Las elecciones las gana un partido y las pierden todos los demás. Un axioma que no admite discusión, salvo que uno de los derrotados sea Pedro Sánchez y consiga negociar el apoyo de los independentistas para acabar siendo investido presidente. Ese escenario no es el ... que ocurrió el 28-M. El PSPV no ganó las elecciones ni logró sumar una mayoría suficiente con Compromís -Podemos, además, no obtuvo representación parlamentaria-. De modo que dos legislaturas después, el socialismo valenciano regresó a la oposición. Ni que decir tiene que para el PSPV, como para el PP, no gobernar equivale a estar en crisis. No hay más. De modo que ese resultado es el punto de partida de un periodo de inestabilidad que los socialistas valencianos prolongan ya desde hace más de un año. Ximo Puig, president de la Generalitat desde 2015 y hasta 2023, ya no lidera el partido. Diana Morant, ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, es la nueva secretaria general. Pero el relevo no ha conseguido resituar a un partido que, como ya ocurriera en 1995, parece empeñarse en el ensimismamiento, acomodado en la derrota electoral.
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El 23-J
La primera crisis notable tras el batacazo electoral del 28-M se produjo sólo unos días después. La convocatoria electoral acelerada de Pedro Sánchez obligó al partido a aprobar sus propuestas de candidaturas electorales. Las direcciones provinciales elevaron sus propuestas y la ejecutiva de país aún liderada por Puig decidió cambiarlas. Los líderes provinciales de Valencia y Alicante, Carlos Fernández Bielsa y Alejandro Soler, se plantaron en la calle Ferraz para pedir amparo de la dirección federal. Y lo consiguieron parcialmente. Por primera vez, el liderazgo de Puig en el PSPV se veía abiertamente desautorizado.
Diputación
Las cosas se habrían podido quedar así, pero para nada. La respuesta de Puig al órdago de sus barones provinciales fue singularmente grave para el también alcalde de Mislata. En plena negociación de la presidencia de la Diputación de Valencia –con un resultado endiablado, que dejaba la mayoría en manos de la diputada de Ens Uneix, el partido impulsado por el exdirigente socialista Jorge Rodríguez–, el líder del PSPV decidió que la portavocía de Les Corts fuera a parar a manos de Rebeca Torró. Torró es natural de Ontinyent, como Rodríguez. Y pasaba por ser una de sus más estrechas colaboradoras hasta que las circunstancias políticas y judiciales hicieron que dejara de serlo. Elegir a Torró, decisión que Puig tomó de forma perfectamente consciente, alejó a Rodríguez de votar a Bielsa como presidente de la Diputación. Y con ello, Bielsa perdía la situación de privilegio que habría alcanzado de llegar a tener el poder institucional. «En el PSPV poder institucional y orgánico están siempre estrechamente vinculados», señala un cargo del PSPV.
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Nueva líder
El fracaso de Bielsa inauguró la carrera precongresual en el PSPV. Los dos grandes barones provinciales, el propio Bielsa y Soler, tejieron una alianza para tratar de conquistar la secretaría general. Un acuerdo que nació cojo, porque en realidad no señalaba a uno de los dos como candidato a liderar el partido, sino que establecía una suerte de entendimiento -un pacto de no agresión-, que debía ahuyentar al resto de aspirantes. Lo hizo con muchos, pero no con quien concurrió con la etiqueta de candidata oficialista respaldada por Sánchez, la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades Diana Morant. Soler y Bielsa resistieron y hasta llegaron a presentar sus candidaturas. Pero la famosa escena de la mano en el hombro –la mano de Sánchez en el hombro de Soler y el comentario «esto lo vamos a arreglar ¿verdad?»– derribó los escasos pilares sobre los que se sostenía ese acuerdo. Morant ya era la líder del partido.
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El pacto
Morant suma tres meses como secretaria general del PSPV. Ese es el plazo que ha transcurrido desde el congreso celebrado en Benicàssim. En aquel cónclave se visualizó el acuerdo alcanzado con Bielsa y Soler para que retiraran sus candidaturas. El primero fue nombrado vicesecretario general -teórico número dos del partido-; el segundo, presidente del partido, un cargo de honor sin capacidad ejecutiva. Ambos han venido manteniendo las secretarías generales de Valencia y Alicante, respectivamente. «Diana sólo le pidió una cosa a Bielsa, y no la ha cumplido», proclama un cargo del PSPV sin dar más detalles.
Los reproches
La campaña electoral de las elecciones europeas ha acabado de visualizar la inestabilidad en la que sigue instalado el socialismo valenciano. Salvado con éxito el acto de inicio de campaña en la Rambleta, con Sánchez, Zapatero, Ribera y un buen número de militantes –muchos de ellos de l'Horta Sud– que no pudieron seguir en director el mitin, llegó Manises. Un pinchazo en toda regla, pese a la presencia de la propia Morant y de Bielsa, saldado con la presencia de unas pocas decenas de personas y el comienzo del reparto de las culpas. El entorno de Morant comenzó a señalar a Bielsa por el nulo éxito de convocatoria, aunque el mitin era responsabilidad del nuevo secretario de Organización, Vicent Mascarell -el de la Rambleta estaba organizado por Ferraz-.
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La campaña
Las tiranteces comenzaron a crecer. A Bielsa se le señaló por la falta de implicación y las zancadillas de su entorno a la hora de propiciar la celebración de actos electorales en sus comarcas más afines. El líder provincial, teórico números dos del partido, pareció invisible durante toda la campaña, aún a pesar de trasladar su voluntad de participar en todos los actos para los que fuera convocado, también en Alicante y Castellón. Su teléfono no sonó. Y en cambio sí que se disparó el malestar por las condiciones que se ponían en comarcas de su influencia. Bielsa convocó un acto en Mislata con un notable éxito de asistencia. Sin Morant, y sin Sandra Gómez, candidata en esos comicios.
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Desconfianza
A las 23.00 horas del 9-J se certificó la derrota electoral de los socialistas valencianos. Un resultado menos malo del que algunos vaticinaban, gracias a la desaparición de Sumar y al tradicional voto útil del electorado de Compromís. La valoración de los resultados de esa jornada corrió a cargo del portavoz de la ejecutiva, el alcalde de Elda Rubén Alfaro. Ni lo hizo Morant ni nadie le dijo a Bielsa que lo hiciera. Y Soler directamente remitió a la ejecutiva nacional. La desconfianza ya estaba definitivamente instalada. «Esa desconfianza proviene del congreso del PSPV de Benidorm (2021), cuando Puig pactó con Bielsa para ganarle a Ábalos el congreso provincial. Porque Puig ya no se fiaba de él y ya tenía previsto apartarlo en cuanto pudiera», reflexiona un dirigente.
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Los relevos
El último episodio se ha vivido las últimas dos semanas, con los cambios en la dirección provincial. Bielsa intentado forzar la salida de Mascarell -inaudito secretario de Organización provincial y al mismo tiempo de País- y la del alcalde de Cullera, Jordi Mayor, tradicional apoyo de Bielsa hasta que decidió sumarse al proyecto de Morant. Y la dirección del PSPV maniobrando para impedirlo. El resultado final es que uno y otro siguen en sus dos cargos. Y que Bielsa ha propiciado la renuncia de otros cuatro miembros de su dirección que estaban en la misma situación, precisamente para dejar a uno y otro en evidencia. «No está claro por qué Bielsa quería deshacerse de Mascarell», explica un cargo. «Un secretario de Organización tan sobrecargado de trabajo no tiene tiempo de ser un problema», se zanja.
El futuro
¿Y ahora qué? El año de inestabilidad en el PSPV no lleva camino de finalizar. El congreso ordinario que debe celebrar el partido tras el federal puede introducir novedades en la ejecutiva que lidera Morant. Y muchos miran a Bielsa. Otros en cambio sospechan que podría ser el líder provincial el que optara antes por apartarse de ese puesto, con la intención de preparar la previsible batalla por el congreso provincial.
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