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La segunda edición del Botánico se está tomando su tiempo para definir el nivel administrativo que las doce consellerias en que se estructuró requieren para poder funcionar, más allá de la vida política de la Administración. Para ello, necesita de los Reglamentos Orgánicos y de Funcionamiento (ROF) y su posterior orden de desarrollo. Y nueve meses después, el Consell sólo ha sido capaz de alumbrar dos de estos documentos. En concreto, los de las dos nuevas consellerias que echaron a andar tras la firma del nuevo pacto entre PSPV, Compromís y Unidas Podemos. La vicepresidencia segunda y Conselleria de Vivienda y Arquitectura Climática, y la Conselleria de Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad Digital, lograron aprobar sus ROF antes de final del año pasado, pero ha sido estos últimos días cuando se ha hecho pública la orden que pone nombre y, sobre todo, número, al entramado administrativo que permitirá hacer funcionar los departamentos. Y como todo en esta segunda edición, las subdirecciones y servicios que se han habilitado en las dos consellerias de nueva creación, también han crecido en volumen. En concreto, cada conselleria contará con 25 puestos entre subdirecciones y jefaturas de servicio que deberán empezar a dotar a partir de su publicación en el Diario Oficial de la Generalitat( DOGV) la pasada semana.
La cifra ha crecido de una manera significativa, ya que tanto Innovación como Vivienda se han convertido en consellerias a partir de una secretaría autonómica y una dirección general, respectivamente, situadas en las Consellerias de Educación y de Obras Públicas, en la pasada legislatura. En total, las dos nuevas áreas contarán con 50 puestos de carácter funcionarial al más alto nivel.
Bajando al detalle, la Conselleria de Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad Digital, que dirige Carolina Pascual (designada por el PSPV). hizo pública la semana pasada la orden de desarrollo de su ROF, que deja en 22 el número de subdirecciones y jefaturas de servicio, además de las tres direcciones territoriales -una por provincia- con que contará el departamento. En concreto, necesitará de cuatro subdirecciones, una por cada dirección general excepto la de Lucha Contra la Brecha Digital, que no tiene, y otra para el gabinete técnico. El número de servicios se queda en 18. Las cifras son llamativas porque la actual Conselleria surge de la secretaría autonómica de Universidades y un conjunto de nuevas competencias en Innovación que comparte con la Conselleria de Economía a través de IVACE. En la anterior legislatura, Universidades requirió sólo de una subdirección de universidades y cuatro servicios: universidades, regulación universitaria, política científica y gestión del I+D+I. Ahora, al necesitar estructura completa, pasará de los cinco puestos específicos, a 25, con el total del aparato administrativo. El presupuesto que gestiona este área asciende a 927 millones en total -de los que 828 millones son para universidades y apenas 91 para Innovación-. La parte política está compuesta por nueve altos cargos -aunque la dirección general de Ciencia permanece vacante- y seis asesores y asesoras.
En el caso de la Vicepresidencia segunda y Conselleria de Vivienda y Arquitectura Bioclimática, dirigida por Rubén Martínez Dalmau (de Unidas Podemos), las cifras son casi iguales. El departamento surge de una escisión de la entonces Conselleria de Obras Públicas y Vivienda, donde contaba con una dirección general de Vivienda. Para ello, contaba con dos subdirecciones generales de Vivienda y de Políticas Sociales, y con cuatro servicios de Planificación Económica, Coordinación, Arquitectura y Rehabilitación. Con la conversión del departamento en Conselleria, la orden que desarrolla su ROF ha dejado en 25 puestos de alto funcionario el número de servicios que se necesitan cubrir para el desarrollo del día a día de la Vicepresidencia segunda. Se trata de cinco subdirecciones generales y diecisiete jefaturas de servicio y tres direcciones territoriales. Todas ellas corresponden a Vivienda y al aparato de la Subsecretaría, mientras que sólo una, el servicio de Coordinación Institucional y Análisis, corresponde a la parte de la Vicepresidencia, por debajo de la dirección general del mismo nombre. La Conselleria gestiona un presupuesto de 188 millones y cuenta con un total de nueve altos cargos y nueve asesores y asesoras.
A falta de conocer los ROF de las otras diez consellerias, que permanecen paralizados por discrepancias políticas entre socios ya casi nueve meses, lo cierto es que el desarrollo de los dos primeros ha permitido vislumbrar la tendencia que imperará en el momento en que se completen los organigramas. Y es el del crecimiento de puestos de libre designación.
Y es que el incremento de consellerias, secretarías autonómicas y direcciones generales que ya supuso el Botánico traerá consigo un notable aumento de puestos de libre designación ocupados por empleados públicos. Las subdirecciones generales, secretarías generales administrativas y jefaturas de servicio y de sección deben salir de la actual cantera de empleados públicos de la Administración. Una tarea que se prevé complicada en los próximos meses y que ya se ha comenzado articular. El anterior Consell del Botánico dirigido por PSPV y Compromís estaba formado por 10 consellerias y subsecretarías , 22 secretarías autonómicas, y 56 direcciones generales. 98 altos cargos en total. Para poder hacer frente a la gestión administrativa diaria de las diez áreas, necesitaron de un total de 598 empleados públicos de alto nivel sólo para cubrir los puestos de libre designación que se habilitaron. En concreto, las consellerias contaron con 111 subdirectores generales, diez secretarios generales administrativos y 477 jefes de servicio. Es decir, una estructura de casi 600 funcionarios de la más alta categoría administrativa para poder sacar adelante el trabajo de la Generalitat Valenciana que, con las cifras que ya han enseñado las dos primeras consellerias, se superará con creces casi con toda seguridad. Además los subdirectores y jefes de servicio sólo pueden salir de los empleados públicos con licenciatura o grado. Los A1 o A2. Los interinos, por ejemplo, no pueden aspirar a esas plazas que los altos cargos eligen directamente por libre designación. Es decir, a dedo. Por ocupar estas plazas, perciben los complementos más altos de la Administración, por lo que, aunque se trata de empleados públicos, la partida empleada para este tipo de cargos también sufrirá un aumento de gasto con toda probabilidad.
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