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A. G. R.
Lunes, 18 de junio 2018, 18:17
La repentina muerte de María José Alcón, exconcejal de Cultura del Ayuntamiento de Valencia, deja una incógnita que ya no se podrá despejar. ¿Cuál es su definitiva versión sobre el supuesto blanqueo en el Grupo Municipal del PP en 2015?
La edil, nada más ser detenida, compareció en el juzgado de Instrucción 18 de Valencia y tras escuchar los pinchazos telefónicos aceptó que existía una trama para blanquear dinero en el PP y que ella había participado. En aquel momento, la causa estaba bajo secreto. En esa comparecencia sólo estaban presentes el magistrado instructor, el fiscal Anticorrupción y el abogado de la exconcejal. Pero no el resto de partes.
Posteriormente, fue citada por el mismo órgano, Instrucción 18 de Valencia, una vez la causa ya era accesible para todos los letrados. Entonces, María José Alcón se acogió a su derecho a no declarar, privilegio que le concedía su condición de investigada, así como la posibilidad de faltar a la verdad para poder defender sus intereses judiciales.
El devenir de los acontecimientos terminó por enredarse algo más en los siguientes meses. Parte de esta investigación, en concreto los hechos que afectaban a Miquel Domínguez -concejal popular en Valencia desde 1995 hasta 2015 y actualmente diputado autonómico del grupo de los no adscritos-, se derivaron al Tribunal Superior de Justicia (TSJ) al ser este aforado. Y allí fue citada la exconcejala Alcón, pero como testigo y, por tanto, con obligación de decir la verdad de lo que se le preguntase.
En aquella comparecencia, la exedil lo negó todo. Según aquel nuevo relato de los hechos, su delicado estado de salud, acreditado en la causa a través de informes forenses, le llevó a supuestamente inventarse la historia de que el PP blanqueaba dinero negro. Los abogados del medio centenar de investigados, tras conocer esta información, reclamaron que compareciera de nuevo en el juzgado para aclarar las contradicciones. Alcón se ratificó en lo que dijo como testigo. Todo lo que había declarado con anterioridad, e incluso el contenido de las grabaciones policiales era mentira.
Ahora, el problema, es que la edil no podrá aclarar estas contradicciones en la vista oral -todas las fuentes dan por hecho que habrá juicio por el caso del blanqueo en el que tienen cabida todos los concejales del PP en el Ayuntamiento de Valencia excepto Eusebio Monzó- que se celebrará ya probablemente el próximo año. En el juicio el juez sólo puede valorar las pruebas que se aporten en la vista oral.
La Fiscalía, al igual que los abogados defensores, podrá introducir la declaración de la exconcejala durante la fase de la instrucción al solicitar la lectura de su comparecencia en la fase documental. La que más les interesa a los abogados de la acusación es, lógicamente, la de su primera visita al juzgado, donde admite los delitos. Esta sería la de mayor valor para las acusaciones. Pero las defensas, sin duda, impugnarían esa declaración porque se vulneró el principio de contradicción al no estar el resto de abogados presentes. La investigación era secreta.
Las defensas, por contra, preferirán utilizar las manifestaciones que realizó Alcón durante la fase de instrucción en las que defendía que denunció el blanqueo tras enterarse de que se quedó sin posibilidades reales de salir elegida concejal en los comicios de 2015. Eso sucedió el 14 de marzo del año pasado, cuando declaró en la causa abierta en el TSJ contra el exconcejal popular y diputado autonómico Miquel Domínguez.
La exedil popular recordó las circunstancias de la conversación en la que de una manera muy didáctica explicó a su hijo el método utilizado para efectuar el blanqueo. «Estaba ingresada en el Hospital Aguas Vivas con mucha medicación a raíz de una depresión muy grande cuando el PSPV acusó a mi marido en el caso Nóos». Su esposo, Alfonso Grau, fue absuelto con posterioridad. Relató que si bien en un primer momento se negó a donar los 1.000 euros al PP para la campaña municipal, luego efectuó el ingreso a través de su hermano y negó que el partido le devolviese dos billetes de 500.
En aquella comparecencia el fiscal le preguntó sobre la conversación con su hijo en la que relató la cómo se hacía el blanqueo. «Estaba muy confundida, medicada y no sé ni lo que dije. De hecho, en la declaración que hice en el juzgado tras estar cuatro horas con una manta sucia y llena de chinches y sin medicación...». «Cuento cosas a mi hijo que no sé cómo pude decir aquellas cosas. Es un cúmulo de errores que desde la serenidad se aclaran». En noviembre pasado ratificó esta versión.
Las intervenciones telefónicas siguen teniendo el mismo valor que si Alcón estuviera viva. El fiscal podría pedir su audición en la vista para reflejar posibles contradicciones con las declaraciones de algunos investigados. De igual modo, están incorporadas a la causa como documental.
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