Los pronósticos se cumplieron. No hubo sorpresa. Manuel José Baeza será el próximo presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ). El magistrado ha sido durante ... los últimos años presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJ.
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De hecho, él también fue una de las decenas de ‘víctimas’ de la parálisis del Poder Judicial por la falta de renovación en el órgano de gobierno de los jueces. Esta circunstancia desembocó en que Pilar de la Oliva se mantuviera 14 años al frente del alto tribunal, los últimos cuatro en funciones.
Baeza pertenece a la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura (APM). Los tres últimos presidentes han sido de sensibilidad conservadora, aunque Pilar de la Oliva abandonó la asociación una vez consiguió la presidencia. El magistrado fue siempre crítico con algunas de las posiciones, especialmente por cierta pasividad, de su antecesora.
Quienes le conocen apuntan que Baeza es una persona resolutiva, de afrontar los problemas con determinación. No por la vía de la imposición sino por la del diálogo. «Hay que saber lo que hay que hacer, y querer hacerlo», indicó durante su presentación a la comisión del Poder Judicial. El magistrado puso entonces en valor su experiencia como gestor y su conocimiento del territorio y de los órganos jurisdiccionales. Apostó por un «cambio de ritmo» a través de la mejora de la organización y el funcionamiento de los juzgados, incrementar las acciones de prestigio de las jurisdicciones y relaciones institucionales además de impulsar la modernización y transparencia. Será interesante conocer qué relaciones mantiene con los medios de comunicación tras unos años donde parecen haberse impuesto perfiles excesivamente discretos a la hora de su exposición mediática.
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Su nombre era el favorito desde el primer momento. No obstante, el Poder Judicial sacó la votación de varios plenos al no existir un acuerdo global. Este tipo de nombramientos no se negocian de forma individual sino que forman parte de un conjunto de acuerdos donde los dos bloques (conservadores y progresistas) mueven sus intereses.
Baeza ingresó en 1992 en la carrera judicial. Su primer destino fue el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Tomelloso, para servir luego en el Juzgado mixto número 1 de Valdepeñas y en el Juzgado de Primera Instancia número 1 de Bilbao. En 2002 se convirtió en titular del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 2 de Albacete y dos años después se incorporó como magistrado a la Sala del TSJ donde permanece ya más de dos décadas.
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El recién elegido presidente adelantó los retos de su mandato (5 años). Algunos son ya históricos, como la saturación de determinados órdenes jurisdiccionales, la falta de medios personales y materiales y, ahora, el nuevo programa para la gestión de los procedimientos judiciales que augura un arduo proceso de formación para los profesionales. También en el horizonte más cercano aparece la aplicación de la Ley de Eficiencia Judicial y la sobrecarga que supondrá para los juzgados de violencia de género al asumir nuevas competencias. Pero al margen de lo anterior, no se puede obviar que el desembarco de Baeza no se produce en una atmósfera política en calma. Todo lo contrario. La investigación de la dana y una eventual llegada al TSJ en el caso de que se encuentren indicios delictivos contra Mazón invitan a pensar en la existencia de futuras tensiones. Un capítulo ya reproducido en anteriores legislaturas. Por ejemplo, con el caso Gürtel.
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