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Burguera
Miércoles, 17 de enero 2024, 01:03
Una parte del PSPV está esperando señales de Madrid, como el barco entre la niebla busca un faro. Cuando los tiempos son convulsos entre los socialistas, todo es más fácil si hay un liderazgo autonómico o nacional. Han querido los astros, o quizá el ... astro rey, Pedro Sánchez, que, después de una década, el PSOE vaya a rearmarse políticamente a través de una convención que se celebra en Galicia, no por casualidad, a un mes de los comicios gallegos. Primer cónclave en 10 años, una década tremenda en la que Sánchez fue acuchillado en un Comité Federal que parecía apocalíptico y que derivó en una guera interna de la que el sanchismo salió ganador. A falta de congresos, una conferencia política para dar lustre a las figuras del partido. ¿Y el poder valenciano? Mientras en la Comunitat los líderes locales como el ilicitano Alejandro Soler y el mislatero Carlos Fernández Bielsa le echan un pulso a los deseos de la dirección del PSPV, que apuesta por Diana Morant, llega Ferraz, que juega al despiste pero que hace meses puso la maquinaria a favor de la ministra, y convierte a la exalcaldesa de Gandía en una de las protagonistas de su convención.
La dirección nacional del PSOE huye como el gato del agua frente al concepto de imposición de un candidato, o candidata, a liderar el PSPV. No en vano Sánchez ha construido su liderazgo sobre las tumbas del oficialismo que lo acuchilló en el Comité Federal del fatídico 1 de octubre de 2016. Parece que fue ayer, pero no. El actual presidente del Gobierno se subió a su coche y, con la ayuda de valencianos como Ábalos y el apoyo primigenio de ilicitanos como Soler, derrumbó la apuesta del apparàtchik por Susana Díaz. Que los militantes se acerquen a mí, dijo Sánchez, y ahora no puede permitir dar la sensación de que la cúpula nacional impone nada a sus queridas bases en la Comunitat. Sin embargo, la realidad es que Morant es la única ministra valenciana y que su nombre suena y resuena para liderar el PSPV sin que nada ni nadie lo desmienta.
Solo Alejandro Soler, secretario del PSPV en la provincia de Alicante pese a Ximo Puig, ha levantado el dedo mostrándose dispuesto a optar por suceder a Puig a través de un congreso extraordinario para el que no hay fecha porque no hay acuerdo para que se desarrolle como un capítulo de Heidi, con colores, canciones y escenas bucólicas.
La dirección del PSPV se afana en «crear un clima favorable» para Morant. Esa terminología sirvió para proyectos como el de la Alianza Valenciana de las Baterías, que luego se desveló que era una pura cortina de humo que sirviera de reclamo a la gigafactoría Volkswagen. Una metodología similar utiliza ahora la cúpula que encabeza Puig para prepararle el terreno a la ministra sin que Morant haya dicho aún ni esta boca es mía.
Artículos de prensa, almuerzos semiclandestinos en sedes sindicales, captación de militancia en Castellón… un paso a paso para intentar minar la resistencia de Soler, que dispone actualmente del músculo orgánico suficiente como para discutirle a Morant un liderazgo obtenido por vía digital. O sea, a dedo.
La convención que arranca el viernes en A Coruña pretende ofrecer un rearme ideológico. De paso, el domingo se celebrará en el Palacio de Exposiciones y Congresos de la capital gallega una reunión ordinaria del Comité Federal con el fin de reordenar los órganos directivos del PSOE. En el orden del día, la constitución del comité, cubrir vacantes de los órganos federales, reestructurar la comisión ejecutiva, ratificar las conclusiones de la convención celebrada los días previos, aprobar las candidaturas al Parlamento de Galicia, ratificar estatutos y acuerdos orgánicos.
Según adelanta 'El País' el exconseller de Hacienda Arcadi España, hasta ahora responsable de la Secretaría de Vivienda y Transportes del PSOE cederá el puesto a la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez. España, supuesto 'hereu', perdería así la herencia propia de la influencia de Puig cuando el ahora saliente secretario general del PSPV era presidente de la Generalitat. Por lo que se refiere al supuesto 'poder valenciano' en la nueva cúpula que prepara Sánchez, pocas pistas más. Las señales, por tanto, no son demasiado buenas, si se exceptúa el protagonismo que tendrá la ministra Morant en la convención.
'Impulso de país' es el título dado a la conferencia política que se inaugura el viernes con la bienvenida de los dirigentes locales y nacionales, así como con una conferencia de Rodríguez Zapatero presentada por la diputada Eider Gardiazabal.
El sábado, los ministros del Gobierno de Sánchez toman la palabra en diferentes paneles que moderan diputados y eurodiputados, ninguno valenciano. El que forma parte de uno de ellos es el también valenciano Víctor Camino, por ser secretario general de Juventudes Socialistas, que siempre reciben una cuota de presencia en los actos del PSOE.
Curiosa la situación de Camino, que ideó un premio para entregárselo a Morant en un comité federal de Juventudes Socialistas celebrado en Valencia a finales de octubre. El galardón se interpretó por una parte de la militancia como la puesta en marcha de la maquinaria de Ferraz para vestir el ascenso de la ministra a la secretaría general del PSPV. Un mes después, Morant anunció que renunciaba a su acta de diputada en el Congreso. La sustituyó Camino, conocido por formar parte de una generación de dirigentes socialistas entre los que también está José Muñoz, actual secretario de Organización del PSPV, y que está siendo la persona interpelada por Ferraz a la hora de intentar que la sangre no llegue al río en el PSPV.
Barbón, presidente de Asturias, o la navarresa Chivite, hablarán de gobernanza moderados por Fernández Vara. La cohesión territorial, un asunto en el que Puig pretendía ser un referente, queda en manos de Planas, Víctor Torres y Espadas, moderados por la eurodiputada Clara Aguilera. Hasta la exministra Narbona será ponente, o Borrell, Illa…. ni un valenciano excepto Diana Morant, que participará en el panel de Igualdad junto a la ministra del ramo, Ana Redondo. Esa es la cuota del poder valenciano, su máximo exponente y quizá la señal que espera una militancia, la de la Comunitat, desorientada entre tantas opciones, silencios e incertidumbres.
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