JC. F. M.
VALENCIA.
Martes, 5 de marzo 2019, 01:07
Los dos protagonizaron ayer movimientos tácticos. Tanto Ximo Puig como Mónica Oltra siguieron ayer cierto guión de lo que cabía esperar de la jornada. Los dos tienen fortalezas y debilidades en sus discursos. El jefe del Consell puso en valor el carácter histórico de la decisión -la primera vez que se adelantan elecciones autonómicas- y rodeó de la máxima institucionalidad posible (salón de Corts) el anuncio. En el trasfondo de la decisión, no obstante, aprovechar el tirón electoral del PSOE. Adelantar elecciones bajo el convencimiento de que puede resultar electoralmente más útil es lícito, pero puede resultar cuestionable.
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Para Compromís lo fue. Oltra vistió su comparecencia ante los medios tras el anuncio del presidente de decepción, casi de tristeza. La vicepresidenta maneja como nadie ese tipo de registros en los que el discurso político adquiere tintes de dramatismo. Sin embargo, para una coalición nacionalista como la que ella lidera, un adelanto electoral para tratar de singularizar los comicios debería de ser una prioridad. Y defender que no es así tampoco resulta sencillo de sostener. De ahí su empeño en tratar de argumentar que la verdadera singularización hubiera venido de la mano de las municipales -aunque las autonómicas habrían vuelto a coincidir con una docena de regiones-. Difícil de explicar, al menos, para el Bloc.
Movimientos tácticos por ambas partes, dirigidos a obtener el mayor rédito posible de la decisión. El parto, la reunión del Consell celebrada desde las 17.00 horas, fue menos dramático de lo que cabía pensar. No hubo voces ni grandes protestas. Tampoco se levantó medio Consell para abandonar la reunión y expresar así su discrepancia. Puig expuso sus razones para el adelanto. Y Oltra, a continuación, expuso las suyas y también sus apoyos. La explicación que dio después respecto de si se había producido o no una votación se quedó al borde de vulnerar el secreto de las deliberaciones del Consell.
Puig, en su intervención ante los medios, leyó un discurso lento y sin alma. Las preguntas de los medios de comunicación le permitieron recuperar el aliento. «No somos Messi», dijo para comentar que había tratado de hacer las cosas lo mejor posible. Para un aficionado del Real Madrid, citar al crack azulgrana no deja de tener su ironía.
Oltra compareció después junto a sus consellers -no de ella, pero propuestos por Compromís-. La escenografía del equipo frente a la del líder en solitario. A la hora de la verdad, no obstante, nadie duda de que es ella quien decide y quien ejecuta. Ayer, por una vez, el que decidió y ejecutó fue Puig.
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