Pedro Sánchez sigue sin hacer la digestión del batacazo del PSOE en las elecciones andaluzas. Aitana Mas compareció este viernes por primera vez ... ante los medios como nueva portavoz del Consell tras sustituir a Mónica Oltra. La inflación acumulada en junio llegó al 10,2%. Son tres elementos aparentemente desconectados entre sí, pero que en realidad dibujan el actual escenario político. Carlos Mazón cumple un año como presidente del PP valenciano. Y al margen de la intensa actividad que viene desplegando para darse a conocer y para presentar sus propias propuestas, lo cierto es que la coyuntura política y económica nacional y valenciana le están aportando la gasolina necesaria como para observar su futuro político, el que marcarán las comicios de 2023, con todo el optimismo.
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Mazón cumple un año al frente del PPCV, y le queda menos de un año para examinarse ante las urnas. Llegó de la mano de una dirección del partido, la de Pablo Casado y Teo García Egea, de la que ya nadie se acuerda. Sustituyó a una líder popular, Isabel Bonig, que dejó el cargo entre lágrimas y convencida de la injusticia que se cometía con ella. Y ha sorteado los dardos que le lanzaron quienes le advertían de que el liderazgo de Núñez Feijóo reduciría su margen de actuación.
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Todo eso es historia. La realidad, la que marca este primer aniversario al frente del PPCV, trae a un Mazón que afronta el momento más dulce de su mandato, el que sugiere que, ahora sí, las opciones de que el centro derecha logre una mayoría suficiente como para gobernar son muy reales. Aún así, el riesgo de conformarse con lo logrado y obviar el margen de reacción del Gobierno, el central y el autonómico, puede jugar en su contra.
Estabilidad orgánica
Carlos Mazón Guixot (Alicante, 1974) llegó hace un año al liderazgo del PP valenciano. El respaldo de Pablo Casado y de Teo García Egea, entonces presidente y secretario general del PP respectivamente, resultó clave para apartar a Isabel Bonig y para que el presidente de la Diputación de Alicante alcanzara el liderazgo regional. Un año después, Casado y García Egea son historia. Y Mazón ha conseguido adaptarse a la nueva dirección nacional y al liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, que viene aprovechando el desgaste del Gobierno del PSOE, las cesiones de Sánchez a sus socios independentistas y una inflación galopante que revela la incapacidad del Ejecutivo para hacerle frente.
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La paz en el PPCV
Mazón tenía sobre la mesa algunos frentes que atender. El primero era recuperar la sintonía con la dirección nacional, que el liderazgo de Bonig no supo mantener. Llegar de la mano de la entonces cúpula de la calle Génova le garantizaba ese objetivo. Después, coser algunas heridas instaladas en el partido y procurar que su llegada y la marcha de Bonig no generara otras. Mazón fichó como secretaria general a la líder del partido en el cap i casal, María José Catalá. Ambos han venido haciendo ticket desde entonces, convencidos como están de que la fortaleza y el triunfo electoral en Valencia ciudad y en las autonómicas llegarán de la mano.
La caída de Oltra
La imputación de la ya exvicepresidenta del Consell Mónica Oltra por la gestión de su departamento en el caso de los abusos de su exmarido a una menor se ha convertido en el mejor aliado posible para las expectativas electorales de los populares. La dimisión de Oltra, pese a su relevo por Aitana Mas, deja un escenario incierto a medio plazo. Compromís pierde al que era su principal valor, pero el tripartito suelta lastre y limita el discurso de los populares, que se quedan sin suj 'bicha'. Aún así, el entorno de Mazón insiste en la necesidad de preparar un escenario por si, pese a todo, los tribunales acaban archivando la causa de Oltra.
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La «espuma andaluza»
«Hay que separar qué es espuma andaluza y qué no lo es». El comentario, de uno de los dirigentes populares más cercanos a Mazón, hace referencia al análisis de las encuestas que maneja el partido, y que comienza a consolidar una tendencia de triunfo electoral, y de mayoría de la mano de un pacto con Vox. El éxito de Juanma Moreno, con su arrolladora mayoría absoluta, contribuye a extender la imagen de desgaste de las siglas del PSOE. Y esa circunstancia se superpone sobre cualquier valoración que pudiera considerarse positiva del Gobierno valenciano. Eso sí, los populares son conscientes de que una parte de ese empuje puede ser coyuntural, resaca del triunfo andaluz.
Campaña de imagen
Mazón, lo dicen las encuestas y lo sabe su partido, tiene todavía un problema de popularidad. La última encuesta de Sigma Dos publicada por LAS PROVINCIAS revelaba que la mitad de la población aún no lo conocía. Es un frente abierto sobre el que hay que trabajar, aunque cualquier cargo popular sabe que lo importante es que la marca tire -y tira-. Los populares ya han impulsado sendas campañas para consolidar el nivel de conocimiento de su lider regional (la última, la de 'Preparados para el cambio', llegó hace pocas fechas a las vallas de toda la Comunitat). No cometer traspiés como el de las 'fogatas' también ayudará.
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Oposición propositiva
La dirección del PP valenciano ha puesto el acento en una serie de elementos clave con los que trata de dar a conocer su programa. La reforma fiscal presentada por Mazón, con una destacada rebaja de impuestos, el rechazo tajante a la tasa turística impulsada por el tripartito, la denuncia del parón de la reforma de la financiación autonómica, la exigencia de la llegada de agua suficiente para el campo valenciano, el ataque a la falta de soluciones del Gobierno al caos en Cercanías, la defensa innegociable de las señas de identidad, el apoyo a los cítricos valencianos... asuntos en los que el Consell de Ximo Puig viene cosechando, en algunos casos, sonoros fracasos. Los últimos datos del nivel de inversiones del Gobierno central en la Comunitat así lo atestiguan. Mazón asume así el discurso de Feijóo, que marca distancias con la bronca permanente en la que se instaló Casado y que opta por una oposición con sentido de estado, sin renunciar a sus propias iniciativas.
Inflación desbocada
El último dato conocido, el de la inflación del mes de junio, sitúa los precios en España un 10,2% más elevados que hace justo un año. La situación económica se ha convertido, sin proponérselo, en un aliado para los populares. Los últimos doce meses constatan no sólo lo que los expertos ya vaticinan como una recesión a la vista, sino la incapacidad del Gobierno de Sánchez para encontrar las medidas que palien esa situación. Un Ejecutivo que, más allá del éxito de la cumbre de la OTAN, protagoniza un día sí y otro también enganchones entre sus socios y cesiones a los independentistas. Y mientras tanto, la Comunitat mirando el dedo que señala a la financiación.
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Caso Azud
La dimisión de Manolo Mata de sus cargos en el PSPV para atender la representación procesal de Jaime Febrer, el supuesto cabecilla de la trama que investiga el pago de comisiones a cambio de favores urbanísticos, derivó en una crisis del Consell. Y constituye el mejor ejemplo de cómo el Palau entendió la necesidad de dar un vuelco a la gestión del tripartito. El caso Azud pone el foco en la supuesta financiación irregular de los socialistas valencianos. Y las cinco piezas aún secretas son un precipicio en el que podrían caer a escasos meses de las elecciones.
El papel de Madrid
Parece innegable la existencia de un 'efecto Feijóo'. En su día también se habló de un 'efecto Sánchez'. El líder del PSOE ha comprobado en Andalucía que no puede seguir con la actual dinámica de pactos con partidos extremistas y socios que parecen adversarios. Sánchez se juega el todo por el todo en las próximas generales, y para ellgar a ellas con opciones de éxito necesita un buen resultado en mayo. Dar por conquistada la Generalitat y menospreciar el margen de maniobra del Ejecutivo central y del autonómico puede convertirse en el peor enemigo para las opciones de Mazón.
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