La austeridad ha muerto. La gestión de la diversidad le ha clavado la puntilla a la política de apreturas a la que hasta ahora se había visto sujeta la Generalitat Valenciana, heredada de los años de crisis económica. Pero los brotes verdes parecen haber florecido en la Comunitat Valenciana del Botánico aunque, los principales agentes económicos valencianos ya alertan de que tanta alegría no durará mucho en casa de Ximo Puig y Mónica Oltra. El problema es que a pesar de las advertencias de los más agoreros del mundo financiero, el nuevo Consell del Botánico surgido de las urnas del pasado 28 de abril han decidido ampliar la familia y mudarse a un nuevo hogar con más y mejores habitaciones.
Publicidad
La nueva Generalitat crecerá en esta décima legislatura hasta las 14 / 15 consellerias, incluida la figura del propio presidente y las vicepresidencias que sean necesarias para poder cerrar un acuerdo de mínimos que pueda permitir que Ximo Puig sea reelegido jefe del Consell el próximo miércoles. Y para eso, necesita los 27 votos de su partido, el PSPV; los 17 de Compromís, y los 8 de Unidas Podemos, en una primera votación en la que se requiere mayoría absoluta.
Y para poder amarrar esos 52 votos, las negociaciones que pondrán sobre el papel los deseos y anhelos de cada una de las tres partes que compondrán el nuevo Consell están siendo arduas. La fórmula del éxito será sólo aquella que contente a los tres socios y, con la calculadora en la mano, todos han hecho ya sus cuentas. Por ponernos en antecedentes, partimos de la base de un Consell del Botánico que a lo largo de estos últimos cuatro años ha sumado diez áreas de gestión, incluidas la Presidencia para el PSPV y una vicepresidencia para Compromís. El resto de consellerias (ocho más) se repartieron a partes iguales entre los dos socios. Pero la entrada de Unidas Podemos en el nuevo Gobierno que echará a andar el día 17 de junio previsiblemente ha cambiado los equilibrios y el reparto de espacios, y amenaza con disparar las cifras de la actual estructura.
Las cifras encima de la mesa de la negociación llegan hasta las quince consellerias, un récord sólo alcanzado por un Gobierno valenciano, el presidido por Francisco Camps, entre los años 2007 y 2009. Un espejo en el que el nuevo Botánico preferiría no mirarse, ya que supondría un incremento de hasta un 50% de altos cargos en el primer escalón. El segundo ni siquiera está diseñado. Sin embargo, quince o catorce son los número más factibles para poder dar cabida a todas las sensibilidades de los socios. Y nadie quiere perder un centímetro de espacio.
La primera parte de la ecuación que permitirá despejar la X empieza por Compromís, la coalición que alberga a Bloc, Iniciativa y Els Verds. La formación que lidera Mónica Oltra no renuncia a perder ni un centímetro de espacio. Es decir, quiere mantener las cinco consellerias (una de ellas la vicepresidencia) que ha tenido durante estos años. renunciar a una conselleria supondría evidenciar un retroceso en votos y en influencia política dentro de los nuevos equilibrios. Pero también menos puestos en los que poder designar a cargos de Compromís y un recorte en ingresos de la asignación que mensualmente todos los cargos públicos transfieren a la caja del partido al que pertenecen en forma de donación. El famoso impuesto revolucionario de los partidos. En la actualidad, Compromís tiene la mitad de los 114 altos cargos que componen el Ejecutivo y 31 de los 72 eventuales, que aportan a sus formaciones de origen un porcentaje de su sueldo público que, según el propio portal de Transparencia de la coalición deja entre 410 y 530 euros mensuales.
Publicidad
Partiendo de la base de que Compromís quiere mantener su status, los nuevos inquilinos de Unidas Podemos ( coalición surgida de la fusión de Podemos y Esquerra Unida) quieren debutar en la Administración por la puerta grande. De momento, ya han pedido una vicepresidencia de nueva creación para igualarse a Compromís en importancia y quieren que su peso en el Consell sea la mitad que el partido de Oltra, ya que aseguran que sus ocho escaños avalan esta tesis. Su entrada en el Gobierno supondrá también una revolución financiera para la coalición que ingresará por primera vez sueldos públicos. Si finalmente Podemos se queda una conselleria o vicepresidencia y Esquerra Unida otra, la cifra de altos cargos en el Consell subirá seguro hasta la veintena, una vez nombrados los gabinetes, hecho el mestizaje en otras consellerias y repartidos los espacios en las empresas públicas. Si sigue el ejemplo de Les Corts, los cargos del nuevo Consell percibirán en sus nóminas el sueldo establecido por la propia Generalitat para su puesto y la diferencia hasta tres veces el Salario Mínimo Interprofesional se destinará al partido y a proyectos de índole social. La entrada en la Generalitat insuflará alivio económico a las cuentas de la formación. Lo que tendrán que decidir los cargos que sean los elegidos para ocupar las carteras y las secretarías autonómicas y direcciones generales es si hacen uso del coche oficial que brinda el cargo (los conductores son empleados públicos y el parque móvil ya existe) o por el contrario y como ya sucede en Les Corts, renuncian a la prerrogativa y usan el transporte público.
Resueltas las peticiones de puestos de los dos socios con menos acciones en la UTE del Consell, el PSPV también tiene lo suyo en la operación. Los socialistas, ganadores de las elecciones autonómicas, son ahora la primera fuerza de la Comunitat y del Botánico, con 27 escaños. Su cifra es más que la suma de los sillones en Les Corts de Podemos y Compromís, por lo que quiere trasladar esa mayoría absoluta al número de carteras en la Generalitat. Si los otros dos socios imponen su criterio de tener cinco y dos áreas, la formación que dirige Ximo Puig debe tener siete consellerias, dos más de las actuales. La figura del presidente debe quedar al margen de las cifras, según defienden los negociadores socialistas, por lo que le número total de departamentos pasaría de los diez actuales a quince. Aún así, sabedores de que la cifra podría suponer un problema para la imagen pública de un Gobierno que quería deshacerse de las etiquetas superlativas, el PSPV estaría dispuesto a ceder el número de plaza que ocuparía la Presidencia e introducirlo dentro de sus siete áreas de gestión. En ese caso (el número de consellerias se elevaría a catorce) los socialistas no tendrían mayoría absoluta dentro del Ejecutivo, pero sí podrían hacer valer el voto de calidad del presidente, una prerrogativa exclusiva del jefe del Consell, regulada en el decreto de funcionamiento del Gobierno valenciano.
Publicidad
Con el crecimiento en cargos dentro de la Generalitat, los socialistas también ganarán capacidad económica, ya que todos los cargos nombrados por cuota de la formación desembolsan una parte de su salario mensual para financiar al partido en concepto de donaciones. La cantidad es proporcional al sueldo y supera los 300 euros mensuales.
El actual Consell había sido hasta la fecha uno de los más austeros en número de áreas. Si nos remontamos a todos los organigramas de la Generalitat, sólo Joan Lerma y dos años del primer Gobierno de Eduardo Zaplana bajaron de las nueve consellerias con el presidente aparte. Una cifra que en 2012 recuperó Alberto Fabra, con un recorte de la Administración sin precedentes.
Publicidad
En la actualidad, el Consell saliente deja 186 cargos que cesarán la próxima semana automáticamente. Eso, sin contar el sector público empresarial. La Generalitat actual consta de 114 altos cargos entre el president, la vicepresidenta, los ocho consellers, los diez subsecretarios, los 22 secretarios autonómicos y los 62 directores generales, al margen de los 72 asesores que conforman los gabinetes. Sólo los altos cargos suman 6,2 millones de euros en sueldos al año sin contar los suplementos de vivienda si no tienen su domicilio en Valencia o los trienios si son empleados públicos. La cifra aumentaría hasta los 9 anuales con los asesores. Un importe que se multiplicaría con el aumento de la estructura prevista.
Unos datos que contrastan con las advertencias de la AIReF, del ministerio de Hacienda o de la propia Intervención de la Generalitat, que dibujan un escenario bastante más negro que el optimismo con el que el nuevo Botánico diseña su aumento de nuevos huecos. La situación macro que muestran todos los indicadores económicos no debería permitir demasiados fuegos de artificio. Y eso es sólo la Administración general. El sector público aún no ha entrado en el reparto.
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.