofrecer lo mejor de mí, sino amargura, dolor y hasta mal humor. No es un sueldo, es mi vida, que se truncó porque no se ha actuado con la mínima celeridad judicial.

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-¿Volvería a ser política?

No. Y eso no significa simplemente que me arrepiento de haber sido cargo público, sino que hoy no me compensa lo que hice durante casi treinta años de mi vida. Es muy duro pensar que uno se arrepiente de su vida. Es terrible tener la sensación de no haber hecho nada con tu vida que haya merecido la pena. Objetivamente, sin sentimientos por medio, sabes que has hecho cosas bien. Llegué a la Concejalía de Jardines con 2,5 metros cuadrados de zonas verdes y me fui cuando ya había 11 metros. En el Área de Cultura de la Diputación impulsé muchas exposiciones, cosas que todavía perduran, pero me pesa más, hoy por hoy, la sensación de que no mereció la pena, y eso es terrible.

-¿En qué está ahora?

-Escribiendo otra vez. Espero pronto presentar una novela. Quiero que esa sea mi vida. Tengo muchas cosas que contar a través de la escritura, de la literatura. Quiero hacerlo.

-¿No volverá a la política?

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-La experiencia te enseña que no hay afirmaciones o negaciones categóricas, pero no se me pasa por la cabeza volver a la primera línea. Yo ya di lo mejor de mí. Todos tenemos un momento y en la primera línea de la política ya ha acabado el mío. Lo tengo claro. Otros ya están bien donde estaba yo. Lo mejor para todos es la renovación, pero necesito recuperar la sensación de que mereció la pena dedicarme a la política.

-¿La política ha cambiado?

-Cuando yo empecé en esto las cosas no eran así. Si no, ¿cómo me hubiera casado con un señor que fue alcalde socialista?. Que no seas de mi cuerda no te puede convertir en mi enemigo. No puedes jugar con la vida de la gente por ser tus rivales políticos, sin querer darnos cuenta del daño personal que se puede hacer.

-¿Sigue militando en el PP?

-No.

-¿Les guarda rencor?

-No. Al PP no le reprocho nada, pero creo que no estuvieron acertados, se precipitaron, no se valoraron las cosas con perspectiva sobre nosotros.

-¿Cómo es su relación con los afectados por la causa?

-Nos conocemos muchos años. La gran mayoría éramos íntegros y trabajadores. No había lo que se ha intentado que hubiera. No todos nos queríamos, como pasa en cualquier grupo, pero nos respetábamos, y el dolor une mucho y terminas teniendo una sensación de cercanía, porque sabes que están sufriendo como tú.

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