El piloto colombiano Juan Pablo Montoya ha confirmado lo que era un secreto a voces. Madrid contará con un gran premio semiurbano de Fórmula 1 ... . La capital se ha impuesto en ese pulso a Barranquilla (Colombia), que de la mano Montoya trataba de entrar en el gran circo. Ahora sólo falta la notificación oficial para que Madrid entre en el calendario, posiblemente en 2026 o 2027, de la mejor competición de coches del mundo. El presidente de Ifema, José Vicente de los Mozos, sí que sabe cuándo se rubricará el contrato y los posibles nombres ya están registrados 'Formula 1 Madrid Grand Prix' y 'Madrid Grand Prix'.
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Hace unas semanas, las calles de Madrid ya saborearon un aperitivo del rugir de los motores de estos bólidos con la presencia del Red Bull RB7 de 2011 de Sergio 'Checo' Pérez. Miles de personas se acercaron a Cibeles, Recoletos y Colón para sentir a un palmo de su cara el olor de la velocidad, a goma quemada. Puro marketing.
Mientras en Madrid preparan su circuito, en Barcelona las obras en el Port Vell marchan a toda vela para acoger en octubre de 2024, del 12 al 20, la gran final de la 37 edición de la Copa América, la competición náutica más importante del mundo y escaparate internacional.
Madrid y Barcelona han adelantado a Valencia. La capital, por la derecha que simboliza el gobierno autonómico popular de Díaz Ayuso y el municipal de Martínez-Almeida; y la Ciudad Condal, por la izquierda de Pere Aragonès (ERC) en la Generalitat y Ada Colau (Barcelona en Comú) y ahora Jaume Collboni (PSC) en el Ayuntamiento. Las diferencias políticas se han dejado a un lado para poner en valor el interés general, el del impacto económico de dos de las competiciones deportivas más importantes del mundo.
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El 24 de agosto de 2008, siete meses antes de que la policía tocara a la puerta de las oficinas de Orange Market, el brasileño Felipe Massa llevó a Ferrari a lo más alto del cajón de un gran premio que había colocado la fachada marítica de Valencia en las pantallas de los televisores de todo el mundo. A Massa le sucedieron Barrichello (Brawn-Mercedes), Sebastian Vettel por dos veces (Red Bull) y Fernando Alonso (Ferrari). En 2012, el triunfo del asturiano cerró la etapa triunfal de la Fórmula 1 en Valencia.
Aquel gran premio vio la luz en una exclusiva publicada por LAS PROVINCIAS que altos cargos del PP valenciano incluso negaban en un acto de partido celebrado un sábado por la mañana en el Palacio de Congresos, ignorantes de lo que se cocía en los despachos importantes del Palau de la Generalitat. Aquella negociación con Bernie Ecclestone fue ultrasecreta hasta que apareció en un titular de portada.
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La construcción del circuito urbano a orillas del Mediterráneo siguió su curso al mismo tiempo que en Les Corts Valencines la oposición, liderada por los socialistas, alborotaba contra la llegada de la Fórmula 1 a Valencia. Del parqué político se saltó al juzgado. El ruido, las denuncias y la caída de Camps se llevaron por delante la Fórmula 1 en Valencia.
La F1 no estuvo exenta de sospechas de corrupción. La Fiscalía Anticorrupción se querelló contra Francisco Camps y otros responsables políticos tras las denuncias de PSPV y Compromís. Se cuestionaba prácticamente todos los aspectos de la organización del Gran Premio, desde la negociación con Bernie Ecclestone a la asunción del pago del canon por parte de la Generalitat e incluso la compra final de Valmor, la empresa organizadora, por parte del Consell. Todo quedó archivado tras años de pesquisas, pero con un evidente desgaste para los populares. Y todavía quedaba otro capítulo judicial respecto a la F1: las supuestas comisiones por adjudicación de obras en el circuito. También este asunto fue sobreseído.
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Madrid ha elegido el entorno de Ifema y descarta la remodelación del Jarama. Además, apuesta por una inversión totalmente privada que puede rondar los 200 millones de euros. La clave era poner empeño en la organización y las instituciones están para dar facilidades. El impacto económico se estima en 500 millones al año –5.000 si el contrato se extiende durante una década–. La irrupción de Madrid apunta a la desaparición de Cataluña del calendario de grandes premios.
Por si acaso, Barcelona ya ha apostado fuerte por la Copa América, los fórmula 1 del agua. Otro de los grandes hitos de la Valencia de otra época, que en lugar de encontrar el consenso de la clase política por el escaparate internacional que representaba, libró una guerra sin cuartel en contra de los grandes eventos. Importaba más el rédito electoral que el interés general traducido en un impacto de millones de euros.
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Al final, la Ciudad Condal ha acogido el descarte valenciano. Hubo una oportunidad, pero el Ayuntamiento de Joan Ribó fue clave para rechazar una nueva edición, cuando en el Palau de la Generalitat parecía que sí que estaban por la labor, con Joan Calabuig como negociador de lo que era casi un imposible.
El canon no era desorbitado: 70 millones de euros para un impacto económico previsto de más de mil millones de euros. Además, el proyecto implica la transformación del Port Vell de Barcelona con una inversión de 120 millones de euros. El 'meninfotisme' valenciano llena las arcas de madrileños y catalanes, gente sin complejos.
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