La búsqueda de protagonismo -en algún momento alguien debió pensar que se traducía directamente en votos- casi siempre ha sido objetivo de los políticos. Aquí entran todos en el mismo saco; no importa el partido, lo que resulta verdaderamente relevante es más el personaje que las siglas. Pretenden que el foco les apunte directamente. Ser la estrella por un día o por un rato. Recibir likes, comentarios o me gusta. Se prefieren los halagos, aunque algunas críticas tampoco escuecen tanto. Es la búsqueda incansable de una cuota de protagonismo, la reclamación de unos segundos de atención, un «eh, que aquí estoy. ¿Veis lo que hago?¿Soy simpático, moderno, atrevido...?». La lista tras los puntos suspensivos puede ser eterna.
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La perversa rueda de las redes sociales y el ego hacen el resto. Pero, ahora, se da un factor inédito en este tipo de comunicaciones: el trágico contexto. En una pandemia, con récord de contagios, hospitalizaciones y camino de una hecatombe económica en los próximos meses, el ciudadano de a pie, ajeno a las fobias y filias partidistas, asiste asombrado a un espectáculo descorazonador por parte de algunos responsables públicos.
Así, es posible ver a Fernando Giner (Cs)disfrazado de Elvis, a la consellera de Agricultura bailando con un gato; al concejal Grezzi marcándose otro baile o a la vicealcaldesa Sandra Gómez preguntando por tiendas de ropa porque no encuentra tallas con su embarazo. Toni Cantó, líder de Cs, también es otro de los habituales en el espectáculo. Su última incursión fue la participación en el programa Mask Singer.En su caso, ese exhibicionismo aún puede justificarlo por su condición de actor.
Fernando Giner, líder de Cs en la ciudad de Valencia y en su día máximo aspirante a alcalde de Valencia -los resultados finalmente terminaron arruinando ese sueño– subió el 8 de enero una foto caracterizado como Elvis Presley en el 86 aniversario del nacimiento del actor.
Mireia Mollà protagoniza varios de estos vídeos en los últimos meses. El que causó mayor repercusión fue el de un baile que se marcó en pijama junto a un gato. Es la consellera de Agricultura. Esta semana se ha conocido la denuncia que la Fiscalía ha interpuesto contra la Epsar por usar cloro en las acequias para rebajar la contaminación de las playas en el verano de 2109. El PP no ha dudado en recordarle estas incursiones en el mundo del baile como si ese fuera su principal cometido en vez de los asuntos propios de la conselleria. El concejal del Ayuntamiento de Valencia, Giusseppe Grezzi, por su parte, comenzó el año con otro baile difundido también en un perfil de Compromís. El arranque del nuevo ejercicio deja atrás unos meses desastrosos en su área de responsabilidad con hitos tan destacados como el robo de cuatro millones de euros en una estafa a la EMT y el incendio que arrasó una veintena de autobuses.
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No se trata de no poder llevar una vida lo más normal posible de acuerdo a las limitaciones que impone la pandemia sino la conveniencia de airear cada ocurren cia. Esa quizá sea otra pandemia. Por suerte, sin fallecidos.
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