Apenas supera los 20 euros en una papelería, pero su valor ha acabado por ser mucho mayor por las cosas que ha permitido hacer en ... estos ocho años. Con ella, el pronto expresidente de la Generalitat, Ximo Puig, ha rubricado algunas de las decisiones más importantes en sus dos legislaturas al frente del Consell. Pero también algunos momentos importantes al frente del PSPV. Se trata de una pluma estilográfica marca Lamy, modelo Safari, color rojo, que se puede encontrar en cualquier gran superficie. Nada especial, ni objeto de ningún coleccionista. Puig la estrenó para ser presidente, en junio de 2015. Por aquel entonces era una simple estilográfica, pero este jueves, con el fin del mandato del socialista, ha acabado siendo un símbolo. Un objeto que se ha revalorizado en ocho años. Con esa pluma, Puig ha firmado su último discurso, en la investidura de Carlos Mazón.
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Quienes lo conocen, saben que es un amante de la papelería y aunque tiene piezas de escritura más valiosas, siempre acude a la Lamy roja para acompañarlo en momentos importantes a nivel político y personal.Con ella, firmó el primer pacto del Botánico, el inicio de estos años de gobierno, en dos legislaturas. Pero también ha aparecido para rubricar algunos de los momentos clave en este periodo. Con la estilográfica firmó el primer adelanto electoral en la historia de la Comunitat Valenciana. Pero también los presupuestos de estos años. O el segundo pacto del Botánico, en Alicante. La utilizó también como símbolo, en verano de 2017, cuando estuvo a punto de ser decabalgado de la secretaría general del PSPV.
Lo hizo en el debate con su rival en primarias, el alcalde de Burjassot, Rafa García. La llevó a la cita para poner en valor el significado de un simple bolígrafo para cambiar la vida de la gente. De los valencianos. «Con esta pluma firmé el acuerdo del Botánico», dijo. Un pacto que simbolizaba el fin a 20 años del gobierno del PPCV, principal valor de Puig. Ganó aquellas primarias. Y unas elecciones autonómicas dos años después. Este jueves, en Les Corts, la ha tenido entre las manos mientras escuchaba el discurso de Carlos Mazón. La ha usado para tomar notas, para apuntar ideas. Pero también para poner fin a ocho años en los que una pluma roja ha sido una herramienta con la que dejar su propio sello.
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