![El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, junto al director de LAS PROVINCIAS, Jesús Trelis, y Pablo Salazar, jefe de Opinión del periódico.](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/05/24/PHOTO-2023-05-24-10-28-39-k8EE-U200383505876EWE-758x531@Las%20Provincias.jpg)
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«Si hay una comunidad donde resalta la proyección exterior de España, esa es la Comunidad Valenciana». Bajo esta declaración de principios, José Manuel Albares, ministro de Exteriores, ha presentado ante la audiencia congregada en LAS PROVINCIAS su visión de 'España ante el mundo', un encuentro informativo organizado por este periódico donde ha repasado la agenda exterior del Gobierno a partir de una confidencia inicial: «Uno siempre se imagina al ministro de Exteriores en el exterior, pero yo vengo a menudo a Valencia». Dicho lo cual, Albares ha recordado que el martes ya aprovechó su visita para inaugurar «un formato inédito hasta ahora en nuestras relaciones exteriores». Aludía en esos términos a la firma de la declaración de Valencia en un modelo trilateral entre España, Polonia y Rumanía, «que pasará a la historia con ese nombre justo antes de que asumamos la presidencia de la UE el 1 de julio». El titular de Exteriores ha aprovechado ese acuerdo recién sellado para subrayar que España «tiene una relación muy sólida con los países del Mediterráneo, también con el eje franco-alemán y con Portugal y desde ahora trazamos un puente con los dos países más grandes de la UE precisamente aquí, en Valencia».
De hecho, el ministro ha mencionado para respaldar su argumentario la convocatoria en octubre de sendas reuniones europeas en la Comunitat. Una cumbre sobre comercio («Aquí tomaremos decisiones importantes en materia de comercio exterior, con la idea de atraer más inversiones», ha señalado) y otra de índole ministerial que versará sobre los Balcanes. «El Gobierno tiene en mente a Valencia», ha asegurado. Hecho este preámbulo en clave local, Albares ha desarrollado los distintos ejes de la estrategia de su Ministerio, con un primer aviso: «Es un momento de cambio». «Somos conscientes», ha añadido, «de que el orden europeo se está transformando irreversiblemente y que el mundo es distinto hoy del que venimos, aunque de momento sólo vemos los contornos de ese cambio».
Luego de recalcar que «es importante que España sea actor y no espectador de la política internacional», el ministro ha traslado a su auditorio, formado por decenas de personalidades de la vida social valenciana, una de las ideas fuerza de su mensaje: «La geopolítica marca el ritmo de la economía». Una opinión basada en que, a su juicio «la agresión ilegal de Rusia a Ucrania y la crisis del covid han alterado la fisonomía del mundo». Reflexión de donde nace una conclusión central: «Más que nunca las alianzas entre Administración y empresa privada son fundamentales para atravesar las crisis y solventar las consecuencias de la agresión a Ucrania».
Las recientes visitas de Pedro Sánchez a Pekín y Washington han permitido a Albares observar que «ahora por fin la voz de España se está oyendo con mucha fuerza en el mundo» y agregar acto seguido que la comunidad internacional «espera el liderazgo español porque es europeísta y tiene visión europea». «España está en perfecta sintonía con sus vecinos más directos», ha señalado, antes de atacar lo que ha denominado «chantaje gasístico de Putin» y proclamar que «la paz de Ucrania será la prioridad de la presidencia europea de España». Una teoría que a continuación ha desarrollado con estas palabras: «Europa es una construcción de paz. La paz no es solo un bello valor filosófico sino el motor de los valores que han dado estabilidad y prosperidad a la Unión Europea. Lo que está en juego es además de la integridad territorial de Ucrania y su soberanía es el modelo de Europa». Y un apunte adicional: «Rusia ha perdido la guerra diplomática».
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Jose Luis Bort Izquierdo
Ese ha el momento central de su mensaje inicial, antes de mantener un coloquio con el director de LAS PROVINCIAS, Jesús Trelis, y Pablo Salazar, jefe de Opinión del periódico. «Lo que está en juego», ha subrayado Albares, «es la integridad territorial de Ucrania y su soberanía, además el modelo de Europa». Un mensaje que ha enmarcado en la defensa de los valores propios del continente (tolerancia, pluralidad, Estado de Derecho) para situar luego el conflicto a propósito de la invasión rusa en términos casi conceptuales: la comunidad internacional debe decidir, de acuerdo con sus palabras, «si avanzamos hacia el futuro o hacia la época más oscura del pasado». Aquel mundo ya superado que ha definido así: «Décadas de alambradas donde el más fuerte podía imponer sus decisiones sobre los demás». Para Albares, la coyuntura que cruza Europa más de un año después de la guerra depara «consecuencias económicas y sociales que están muy presentes en el impulso que vamos a dar a la UE durante la presidencia». Un punto de vista que ha desarrollado según una estrategia que atiende a varias vertientes; por ejemplo, su propósito de contribuir desde España a «reindustrializar Europa».
Se trata de un objetivo que el ministro ha enfocado desde una perspectiva muy amplia. Una reindustrialización que atendiera a nichos de actividad alejados del canon, como la salud o la alimentación, puestos de actualidad con las dos crisis consecutivas que vive el mundo, y que necesitan una reflexión colectiva a partir de la evidencia de cómo sufrió el sector industrial europeo antes de ofrecer una respuesta conjunta que solventara las lagunas de abastecimiento de material sanitario y agroalimentario observadas en el combate contra la pandemia «y en los primeros días de la agresión» rusa contra Kiev. «Las industrias europeas tienen que ser competitivas, dotadas de capacidad para la transformación verde y la digitalización», ha afirmado.
En esa misión que el ministro de Exteriores observa a corto plazo para fortalecer el discurso europeo, ha incluido otros factores que juzga prioritarios: por ejemplo, proteger a los ciudadanos, en especial «a los jóvenes, que tan difícil tienen el acceso a la vivienda». Procurar que mejore «una formación de calidad para todos» y también «luchar contra pandemias que recorren Europa como la soledad, que es una enfermedad» forman también parte de esa estrategia paneuropea donde Albares reclama una política común que ponga «la salud mental en el centro de la acción». ¿Más objetivos? Los hay, según su opinión: desde el cumplimiento de la «igualdad retributiva y en los puestos directivos, pero también de oportunidades» entre mujeres y hombres, hasta la necesidad de «redescubrir en Europa el valor de la unidad y la solidaridad», pasando por un análisis detallado de las vulnerabilidades que distinguen al continente, como la conveniencia de «completar el mercado gasístico, impulsar energías renovables y avanzar hacia la soberanía energética». Un punto donde ha aprovechado para resaltar que las decisiones del Gobierno en materia de contención del precio del gas lo sitúan hoy en «mínimos históricos» y sirven «para proteger a nuestras industrias y a nuestros ciudadanos».
Ese principio de unidad de acción que reclama Albares («Cuando estamos juntos salimos antes de las crisis y no nos dejamos a nadie atrás», ha recalcado) ha permitido desplegar una visión de la política exterior española pensada en esos términos cooperativos. Una estrategia en red. «Necesitamos socios en el mundo que compartan nuestros valores y nuestra visión: por fin España está contando en la escena internacional». «Como ministro», ha proseguido, «tengo más claro que nadie lo que tenemos que hacer bien fuera para hacerlo bien dentro». Un aviso concretado en los avances que, en su parecer, ha promovido el Gobierno en distintos ámbitos: vacunación, lucha contra el cambio climático, fondos next generation, inmigración… Un compromiso que Albares ha garantizado defender en todos los territorios del globo, empezando por una región clave, la iberoamericana: «Gestionaremos con nuestros aliados en América Latina, la región más eurocompatible del planeta, una agenda europea». Un ambicioso programa de inversión que obligue a la política exterior española a «mirar al sur». Ambición final: «Que los países mediterráneos trabajemos juntos para que sea un espacio de intercambio y no la tumba de miles de personas». Un mirada meridional que incluya a África: «Es un gran desafío pero también un continente de oportunidades para Europa».
Concluida su intervención, el ministro José Manuel Albares se ha sometido a las preguntas de los periodistas de LAS PROVINICIAS. Un cuestionario muy vinculado a la actualidad: Mestalla, Vinicius, la controversia sobre el racismo... «España no es un país racista», ha proclamado. «Es un país tolerante», a su juicio, «donde la mayoría de la sociedad acoge a gente de todos los países. Hemos sido un país de inmigración y ahora acogemos con naturalidad a quien llega». Y una sentencia final: «Las expresiones racistas son siempre despreciables por lo que conllevan de repugnante. Atacan la dignidad del ser humano, que es la base misma de la sociedad, y choca con los valores del deporte».
Ese paseo por la evolución del peso de España en Europa y en el mundo ha permitido al titular de Exteriores concluir que la política internacional de nuestro país alcanza hoy «su máximo histórico». Una frase en respuesta a las preguntas de los periodistas Trelis y Salazar que ha inaugurado ese tramo del encuentro informativo, no por casualidad incluido dentro de la iniciativa 'Tendemos puentes' que impulsa este año LAS PROVINCIAS. Esa opinión lanzada por Albares se explica, según su discurso, en función de las recientes visitas de Pedro Sánchez a Pekín y Washington para reunirse con los presidentes de ambas superpotencias en favor del objetivo primordial de la estrategia exterior española: «Que la paz regrese a Ucrania». «El liderazgo español ha puesto las soluciones correctas encima de la mesa», ha observado al respecto del contexto global. Entre esas soluciones ha citado iniciativas promovidas desde Moncloa como la mutualización de la compra de material sanitario frente al covid «al margen de nuestro poder adquisitivo», el impulso a los fondos next generation «para salvar sectores enteros de la economía y a los trabajadores que están detrás de ellas» y la participación española «en la compra conjunta de armas de Europa para que Ucrania pueda defender su soberanía y a sus civiles», así como instar a la comunidad internacional a sanciones conjuntas contra Putin.
«Nos gusta jugar en lo colectivo», ha apostillado Albares. «Se está oyendo nuestra voz como no se había oído hasta ahora. Tenemos las ideas claras y la visión necesaria para un momento de cambio»: unas palabras que han precedido a una calculada demostración de sus virtudes para la diplomacia, sin que las preguntas más comprometidas alteraran su discurso. ¿Discrepancias con Podemos en el Gobierno sobre la política exterior? «No hay fisuras. Todo el Gobierno está unido para que la paz regrese a Ucrania». ¿Envío de aviones de caza a Kiev? «Estamos unidos también con nuestros socios europeos: estaremos junto a Ucrania todo el tiempo que sea necesario. No es un debate que haya llegado al consejo de ministros de Exteriores». ¿Y los tanques enviados al Ejército ucraniano? «Los tanques funcionan. Los hemos entregados, no los vendemos. Y ya están en Ucrania». ¿Relaciones con la Casa Blanca? «Vivimos un momento de extraordinaria complicidad y sintonía apoyando a Ucrania para que recupere la paz y compartimos una agenda bilateral común, de intercambios económicos, educativos e idiomáticos».
Ni siquiera la mención a la polémica relación con Marruecos ha agriado el mensaje de Albares. «Es un socio estratégico, no cualquier vecino», ha empezado por advertir. «Aunque la diplomacia es más un arte que una ciencia, hay una ley casi matemática: tenemos que tener las mejores relaciones con los vecinos con los que se comparte frontera terrestre». El ministro ha recordado que su Gobierno mantiene con Rabat «máximos históricos en intercambio comercial» y ha puesto especial énfasis en un dato, de donde parecía deducirse la justificación para el cambio de política respecto a Marruecos: mientras todas las rutas europeas de inmigración ilegal «se incrementan de materia exponencial vía Italia y Grecia», ocurre lo contrario en esas mismas rutas a través de Canarias o Andalucía. Una tesis que le ha permitido anunciar su disposición a reabrir la aduana de Melilla y abrir una nueva en Ceuta, a despecho de que cómo se maneje el otro foco de tensión con el régimen marroquí: el Sáhara.
«La posición del Gobierno de España es compartida con once países más de la UE», ha señalado sobre este particular. «Pero lo verdaderamente importante es que estamos hablando de un conflicto encallado desde hace medio siglo y seguirá encallado medio siglo más si no hacemos algo». «Encontrar una solución en el marco de las Naciones Unidas» es la prioridad de su Ministerio en favor del acuerdo entre las partes: una posición donde ha llegado a negar que se haya experimentado un cambio de política: «España no se ha movido de donde estaba. No sé qué dice la oposición pero estamos dentro de lo que dice Naciones Unidas. Y no creo que haya nadie que esté en contra de una solución en el seno de las Naciones Unidas».
Su respuesta a esa pregunta nacida desde el público asistente al encuentro ha inaugurado el tramo final de su intervención. Albares ha contestado también a otras cuestiones relativas a la conexión con América Latina en general («España tiene dos almas. Una europea y otra iberoamericana») y con México en particular: «Queremos que esa relación tan intensa en el plano empresarial, educativo y personal tenga un impulso político. Encaramos el futuro de esa relación con ojos del siglo XXI los hechos del siglo XXI y dejamos la historia a los historiadores». Y otra dosis generosa de diplomacia respecto a la política con el Gobierno de Londres: «Buscamos la relación más estrecha posible después del Brexit. Gran Bretaña no ha salido de Europa, sigue siendo un país fundamental para Europa, somos aliados en el seno de la OTAN y compartimos la visión respecto a Ucrania». Y luego de recordar el elevado número de británicos que reside en España (con incidencia especial en la Comunitat), ha avanzado su intención de que el brexit «tenga el menor impacto posible para empresas y ciudadanos. Que no vean en su vida una disrupción».
En el tramo final de su intervención, a preguntas de los asistentes, el ministro de Exteriores ha incluido una larga serie de guiños hacia su anfitriona, la Comunitat Valenciana... incluyendo la indisimulada petición de apoyo para Sandra Gómez y Ximo Puig, compañeros de siglas. En su perfil más institucional, José Manuel Albares ha subrayado que «en los últimos años ha habido un crecimiento exponencial de la llegada de inversión exterior a Valencia con proyectos industriales muy importante que van a redundar en la creación de puestos de trabajo de alta calidad con salarios elevados y valor añadido». Una observación que le ha permitido lanzar una frase muy concluyente: «El Puerto de Valencia es fundamental para el Mediterráneo». De ahí la pertinencia de celebrar en la capital valenciana la próxima cumbre europea sobre comercio, que servirá para desarrollar una agenda propia paneuropea: «Europa tiene que afirmarse contra prácticas proteccionistas en el mundo y contra otras potencias comerciales». Y de ahí también el anuncio de que en otoño Valencia acogerá la reunión ministerial con los Balcanes como único punto en el orden de día. «Voy a tener que ir buscando aquí una segunda casa», ha bromeado, antes de abrochar su mensaje con más referencias a la Comunitat. ¿Un consejo? «Que mire hacia el futuro». Y una promesa: «Tiene todo el apoyo del Gobierno de España».
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