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Burguera
Lunes, 5 de agosto 2024, 00:34
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, fue entrevistado en 2015 por Carlos Alsina, que le fue preguntando sobre el independentismo catalán hasta que Rajoy se lía, lamenta que los españoles nacidos en Cataluña podrían perder la nacionalidad española y, ante la negativa del periodista Rajoy, arrinconado, ... replica: «Ah, no lo sé. ¿Por qué no la perderían? ¿Y la europea tampoco?». Pues algo parecido le pasa al PSPV con el pacto entre Sánchez y ERC. Los socialistas valencianos, arrinconados y cuya líder, Diana Morant, ha expresado su apoyo sin fisuras al acuerdo entre los socialistas y los independentistas catalanes, han decidido apelar a que, puestos a criticar, mejor criticar los supuestos privilegios de Madrid. ¿Y Madrid, qué? Huída a la desesperada hacia delante de un PSPV descolocado, liderado por una Morant que le debe el puesto de ministra y de secretaria general a Sánchez. Su capacidad de criticar las polémicas decisiones del presidente del Gobierno se ven seriamente limitadas por su deseo de continuar al frente del PSPV, para lo cual también precisa seguir de ministra con el objetivo, a medio plazo, de ser candidata a la Generalitat, presumiblemente en 2027. Queda mucho para esas futuras elecciones, tres años, y a Morant se le van a hacer muy largos si su valedor continúa tomando decisiones que chocan con los valores de su partido y obligan a la ministra a situar al PSPV al servicio del presidente del Gobierno. No le queda otra.
Lerma o Puig fueron criticados en su momento porque, siendo presidentes de la Generalitat y líderes de su partido, apenas enseñaron el colmillo ante decisiones de los líderes del PSOE al frente del Gobierno como el constante retraso de la A-3 o el bloqueo del modelo de financiación. Esa escasa beligerancia no es un talante exclusivo de los socialistas valencianos. Sus rivales del PP en la Comunitat tampoco se caracterizaron por poner las peras al cuarto a Rajoy. Y mucho menos a Aznar. Sin embargo, todo ese exceso de lealtad, que podría considerarse una falta de coraje para enfrentarse a su propio partido y que abunda en el tópico meninfotismo valenciano, no sirve para explicar la situación de Diana Morant y en el callejón sin salida que coloca al PSPV.
Puig y Lerma eran condescendientes con sus líderes nacionales. Sin embargo, no se hubieran jugado la vida política adoptando una posición más contestataria. Lideraban la Generalitat, así como el PSPV, en este último caso con cierta holgura. No es el caso de Morant, designada líder del PSPV tras una tensa reunión en Ferraz en la que se propició la retirada de los dos precandidatos que iban a disputarle la dirección del partido. La dirección nacional hizo valer la condición de ministra de Morant, su proyección desde ese puesto. Si dejase de ser ministra, sus opciones para continuar al frente del partido en la Comunitat quedarían seriamente mermadas.
La ministra y secretaria general de los socialistas en la Comunitat se ha convertido en una de las pocas líderes territoriales que asume abiertamente todo el argumentario de Ferraz para justificar las cesiones fiscales a Cataluña exigidas por los independentistas de ERC a cambio de que el socialista Salvador Illa sea presidente del Govern.
Los barones socialistas de Extremadura, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León o Asturias ya manifestaron su rechazo al pacto. Los dirigentes madrileños, andaluces y catalanes no se han querido pronunciar. Quizá a Morant, siendo ministra, no le quedaba otra que apoyar a Sánchez. De este modo, se sitúa en un grupo de dirigentes socialistas de perfil bajo (en Murcia, Galicia y Cantabria) y con posibilidades aún más bajas de presidir sus territorios.
Morant coloca al PSPV en una situación difícil. Internamente lo deja a rueda de Sánchez, en un papel sucursalista. Exsenadores socialistas como Javier de Lucas lleva días difundiendo todo tipo de argumentos contrarios al pacto entre los socialistas y los independentistas. En redes sociales, Morant se centra en felicitar a los deportistas españoles por su actuación en los Juegos Olímpicos, algo en lo que también se aplican otros dirigentes del PSPV. Mirando hacia otro lado. Respecto a sus rivales en la Comunitat, el partido queda seriamente aislado al someterse a una especie de 'autopinza' entre la derecha y sus antiguos socios de Compromís.
Morant es de las pocas dirigentes del PSOE que apoya internamente la estrategia de Sánchez, y el PSPV es el único partido con representación en Les Corts que hace eso mismo. Morant y su partido se meten en un callejón. El PP y Vox, obviamente, no apuestan por ese pacto que convertirá a Illa en jefel del Govern. Y Compromís ha advertido de que no votará a favor de un cambio en la ley de financiación si la Comunitat no ve atendida su reclamación de que se aborde un cambio del modelo de financiación.
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