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FERNANDO ITURRIBARRÍA
París
Domingo, 5 de noviembre 2017, 18:47
Hay un poeta en el palacio del Elíseo. Es presidente de la República Francesa y versificador en sus ratos libres. Emmanuel Macron ha enviado un poema a una niña inglesa. Un regalo de cumpleaños por su decimotercer aniversario. En inglés, 'of course'. De la destinataria solo se sabe que se llama Sophie y que en abril estuvo en París de turismo con su familia. La visita a la torre Eiffel le inspiró una poesía que envió al Elíseo. Entonces su inquilino era el socialista François Hollande, sin talento literario conocido. La respuesta poética ha venido de la pluma de Macron, su sucesor.
La Embajada de Francia en el Reino Unido publicó el miércoles en su cuenta de Twitter la correspondencia lírica entre el rapsoda presidencial y la infantil poetisa. La oda de Macron imagina un diálogo entre la dama de hierro parisiense y la adolescente británica.
«En viaje a París, la pequeña Sofía/se cruzó con un gigante que iluminaba la noche/¿Cómo te llamas, monstruo sobrenatural?/Mis numerosos visitantes me llaman torre Eiffel/¿No te cansas, con tus mil adornos/de que no vean en ti más que una banal torre?/Tú, el dragón, el hada, que vela por París/una llama olímpica que ondea en el cielo gris?»
A renglón seguido, el improvisado trovador invoca a insignes autores de la poesía francesa, como Cocteau, Aragon, Cendrars o Apollinaire, subyugados antes que Sophie por el monumento emblemático de París, y la invita a emularlos de regreso a su hogar inglés. «Puedes contar conmigo, hay tanto que decir/Escribiré veinte líneas... pero ¿quién las leerá?/Pues yo conozco un hombre que leerá tu poema/¿De veras? ¿Quién?/El presidente de Francia».
Ya hay quien ha visto en el descarado ejercicio de comunicación la voluntad de Macron de caldear las frías relaciones entre París y Londres a cuenta del 'Brexit'. Hace dos semanas el presidente francés había criticado en la última cumbre europea de Bruselas la ambigua posición del Gobierno británico sobre sus compromisos financieros.
Más allá de la prosaica diplomacia del ripio, Macron es conocido por ser un hombre de letras, discípulo del filósofo Paul Ricoeur, de quien fue asistente.
En su adolescencia escribió un par de novelas y poemas delatores de su deseo de ser escritor. «Era mi única vocación que, antes de ser mi mujer, Brigitte compartió y alentó cuando era mi profesora de francés», confesó.
El presidente francés sostiene que «no hay política sin escritura». «Como la literatura o la filosofía, la política es un arte del relato», suele proclamar. Sophie, una niña inglesa de trece años recién cumplidos, se ha convertido en la improbable musa de esa poética interesada. «Está loca de contenta», dicen en la Embajada francesa en Londres. No es para menos.
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