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Un año es mucho o es poco, según se mire. Carlos Mazón (Alicante, 1974) cumple un año desde que arrasó en las primarias de su ... partido (95,5% de los votos) celebradas el 4 de junio de 2021. El respaldo de Pablo Casado y de Teo García Egea, entonces presidente y secretario general del PP respectivamente, resultó clave para que el presidente de la Diputación de Alicante alcanzara el liderazgo regional. Un año después, Casado y García Egea son historia. Pero Mazón ha conseguido adaptarse a la nueva dirección nacional y al liderazgo de Alberto Núñez Feijóo. La cita de 2023 resulta demasiado trascendental como para enredarse en matices sobre mayores o menores complicidades.
La victoria de Mazón y su llegada al liderazgo del partido comenzó a cimentarse cuando la entonces cúpula nacional del PP decidió relevar a su antecesora en el cargo, Isabel Bonig. Casado y García Egea forzaron la salida de la exlíder del PPCV, convencidos de que el resultado de los populares en 2019 dejaba al partido demasiado lejos de poder optar al triunfo cuatro años después. Convencidos de eso, y con poca confianza en la lealtad de Bonig y su dirección regional, volcada meses antes en la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría a la presidencia del PP que salió derrotada frente a Casado.
El caso es que aquella calle Génova decidió apostar al cambio, y el nuevo liderazgo lo encarnaba el presidente de la Diputación de Alicante. Mazón, el dirigente popular con mayor poder institucional, tomó las riendas del partido -aunque el congreso regional se celebró un mes después- con el respaldo explícito de la dirección nacional y con el objetivo indubitable de alcanzar la presidencia de la Generalitat.
Mazón tenía sobre la mesa algunos frentes que atender. El primero era recuperar la sintonía con la dirección nacional, que el liderazgo de Bonig no supo mantener. Llegar de la mano de la entonces cúpula de la calle Génova le garantizaba ese objetivo. Después, coser algunas heridas instaladas en el partido y procurar que su llegada y la marcha de Bonig no generara otras. Mazón fichó como secretaria general a la líder del partido en el cap i casal, María José Catalá. Ambos han venido haciendo ticket desde entonces, convencidos como están de que la fortaleza y el triunfo electoral en Valencia ciudad y en las autonómicas llegarán de la mano.
Junto a Catalá, y con la renovación de los liderazgos provinciales, Mazón ha venido progresando en el objetivo de dar más coralidad a la dirección del partido. La también secretaria general acumula diversas responsabilidades y es pieza clave para el líder del PPCV, que desde su elección como presidente regional ha venido incrementando su presencia en Valencia sin olvidar su cargo institucionale n la Diputación de Alicante.
Mazón, lo dicen las encuestas y lo sabe su partido, tiene todavía un problema de popularidad. La última encuesta de Sigma Dos publicada por LAS PROVINCIAS revela que la mitad de la población no lo conoce. Es un frente abierto sobre el que hay que trabajar. Los populares ya han impulsado alguna campaña para dar a conocer a su lider regional y son conscientes de que deben avanzar en esa línea, por más que no sea ese el único factor a tener en cuenta ante el horizonte electoral.
En clave propositiva, la dirección del PP valenciano ha puesto el acento en una serie de elementos clave con los que trata de dar a conocer su programa. La reforma fiscal presentada por Mazón, con una destacada rebaja de impuestos, el rechazo tajante a la tasa turística impulsada por el tripartito, la denuncia del parón de la reforma de la financiación autonómica, la exigencia de la llegada de agua suficiente para el campo valenciano, el ataque a la falta de soluciones del Gobierno al caos en Cercanías, la defensa innegociable de las señas de identidad, el apoyo a los cítricos valencianos... asuntos en los que el Consell de Ximo Puig viene cosechando, en algunos casos, sonoros fracasos. Los últimos datos del nivel de inversiones del Gobierno central en la Comunitat así lo atestiguan.
Las propuestas de los populares han tenido el impacto... que han tenido. Lo cierto es que la punta de lanza de la labor de oposición del PPCV al tripartito ha encontrado en los frentes judiciales que afectan al PSPV y a Compromís el mejor de los aliados. La situación de Mónica Oltra y su eventual imputación por el TSJ a raiz de la gestión de la conselleria de Igualdad en el caso de los abusos a una menor tutelada por la Generalitat constituye un frente cuyo impacto resulta difícil de medir en términos electorales. Azud y su derivada vinculada a la financiación del socialismo valenciano pone el foco sobre una gestión del PSPV a la que la actual dirección del partido no es ajeno. La investigación a Francis Puig, el hermano del jefe del Consell, por las subvenciones al valenciano completa un horizonte judicial delicado para el tripartito.
El PP valenciano llega a este último año de legislatura con la vista puesta en esas resoluciones judiciales. Y también pendiente del creciente nivel de conflicto entre los socios del tripartito. La ampliación del Puerto, el futuro de la feria, la financiación... un abanico de asuntos ejemplificados en las cada vez menos disimuladas discrepancias entre Oltra y la consellera de Justicia, Gabriela Bravo.
Mazón no se imaginaba hace un año que a estas alturas no quedaría ni rastro de Casado ni de García Egea en la cúpula popular. La caída de ambos dirigentes en febrero de este año, tras la revuelta de los barones regionales contra Génova por el enfrentamiento con Isabel Díaz Ayuso, abrió un escenario nuevo en el partido. Las riendas las tomó en el congreso de abril el entonces presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo.
Se plantearon entonces dudas respecto a la capacidad del dirigente alicantino para entenderse con el nuevo presidente nacional. El congreso del partido celebrado en Sevilla elevó a Esteban González Pons a una vicesecretaría general del PP, y a Catalá a la presidencia nacional. La renovación de la dirección del grupo popular en el Congreso reforzaba a Macarena Montesinos, persona de la máxima confianza de Mazón. Esta misma semana, el dirigente valenciano acompañaba a Feijóo a Rotterdam, al congreso del PP europeo.
Las encuestas dejan a Mazón y al centro derecha en una situación de empate técnico con la izquierda. Todo por decidir a un año de las elecciones. El líder del PPCV mantiene las mismas debilidades en cuanto al nivel de popularidad, pero se beneficia del desgaste del tripartito y del efecto Feijóo, el tirón que las encuestas atribuyen al nuevo líder popular. Con la carrerilla que puede suponer el triunfo de Juanma Moreno en Andalucía, y con la imagen del Gobierno de Pedro Sánchez cada vez más desgastada, el presidente del PP valenciano se ve convencido de poder gobernar en 2023.
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