![Orengo se despide de Presidencia tras la inauguración de la exposición sexual en la Marina](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201809/25/media/cortadas/orengo-k87B-U601024903195zFG-624x385@Las%20Provincias.jpg)
![Orengo se despide de Presidencia tras la inauguración de la exposición sexual en la Marina](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201809/25/media/cortadas/orengo-k87B-U601024903195zFG-624x385@Las%20Provincias.jpg)
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«Mañana martes a las 19.30 horas quien quiera puede venir a La Marina de Valencia a compartir con alegría una cerveza de despedida que nos haremos al acabar la inauguración de la exposición de Toni Miró«. Así empieza Orengo un mensaje en las redes sociales publicado hoy donde se despide de su actividad política, que actualmente le sitúa como asesor de Presidencia de la Generalitat. El que fuera número tres del PSPV, alcalde de Gandía y principal estratega de los socialistas valencianos durante años se apresta a celebrar «porque acabo un periodo y vuelvo a comenzar de nuevo. Es la gran oportunidad que tenemos los inquietes que nos sentimos un poco libres en una sociedad que cuesta mucho serlo».
Orengo, tras abandonar la Diputación de Valencia donde ejerció de jefe de Gabinete de Jorge Rodríguez, emprendió aventuras como la puesta en marcha de la Fundación Cical, un proyecto que naufragó. «De tanto en tanto algunos tenemos la suerte de poder comenzar de nuevo y sin confesarnos. Yo lo hice hace un tiempo cuando abandoné la empresa para entrar en política de la mano de Pepa Frau«, relata Orengo sobre su llegada al Ayuntamiento de Gandía gracias a la exalcaldesa de la capital de la Safor. »Lo volví ha hacer cuando perdí la alcaldía de Gandía y me impliqué en recuperarla con Ximo Puig y Diana Mortant. Y lo hago con respeto queda vez que lo he sentido necesario en mi vida personal«, relata el exdirigente socialista, un auténtico fontanero de las estadísticas electorales, capaz de movilizar agrupaciones a favor o en contra de un líder o de un adversario.
«Ahora ya es diferente. No quiero más política. Ni más ambición que no sea la de sentirme vivo y libre, útil a aquellos que me importan fuera de la vida pública», explica Orengo.
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