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Pilar Lima, Naira Davó y Rubén Martínez Dalmau, los últimos dirigentes del Podemos. LP

La salida de Dalmau del Consell descoloca a Podemos, que no logra cerrar su crisis

Lima celebra una ejecutiva a los tres días de la marcha del vicepresidente para asumir el adiós y sin anunciar soluciones

Burguera .

Valencia

Lunes, 30 de agosto 2021

La ejecutiva de Podemos en la Comunitat se reunió ayer por la tarde. Durante 72 largas horas, Podemos dejó de pilotar su cuota de poder en el Consell. Nadie al volante. Dalmau dijo adiós y nadie dijo nada. La dirección podemista se desentendió de ... los mandos de la nave el viernes por la tarde y esperó a que escampase una vez comenzó a conocer que uno de los habituales enfados del todavía vicepresidente segundo, Rubén Martínez Dalmau, se ha traducido en un inminente adiós. El viernes se descorchó el champán podemista y se ha pasado tres días derramándose sin que nadie lo recoja. Interpelar a Pilar Lima, coordinadora del partido en la Comunitat, ha sido una pérdida de tiempo durante tres días. Finalmente, a mediodía de ayer, tras horas buscando una voz autorizada que explicase alguna cosa, se comunicó que durante la tarde se reuniría la Ejecutiva de Podem, pero advirtiendo de que «no habrá atención a medios» de comunicación y que, de hecho, se informaría lo antes posible, sin especificar cuándo, de aquello que la dirección considerase conveniente. Es complicado ofrecer un perfil más críptico. Sobre todo porque tras conocerse el comunicado de la Ejecutiva se evidenció la nula reacción frente a ese vacío de poder que se produce tras el modo en que Dalmau ha plantado a su partido.

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Fuentes vinculadas al partido admiten que la decisión de Dalmau era inesperada «ahora», por parte de los órganos del partido, que ante la sorpresa ha optado por un repliegue total. Filas prietas y cerradas. Blindaje al viejo estilo, tal y como dicta la política de toda la vida. La salida del vicepresidente segundo se produce en un momento inoportuno para el Consell y para su propio partido.

Llega antes incluso de acabarse el mes de agosto, con aún muchos destacados dirigentes morados de viaje estival y poniendo fotos en las redes sociales de sus pies mojaditos por las olas. En vísperas del debate del estado de la Comunitat y con la elaboración (y negociación) de los presupuestos a punto de entrar en sus días más intensos.

Según las mismas fuentes, esa ausencia de la gestión de los tiempos a la hora de tomar una decisión de ese calado denota una completa falta de entendimiento y coordinación entre el que fuera la máxima autoridad institucional de Podemos en la Comunitat y la dirección autonómica del partido, una desconexión que dice poco del supuesto trabajo conjunto entre los pilares que sostienen el proyecto podemista en tierras valencianas.

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Lima, que habitualmente afirma que los asuntos internos de su organización no son incumbencia de nadie ajeno al partido, se ha tropezado con una compleja realidad: las tensiones internas han traspasado las fronteras de Podemos. Los morados no han sabido o podido controlar las consecuencias de esa falta de entendimiento entre ellos. Ahora ha sido Dalmau, pero antes fue Ballester o Monfort, mientras que en Les Corts la purga también ha afectado a asesores y empleados... Las explicaciones sobre un constante movimiento de sillas en todo tipo de puestos siempre son muy parcas, cuando no inexistentes. No obstante, nada como lo ocurrido ahora con el vicepresidente segundo. El Consell se ha visto afectado por esas discrepancias, ante la evidente incomodidad de su presidente, el socialista Ximo Puig, que intenta dominar los tiempos de la salida de Dalmau. Algunos diputados de Podemos admitían ayer no tener ni idea de cómo se iba a resolver el vacío de poder de Podemos dentro del Consell, cuándo se iba a resolver y qué iba a hacer la propia formación, desbordada por los acontecimientos.

El vacío de poder de los podemistas en el Consell era indisimulable hasta que ayer por la tarde se reunió la Ejecutiva del partido. Habían pasado 72 horas sin que nadie en Podemos ni en el Consell hubiera abierto la boca oficialmente. La máxima figura institucional que los podemistas alcanzan en la Generalitat desde su nacimiento en 2015 se va sin más explicaciones que comentarios fuera de micrófono. Y la dirección autonómica de Podemos se limitó ayer a decir adiós.

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La Ejecutiva señaló que en su reunión «se ha tratado la petición de Rubén Martínez Dalmau a la dirección del Podem de ser relevado de sus funciones atendiendo al ciclo político que se abre en la segunda parte de la legislatura donde una nueva etapa en la lucha contra la pandemia y en la reconstrucción económica hace necesario un reimpulso de las políticas públicas». En realidad, el vicepresidente no pidió ser relevado, sino que el viernes dijo que se plantea irse. Un día después, admitió que si Lima atendía su deseo de negociar la incorporación de una persona de su confianza, él se quedaba. Pero no, no hay muchas ganas de negociar con quien ya había deslizado que se va.

La dirección aseguró que «el partido morado está en permanente contacto y coordinación con Rubén Martínez Dalmau y su gabinete con el fin de que la acción de gobierno no se vea afectada». Y ante la lógica pregunta de ¿y ahora qué? Pues el problema para Podemos es que ayer no pudo ofrecer soluciones y respuestas a esa pregunta.

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La dirección de Lima alabó la labor de Dalmau, como no podía ser de otra forma. Otro discurso hubiera supuesto admitir una disparidad negada siempre en público. «Podem es un firme valedor del Acuerdo del Botànic y de las políticas desarrolladas por el actual Consell de laGeneralitat», recordó la dirección del partido en la Comunitat.

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