Directo Última hora del temporal: alerta roja en Castellón
El presidente Mazón, en el despacho del Palau. Txema Rodríguez

El Palau no tiene ala oeste

La dana ha evidenciado las debilidades del equipo del presidente. Un núcleo duro demasiado pequeño, en el que se echan en falta perfiles más políticos

Domingo, 2 de marzo 2025, 00:29

En la política, como en las empresas, igual de importante es el CEO que sus trabajadores. En el deporte, el fútbol y el ciclismo, por ... ejemplo, constituyen dos disciplinas donde el éxito proviene del mejor engranaje posible. Se necesita un líder, evidentemente. Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, ejerció ese rol sin problemas, con demostrada solvencia incluso, en los momentos de bonanza. Fue un año y medio de vino y rosas. Impulsó su paquete legislativo y acudía a Les Corts con la suficiencia de quien roza la mayoría absoluta.

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Todo cambió en 24 horas. Las del 29 de octubre. Una jornada que se saldó con la muerte de 227 personas. Fue entonces, ese mismo día, pero también durante los cuatro meses posteriores a la tragedia cuando se ha evidenciado la soledad en la sala de máquinas del Consell.

Mazón está desnudo. Se falló el día D. Y no sólo lo hizo la Generalitat. El estrepitoso silencio de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) sobre el barrando del Poyo merecería el mayor de los reproches. El presidente del órgano, Miguel Polo, participó en la reunión del Cecopi y no alertó de esta emergencia. Y esto dejando de lado la explicación de los correos o del sistema automático de información. Un responsable que participa en un reunión de esta naturaleza está para informar de la última hora y hacerlo en persona. En caso contrario, ¿para qué participa?

Pero a la falta de previsión de la Generalitat, escenificada en el cese –para algunos incomprensiblemente dimisión– de Salomé Pradas conviene añadir una cadena de errores en materia comunicativa y estratégica que han ido hundiendo paulatinamente la imagen del presidente.

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Mazón logró un balón de oxígeno con la llegada de la Navidad y el reconocimiento del propio Polo de que nunca se informó del barranco que generó la tragedia. Faltó, tal y como se ha visto, un equipo no de comunicación sino más orientado a la estrategia.

El núcleo duro, el círculo más estrecho de colaboradores de Mazón en el Palau de la Generalitat está compuesto por un pequeño grupo de profesionales, varios de ellos con cierta trayectoria en los medios de comunicación.

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El secretario autonómico del Gabinete del Presidente y Comunicación, José Manuel Cuenca, es probablemente la persona más cercana al jefe del Consell, y junto a él, el secretario autonómico de Presidencia, Cayetano García, y el director general de Comunicación y Promoción Institucional, Francisco González, son algunos de los altos cargos más cercanos a Mazón desde su llegada al Palau de la Generalitat. Con ellos, el secretario autonómico de Relaciones Institucionales y Transparencia Santiago Lumbreras, y la directora general de la Oficina de Prensa de Presidencia, Maite Gómez. Josep Lanuza no ha tenido un papel menor en estos meses.

Sin embargo, en el equipo más cercano al president se ha echado en falta la presencia de perfiles más políticos. La gestión de la dana ha puesto de manifiesto ausencias significativas, referentes del partido con los que no se ha contado o a los que no se les ha pedido opinión a pesar de tratarse de una situación de crisis, a estas altura la más grave de la legislatura de Mazón y quizá de la historia reciente de la Comunitat Valenciana.

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La falta de perfiles políticos, a juicio de algunas fuentes parlamentarias, se encuentra en el origen de una gestión confusa del relato de la dana. La Generalitat, tras conseguir redirigir el foco de lo ocurrido a las responsabilidades del Gobierno central, por la falta de información de la CHJ, los datos erróneos de la Aemet, la fuga de Pedro Sánchez o la falta de empatía de Teresa Ribera, ha vuelto a girar esta semana hacia el 29 de octubre y la agenda de Mazón.

Una alteración del guion que ha vuelto a poner a la defensiva al president de la Generalitat, obligado a resguardarse judicialmente, pero dejando abierto el flanco político con una ausencia del Cecopi, hasta las 20.28 horas, que después del balance de víctimas mortales que ha dejado la riada se antoja insostenible. «Mazón montó un gabinete sin medio gramo de pensamiento político», se señala. Y esa ausencia de perfiles puede haber sido determinante en el desarrollo de esta crisis, que tiene en frente ni más ni menos que a la todopoderosa maquinaria de la Moncloa.

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En realidad todo ha fallado en los últimos cuatro meses. Erró el presidente en la famosa comida de El Ventorro. No era el día -recordemos que había alerta roja y las primeras noticias de Utiel- para quedar y ofrecer la dirección de À Punt. Más que el motivo del encuentro -la realidad es que esto siempre se ha negociado de esta forma- la equivocación fue el día.

Pero las consecuencias se multiplicaron con la tardanza en revelar el motivo de la comida y la acompañante, la periodista Maribel Vilaplana. Además, los cambios de versión se sucedieron. Primero era un almuerzo privado; más tarde una comida de trabajo. La oposición se volcó en la reclamación de las facturas. Pero Mazón alegó que acudió como presidente del PP - ¿un presidente de la Generalitat deja en algún momento de serlo?- y de esta forma evitaba entregar la factura. Un documento que quizá recoja la hora de su elaboración.

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Hoy, cuatro meses después, se ignora el importe exacto –alrededor de 160 euros- y la duración del encuentro. No es el único agujero en la agenda de aquella tarde. Mazón abandonó el restaurante y se dirigió al Palau. Llegó sobre las seis de la tarde y hasta las 20.28 –dato conocido esta semana tras un requerimiento judicial sobre las autoridades en el Cecopi– no entra en la sede de Emergencias. Casi tres horas y media más tarde del inicio de la reunión. En un primer momento indicó que se incorporó a partir de las 19 horas. La realidad fue que lo hizo una hora y media más tarde que su primera y confusa versión.

«Mazón se montó un gabinete sin medio gramo de pensamiento político», sostienen algunas fuentes populares

De igual modo, esta semana ha revelado que tuvo 16 llamadas a partir de las 17.37 horas. ¿Son muchas o pocas? ¿Suficientes? Es difícil calcular el trabajo de un presidente en esas horas cruciales. La información la proporcionó en un desayuno en Madrid este pasado lunes. No lo hizo ni en su primera comparecencia en Les Corts ni en la de otros plenos. Es más, desde Presidencia apuntaron que no se podía conocer ese detalle por la propia configuración de la factura. De nuevo, opacidad.

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De inmediato, el argumentario viró para desmentir lo que había denunciado la oposición: que estuvo incomunicado la mayor parte de la tarde.

Cuatro meses después todavía se ignora con detalle qué hizo Mazón la fatídica tarde del 29 de octubre

La supuesta estrategia judicial de Mazón ha dejado al descubierto su vertiente política. En un primer momento trasladó que se puso al frente de la emergencia –no pensemos en organigramas– nada más se percató de la gravedad, sobre las 19 horas, y tras un viaje con cierto tráfico desde el Palau a Emergencias. Pero su llegada a las 20.28 horas, en realidad, muestra su ausencia en la adopción de medidas.

Presidencia difundió la imagen de su entrada en la sede de Emergencias. Pero otra vez se utilizó esta información para atacar a la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé. «Ha mentido», insistían. La dirigente había insinuado que el mensaje no se envió hasta que el presidente llegó al Cecopi. «Sólo vi a Mazón después de que se enviara el mensaje». Cuatro meses después de la dana, salvo la consulta lingüística que se vota estos días, no existe otro asunto que Mazón y su gestión incluso superando en determinadas fases el buen trabajo en la reconstrucción y las ayudas a la población.

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Génova no ayuda a Mazón. Feijóo ha tenido hasta tres episodios en los que ha desautorizado al presidente o ha dejado su futuro en el aire

Génova se ha convertido en un pequeño elemento saboteador la estabilidad del Consell. Feijóo nunca fue de Mazón ni viceversa. Tienen la cordialidad de pertenecer al mismo partido, pero sin excesivo afecto personal. El feeling del expresidente gallego era, en realidad, con Isabel Bonig. Aquel pacto exprés del PP con Vox por cerrar el futuro gobierno valenciano irritó a la dirigencia nacional.

Desde la dana, Feijóo ha tenido al menos tres episodios desafortunados con el líder valenciano. En un primer momento, cuando reclamó que el Gobierno central asumiera el mando de la emergencia al declarar el nivel 3, una posibilidad que Mazón siempre se negó a solicitar. Más adelante, con esa expresión de que Mazón estuvo «noqueado» durante los días posteriores a la tragedia. Uno de los peores calificativos que se puede dirigir a un dirigente en una situación de crisis. Y ya, por último, la puntilla este pasado lunes durante la fallida expedición de Mazón a Madrid para una conferencia cuando respecto al futuro del alicantino indicó que tomarán la mejor decisión porque es importante gobernar en Valencia.

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El PSPV y Compromís presionan ahora con la amenaza de una moción de censura. Feijóo, de momento, no ha pulsado el botón rojo. Pero se teme que Mazón, en lo que sería una despedida kamikaze, convoque elecciones... En el momento en que las encuestas muestren que Mazón se ha convertido en un lastre demasiado pesado para Feijóo, todo puede pasar. Máxima tensión en el Palau y en las calles. Una atmósfera a punto de explotar.

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