Mitin central de Podemos en las elecciones generales de hace un año. IRENE MARSILLA

Podemos en la Comunitat se autodestruye en cinco años

Dalmau finiquita a Ballester tras un lustro fatídico durante el cual el 80% de la primera lista podemista se va del proyecto, caen los líderes orgánicos, negociadores y altos cargos

burguera

Jueves, 30 de abril 2020, 15:39

«Quiero agradecer a Ángela Ballester el trabajo realizado durante estos meses en la Generalitat. Levantar una Vicepresidencia de nueva creación no es una misión fácil, y su papel ha sido muy importante en conseguir este objetivo». El vicepresidente segundo del Consell, Rubén Martínez Dalmau, despide así en las redes sociales a una de sus directoras generales. Gracias. Adiós. Seguimos para bingo. Ballester no es una más en Podemos. O no lo era. El tiempo pasa muy rápido en política, y en lo que se denominó 'la nueva política' parece transcurrir aún más veloz y con una capacidad de triturar nombres (y personas) vertiginosa. Ballester era uno de los últimos mohicanos de las primeras listas podemistas. La, hasta hoy, directora general de Coordinación Institucional es la única persona que ha participado en todas las negociaciones en nombre de los morados valencianos, tanto para alcanzar pactos preelectorales como a posteriori. «Era un corcho», admiten fuentes del partido. Hasta ahora. La destituye una persona con la que tenía relación desde hace muchos años, Dalmau. El vicepresidente lo hace contra el criterio de la propia Ballester. Este mes se cumplen cinco años desde que se conociera la primera lista de elegidos en Podemos en la Comunitat para optar a les Corts. En un lustro han caído ocho de los diez nombres que aparecían en esa elección. Igualmente, han sido cesados o han dicho adiós varias de las caras visibles de ese primer Podemos valenciano. El proceso de renovación no ha guardado relación con ciclos electorales ni con cuestiones de política externa. Es una autoliquidación por rivalidad interna, desconfianza o hartazgo personal. «Nos matamos entre nosotros. No nos hace falta nadie de fuera», admite una exdiputada nacional podemista.

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A principios de abril de 2015 culminó un proceso interno de primarias (no exento de crudeza) tras el cual se confeccionó un primer listado de diez nombres. Todo era ilusión. Hasta se pensaba que Pablo Iglesias podía presidir el Gobierno de España por delante del PSOE. Antonio Montiel, Sandra Mínguez, David Torres, Llum Quiñonero, César Jiménez, Fabiola Meco, Daniel Geffner, Lola Bañón, Marc Pallarés y Pilar Lima fueron los diez más votados. En aquellas primarias para la lista autonómica participaron 7.363 militantes de los 40.370 que Podemos sumaba en la Comunitat. De esos diez nombres, ocho ya no están en la primera línea de la política. Han dicho adiós o les han dicho adiós.

Montiel perdió primero la secretaria general en mayo de 2017, hace ahora tres años. Su rival era Antonio Estañ, que llegó, vio, venció y se fue. A finales del año pasado, Estañ renunció al puesto, como antes lo había hecho a seguir de diputado en Les Corts.

A ese cargo de líder de la formación podemista en la Comunitat aspira Pilar Lima, la única que ha dicho a las claras que quiere ser la nueva secretaria general, la única que ha sido pablista desde el minuto uno. Ballester llegó al Congreso de los Diputados como afín a Íñigo Errejón, aunque ahora los sectores que han empujado a su destitución señalan que había iniciado un proceso de aproximación a Lima, que debería rivalizar por la secretaría general con Naiara Davó, actualmente síndica de Podemos en Les Corts y a la que Dalmau respalda públicamente.

Dalmau y Davó son, por ahora, la cara visible de un partido que ha pasado a formar parte de las instituciones tras las elecciones nacionales y autonómicas del año pasado. Llegar a la gestión no ha mejorado la tensión interna en el partido, y Ballester es un buen ejemplo de ello.

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Sandra Mínguez dimitió como diputada en agosto de 2017, aunque se barajó su nombre como síndica tras alinearse junto a Estañ en la disputa con Montiel. Mínguez se fue. David Torres es director general de Desarrollo Rural en el Consell, pero ya hace un año que renunció a intentar optar a las listas autonómicas podemistas y hace unos meses se afilió a Iniciativa del Poble Valencià, el partido de Mónica Oltra dentro de la coalición Compromís. Se fue desencantado.

Llum Quiñonero fue la más votada en Alicante hace cinco años, pero en noviembre del año pasado era la cabeza de lista de la coalición Més Compromís al Senado por Alicante.

César Jiménez encabezó en 2015 las primarias de Podemos en Castellón. Fue diputado, mano derecha de Estañ en el acoso y derribo de Montiel, pero los resultados electorales no le acompañaron. Finalmente, fue nombrado secretario autonómico de Vivienda en la conselleria que dirige Dalmau, con el que mantiene una relación correcta. Junto a Lima, es el único de los diez que sigue en el proyecto morado. «Ella tiene más posibilidades que él de sobrevivir», señala una exdirigente de Podemos en la Comunitat.

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Precisamente, hace dos meses Jiménez se manifestó abiertamente en contra del modo en que Lima anunció su intención de dirigir el partido. Fabiola Meco también ha dicho adiós. Se volvió a la universidad a dar clases. La diputada ha sido tentada con varios puestos en el Consell, igual que el propio Montiel, y ha dicho que no, gracias. Geffner, anticapitalista, también se fue, como antes lo hizo Lola Bañón, que trabajó en el grupo parlamentario de Podemos en Les Corts, o Pallarés, que renunció a la vicesecretaría de la Cámara para retornar a la UJI, si bien posteriormente entró en el Consejo Rector de A Punt... a propuesta del PSPV.

Antes renunciaron otros, como la actriz Rosana Pastor. Ahora le toca el turno a Ballester, que en redes sociales acaba de comentar: «Me voy satisfecha por el trabajo realizado y agradecida por haber podido formar parte de un gobierno que está al servicio de la gente. Gracias a Podemos por la confianza y a toda la gente que me ha mostrado su apoyo y reconocimiento estos días. Seguimos». Adjunta en su mensaje en las redes sociales una carta de despedida. Dalmau, ni personalmente ni como vicepresidente, aparece entre los agradecimientos. La exdirectora general no regala halagos, y menos para quien la ha destituido.

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«Inicialmente pretendíamos trasladar una imagen de frescura, pero hemos acabado haciendo lo que todos, y el peso institucional de Dalmau es más determinante que el del partido, de modo que el poder se ejerce de arriba a abajo. Son decisiones de palacio. Lo que ha pasado durante estos cinco años demuestra que la cohesión eran muy frágil. El sustrato ideológico era muy diverso y los liderazgos carismáticos no generan estructuras internas sólidad, ni lógicas de actuación compartidas. A la mínima tensión, todo se rompe. No hay un debate ideológico, sino que están ajustándose cuentas por el poder orgánico«, indica una exdirigente podemista.

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