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A día de hoy, uno de los problemas más acuciantes que sufre la Comunitat es la infrafinanciación. Eso no admite duda. Se trata de una circunstancia que afecta a la prestación de los servicios públicos y que lastra cada año las cuentas de la ... Generalitat. Se convirtió con el Gobierno de Rajoy en la más poderosa reivindicación del Consell de Ximo Puig. Era esa demanda, junto a la crítica por la corrupción del PP, los dos elementos principales que trufaban el discurso del socialismo valenciano. Pero llegó Pedro Sánchez y de aquel estruendo se pasó casi a la resignación. O al menos a molestar lo menos posible a Madrid con las quejas autonómicas. Perfil bajo a la espera de que pasara el tiempo o una victoria en las elecciones.
Ese es el contexto en el que este viernes ha llegado la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, a Valencia. Su intervención en el centro Llimera, en pleno barrio de Abastos, supone el inicio de la conferencia municipal que se celebra este fin de semana en Valencia y que cerrará el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Un acto, donde interviene y por partida doble, la candidata socialista al Ayuntamiento, Sandra Gómez. Una apuesta que en los últimos días se ha visto salpicada por el polémico uso de dinero público para el envío de propaganda electoral.
El ambiente invitaba más a una cerveza de fin de semana que a una charla de cierta enjundia. El acto, bautizado como «nos sobra calle», ha estado organizado por las Juventudes Socialistas. Apareció Montero y su silencio fue casi lo más elocuente. No quiso atender a los medios de comunicación que aguardaban en la puerta. Una sonrisa de buenas intenciones y pocas palabras.
Las preguntas, ya en el acto, fueron complicadas, sí. Empezó el evento con una cuestión de cierta importancia para los electores. «¿Dónde disteis vuestra primera chapa política?». Sandra Gómez dudó sobre si contarlo o no. «En el 95, cuando perdimos la Generalitat. Yo ya le había preguntado a mi padre por qué eramos del PSOE», se lanzó.
La ministra también entró al trapo ante semejante desafío. «Sandra Gómez es la más talentosa y la más guapa», rompió el hielo. A continuación, se definió como «boomer» y recordó que su primera charla fue en la parroquia de su barrio. «Me recuerdo toda mi vida reunida, una tarea muy fuerte por el compromiso».
La siguiente cuestión de los moderadores se mantuvo en el nivel de compromiso e interés de la primera. «¿Discoteca o verbenas?». Sandra Gómez afirmó que era de «festival». «Comparto mi afición con el presidente por el grupo Los Planetas. La ministra, en cambio, «es de la barra de bar». «Y de hablar mucho», añadió. Esto último puede ser discutible.
Llegó el turno de los amores o desamores prohibidos en el mundillo de la política. Gómez dijo que estaba casada, pero que todos sus novios habían sido de la familia socialista. La ministra recordó que su marido fue un amor a «contracorriente» porque era de Izquierda Unida y añadió respecto a lo musical que esa canción que siempre le anima es «Sobreviviré» de Mónica Naranjo.
Ya, por último, se les preguntó acerca de los valores del PSPV y por qué el partido representa mejor que el resto los intereses generales, siempre según la tesis del moderador. «Somos capaces de dar soluciones al pueblo. No nos situamos en otro ámbito. Tenemos capacidad para conectar con los problemas de la gente». También aportó otra píldora de su particular análisis. «La derecha se cree propietaria del poder, que le viene de casta y cuando gobierna la izquierda es porque hace trampa o porque los ciudadanos se comportan. Por eso recibimos ataques por cielo mar y tierra».
No parecía que fuera el momento de mensajes en clave valenciana, aunque buscó la complicidad del conseller Arcadi España, otro de los que no se pierde un acto. «No les gustan las políticas públicas para la mayoría, como el impuesto de patrimonio, Arcadi. Como en mi comunidad que lo han quitado», lamentó.
Ni una palabra de la financiación. Ni le salió a ella ni le preguntaron sus compañeros ni se dejó preguntar por los medios. El modelo se aprobó en 2009 y caducó en 2014. Por tanto, la Comunitat lleva casi una década con un sistema que ha de renovarse y que, además, perjudica los intereses de la Comunitat. En este camino, también ha habido promesas incumplidas como la de Pedro Sánchez a Joan Baldoví de que en ocho meses habría un esqueleto del nuevo sistema. Buscaba el apoyo del hoy líder de Compromís para su investidura. Hoy seguimos pendientes de una nueva propuesta para la reforma después de que la primera, en diciembre de 2021, fuera un fracaso.
A la fiesta del socialismo del viernes tarde sólo le faltó que pusieran el 'Sobreviviré' a la salida de Montero.
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