Burguera
Domingo, 26 de enero 2025, 01:05
El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, acude este lunes a Barcelona. Participará en un acto junto a su homólogo catalán, el socialista Salvador Illa. ... Ellos dos y la presidenta navarra, María Chivite, además del ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu. Año nuevo, y nuevas situaciones. Al menos, novedosas, porque hacía mucho, muchos años, que no participaban juntos en un mismo evento un presidente de la Generalitat valenciana y un jefe del Govern catalán.
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Desde el pasado 13 de diciembre, con motivo de la cumbre de presidentes autonómicos con Sánchez en Cantabria, Mazón no se ve las caras con otros mandatarios autonómicos que no sean del PP, su partido, que se ha esmerado durante las últimas semanas en prestar apoyo al presidente valenciano frente a las críticas de la izquierda por su gestión de la dana. El encuentro en Barcelona servirá para que los presidente de las dos regiones vecinas demuestren si son capaces de coordinar sus respectivas estrategias en relación al desarrollo del vehículo eléctrico.
El jefe del Consell confirmó el jueves en Fitur que «se está trabajando en una posible reunión respecto a asuntos industriales» para segundos después confirmar que se trataba de un tema relacionado con la electrificación de la automoción. En realidad, el miércoles ya había deslizado la posibilidad de ese encuentro. El acto se celebra en la Casa Seat, situada en el corazón de la capital condal, en el Paseo de Gracia de Barcelona, y consiste en una especie de cumbre para el impulso de la movilidad eléctrica en España en la sede de Seat, adonde también acudirá el presidente de Wolkswagen Navarra y Javier Rivera, el CEO de Power Co Spain, la filial de Volkswagen que lidera la construcción de la gigafactoría de baterías en Sagunto.
La reconversión energética del motor es uno de los temas que tienen en común la Comunitat y Cataluña, dos regiones con sectores económicos prácticamente clonados y que durante los últimos años también ha protagonizado un trasvase de entidades financieras mientras quedaba atascado otro asunto que las vincula desde hace décadas, la infrafinanciación, que los catalanes pretenden resolver por su cuenta y riesgo. Muchos asuntos en común, otros tantos asuntos en competencia y rivalidad entre vecinos cuya relación fluctúa y actualmente no atraviesa su mejor momento, y que es difícil que mejore sustancialmente a causa del factor independentista.
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Es cierto que Mazón e Illa han evitado las tarascadas políticas de uno contra el otro desde que ambos ocupan las presidencias de la Generalitat. Es cierto que Mazón tiene más posibilidades de tener una relación fluida con el socialista Illa que con su predecesor, Pere Aragonès, con el que mantuvo incluso mantuvo un enfrentamiento dialéctico en el Senado: «La ensoñación dels països catalans ni ha existido, ni existe, ni existirá. No voy a tolerar ningún menosprecio más a la Comunitat».
Con todo y con eso, en la relación entre Mazón e Illa, que el líneas generales y por sentido común convendría que fuera fluida, hay una sombra planeando que contamina la conversación entre mandatarios vecinos.
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El independentismo ya no preside el Govern, pero ejerce una evidente influencia en la gestión del presidente catalán socialista, además de intervenir día sí y día también en la actividad del Gobierno central. El anhelo separatista vicia, por tanto, la relación entre Illa, al frente del Govern, y Mazón, como presidente de la Generalitat. Paradójicamente, no pasará ni una semana de tiempo para que Illa se plante en Valencia, concretamente el viernes, cuando participará en el XV Congreso del PSPV, en una mesa junto al ministro Ángel Víctor Torres y la ministra Diana Morant para hablar sobre el modelo autonómico. Sería un acto de partido, no institucional, por lo que parece difícil que en ese contexto Illa pueda devolverle a Mazón la visita en el Palau de la Generalitat valenciana.
Illa es primer secretario del PSC desde diciembre de 2021 y preside el Govern desde el pasado mes de agosto después de unas negociaciones entre el PSOE y los independentistas catalanes que propagaron un ambiente de mercado persa por diversos escenarios, de Barcelona a Madrid, pasando por Waterloo, ciudad de acogida de Puigdemont. Finalmente, Illa acabó investido presidente gracias a ERC, igual que antes Pedro Sánchez conservó su título como morador de la Moncloa gracias al voto de Junts. Aunque la relación del líder del PSOE con el partido de Puigdemont no pasa precisamente por su mejor momento después del revolcón en el Congreso por la falta de apoyos para aprobar los decretos del Gobierno, ni Sánchez ni los independentistas de Junts dan por rota su relación. Ese deseo del presidente del Gobierno de no estropear su diálogo con Puigdemont es muy similar al que vincula a Illa con los dirigentes de ERC. Llámese relación, vinculación o, en el peor de los casos, dependencia de los independentistas catalanes.
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La dependencia de Illa del apoyo de ERC sin duda que ha servido de acicate para haber acelerado lo máximo posible el retorno del Banco Sabadell a Cataluña, una «buena noticia», según ERC, para que el Sabadell «vuelva a donde nunca tendría que haberse ido». El Sabadell «vuelve» y para ello se va de Alicante, hasta donde migró a causa, precisamente, del apogeo independentista.
Illa no es Aragonès, en cualquier caso. Ni siquiera es Pasqual Maragall ni pertenece a esa rama del PSC catalán que ha mantenido una relación muy próxima con el independentismo. El perfil ideológico y hasta personal del actual jefe del Govern es mucho más centrado. Ese talante también facilita que la relación con Mazón, si no buena, sea de respeto desde una vecindad que está por estrenar, una especie de diplomática distancia. Si bien se ha registrado algún roce, como el vinculado con las zonas de pesca en Vinaroz, Mazón también se ha mostrado receptivo frente a situaciones como la que se planteó hace ahora un año con el traslado de agua de la desaladora de Sagunt a Cataluña ante la sequía.
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La conexión entre ambas regiones no se hace efectiva a la espera de que se concrete todo lo vinculado con la financiación, que es precisamente el asunto de la agenda nacional en el que más intereses tiene la Comunitat y es, además, una cuestión en la que Illa defiende una posición de bilateralidad con el Gobierno nacional que Mazón rechaza de plano.
El Gobierno y la Generalitat han reactivado las comisiones bilaterales para avanzar en la financiación singular catalana, de tal modo que se reunirán el 24 de febrero en Barcelona. Ese tipo de tratamiento choca con el modelo de negociación conjunta a través del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), que el Gobierno anunció que se celebraría este mismo mes para abordar la condonación de la deuda de las comunidades autónomas, algo pactado ya con Cataluña. Es complicado que el CPFF se celebre en enero teniendo en cuenta que el mes finaliza el viernes y aún no se ha concretado ninguna fecha.
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Precisamente, también este pasado viernes, una semana antes de visitar el congreso del PSPV y que Illa esté en Valencia, el presidente catalán acudió a Canarias con el objetivo de «hacer pedagogía» sobre ese sistema singular que el PSOE ha pactado con el independentismo. El deseo catalán de autoexcluirse de las negociaciones sobre la financiación perturba al Consell y perjudica a los intereses valencianos.
La Comunitat está en el mismo saco que Cataluña, Andalucía o Murcia como regiones mal financiadas, por lo que la participación de los catalanes en ese nuevo sistema sería provechoso para la Generalitat, tal y como el Botánico reconocía y hasta admitía el PSPV antes de que la investidura de Illa dependiese de un independentismo que impuso condiciones que han terminado por condicionar la relación de Illa con Mazón, dos presidentes que no han mostrado el más mínimo interés político en crispar la conexión institucional, que permanece en el congelador.
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En cualquier caso, incluso sin la dependencia que Illa tiene de partidos como ERC, la relación de un presidente del PP al frente de la Generalitat con Cataluña siempre tendrá sus peculiaridades. Los populares valencianos saben que una parte de su electorado interpreta la colaboración con los vecinos del norte como cesiones a una Cataluña donde la Comunitat no se ve como tal, sino como el País Valenciano, término y concepto que cosecha un rechazo unánime entre un amplio sector de los potenciales votantes de Mazón, antes Fabra, antes Camps y quien sea en el futuro que lidere el PPCV.
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