La ministra María Jesús Montero y el presidente Ximo Puig, en Madrid. efe/f. v.

La deuda valenciana crece 5 millones al día desde que gobierna el Botánico

El oxígeno del FLA en las cuentas autonómicas dispara los números rojos de la Comunitat, a la espera de una reforma de la financiación que no llega

JC. Ferriol Moya

Valencia

Martes, 6 de abril 2021, 00:05

La Comunitat Valenciana es líder. Durante muchos años, bajo los distintos gobiernos del PP, el sonsonete del liderazgo de región resonó como un mantra que pretendía situar a la región como una referencia de valor que rivalizaba con Madrid y Cataluña. El liderazgo costó dinero, y la última legislatura de los populares –ya con el enfriamiento de la economía– puso de manifiesto la debilidad de una posición que se había construido a golpe de talonario, en la que mientras los tipos de interés lo permitieron pudo soportarse. Los mercados se cerraron, las dificultades llegaron y el discurso del liderazgo desapareció.

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Con la victoria del Botánico en verano de 2015, el discurso del que se hizo bandera fue aquel 'rescatem persones', un mensaje dirigido a situar en el centro de la acción políticas a quienes sufrieran dificultades. Una opción muy progresista que se sostenía, cómo no, en mantener y aumentar el gasto público.

Dicho y hecho. Los datos que el Banco de España –no el PP– hizo públicos esta semana devuelven el liderazgo a la Comunitat. Pero es el peor liderazgo de todos: el de la ruina económica. La deuda autonómica supera con mucho la línea roja de los 50.000 millones de euros –hasta tener ya a un tiro de piedra los 51.000– y su peso sobre el PIB regional amenaza ya peligrosamente el 50%. Combinadas, que es como hay que leerlas, son cifras insostenibles. Cataluña tiene casi 29.000 millones más de deuda, pero lo que representa sobre su riqueza es del 37,1%. ¿Es mucho? Claro que sí. Pero bastante menos que el 48,6% de la Comunitat.

Los 50.807.311.000 euros de deuda valenciana obedecen en buena medida a las aportaciones del FLA, el fondo con el que el Gobierno sostiene a las autonomías con más dificultades. Una herramienta diseñada por el exministro Cristóbal Montoro para evitar el colapso de regiones como la valenciana, y que no sirve para paliar, en el caso de la Comunitat, una realidad inapelable: se reciben muchos menos fondos públicos que otras CCAA –en términos per cápita es prácticamente la peor–, y ese fondo no deja de ser un préstamo que, mientras el ministerio de Hacienda que dirige María Jesús Montero no diga lo contrario, en algún momento tendrá que ser devuelto.

El PP, es verdad, tuvo que cargar mucho tiempo con el lastre del «despilfarro» que le atribuyó la oposición. Pero el Botánico, desde su llegada a la Generalitat en el verano de 2015, tampoco ha contado con elementos para controlar ese gasto. La financiación autonómica se reivindicó con contundencia ante Mariano Rajoy, pero se deja pasar con Pedro Sánchez. Y los niveles de gasto público parecen recuperar las épocas doradas en las que el sector público crecía, las consellerias se multiplicaban -aunque no tengan apenas actividad- y los nombramientos se disparaban.

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La deuda que se encontró el Botánico a su llegada al Gobierno valenciano ascendía a 40.063.599.000 euros. Es el dato que el Banco de España –no el PP– fija en el segundo trimestre de 2015. El del cuarto trimestre de 2020, que se dio a conocer el pasado miércoles, alcanza los 50.807 millones. La diferencia es exactamente de 10.743.712.000 euros. Y eso es lo que ha crecido la deuda en estos cinco años y medio de gestión del Botánico que ya contabiliza el BdE.

¿Y eso es mucho o poco? Es muchísimo –la pregunta es de perogrullo–. De hecho, si se calculan los días que han pasado entre el 1 de julio de 2015 –el primer gobierno Botánico tomó posesión el 30 de junio de ese año– y el 31 de diciembre de 2020, resultan un total exactamente de 2010 días. 10.743 millones de euros entre 2010 días arrojan una cifra de 5.345.130 euros. Es decir, cada día que pasa, sea laborable o festivo, de vacaciones o en año bisiesto, los números rojos de la Comunitat crecen 5,3 millones de euros. No es necesario formular la pregunta de antes, porque es igual de perogrullo. Es muchísimo dinero para una región cuya riqueza además se ha visto tan afectada en este último año por la pandemia.

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El crecimiento exponencial de la deuda –de esos 10.743 millones, 2.367 pertenecen a los últimos doce meses– se ha producido, paradójicamente, a pesar de un aumento de los ingresos, tanto los que tienen que ver con el sistema de financiación autonómica (pese a todo) como los vinculados a la recaudación del propio Consell. Por lo que se refiere a los primeros, sólo en 2020 ya aumentaron en más de 900 millones respecto a los del año anterior. Por lo que se refiere a los segundos, el crecimiento de la recaudación correspondiente al ejercicio de 2020, respecto a 2015, roza los 3.500 millones de euros –contando impuestos directos, indirectos y tasas–.

Más dinero ingresado, y sin embargo, más gasto y por ese motivo más deuda. Tanto la AIReF como Fedea han cuestionado en diversos informes que la Comunitat Valenciana haya abandonado en los últimos años la senda de los ajustes y haya recuperado la del crecimiento del gasto. Una política que, desde el Consell, se justifica en la necesaria apuesta por las políticas sociales. Una bandera, no obstante, que en ningún caso justifica los más de 14.000 millones que resultan de sumar ese aumento de la recaudación y el incremento de la deuda.

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El conseller de Hacienda, Vicent Soler, aprovechó los datos de la deuda esta semana para volver a poner sobre la mesa el debate de la compensación de la deuda histórica. Un discurso bien armado, que encuentra su justificación en la falta de los recursos mínimos para atender el coste de los servicios públicos fundamentales en la Comunitat. Un mensaje, no obstante, que no sólo no ha encontrado ningún eco por ahora en el Ejecutivo central –más preocupado en apariencia por dar largas a la reforma del modelo–, sino que además puede dejar entrever la voluntad del Consell de mantener los actuales niveles de gasto, aún a pesar de que los ingresos están lejos de sostenerlos. En el debe de la gestión de Soler queda no sólo el de no haber logrado presionar con éxito el impulso de la reforma de la financiación, sino también el de haber mantenido un nivel de gasto que, visto desde Madrid, mantiene la imagen de una Comunitat que no pone control al derroche de fondos públicos.

La conselleria de Soler explicó esta semana que el incremento del endeudamiento de la Comunitat Valenciana en el año 2020 responde prácticamente en su totalidad a los recursos recibidos a través del FLA en el año 2020. En concreto, a la financiación del objetivo de déficit del año 2020 (205 millones de euros), al extra FLA correspondiente a la desviación del déficit del año 2019 (2.127 millones de euros), a disposiciones pendientes del FLA 2019 (1 millón de euros), así como a la financiación de las liquidaciones negativas del sistema de financiación (91 millones de euros). Todas esas referencias al FLA lo son, por tanto, al oxígeno financiero que aporta el Ejecutivo central.

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Un apoyo imprescindible, que no impide que la Comunitat haya acabado 2020 con un déficit de 1.206 millones de euros. Mil millones menos que el ejercicio anterior gracias, sin lugar a dudas, a los mecanismos extraordinarios de financiación habilitados por el Ejecutivo central para hacer frente a la pandemia. «Gracias a los recursos del FLA hemos tenido garantizada nuestra liquidez para atender el pago de los servicios fundamentales de los valencianos y valencianas, pero no hay que olvidar que este es un mecanismo de respiración asistida del que tenemos que desprendernos lo antes posible porque nuestro endeudamiento es cada vez mayor», admitió Soler.

La tesis del Consell es rebatida desde el PP valenciano. La líder del PPCV, Isabel Bonig, recuerda las críticas que PSPV y Compromís lanzaban hacia los gobiernos populares por el incesante incremento de la deuda pública. Un aumento que ahora no cesa y que parece no preocupar a la administración autonómica. «Es un peligro que el presidente esté normalizando una deuda de 51.000 millones y un crecimiento del 25% -en referencia al incremento de los números rojos por habitante- porque significa que no va a hacer nada por reducirla», señaló Bonig esta semana.

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