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Dirigir un partido político a 2.000 kilómetros de distancia es una tarea imposible. Y en esas se puede ver el actual secretario general del PSPV y expresidente de la Generalitat, Ximo Puig, que tiene la posibilidad de aceptar la propuesta de ser ... el embajador de España en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Si Puig dice que sí, la decisión se podría anunciar el martes en el Consejo de Ministros y el morellano fijaría su residencia en la capital francesa. El nombramiento, como la lógica política exige, conllevaría la dimisión de Puig como número uno del PSPV y abriría así una nueva etapa en un partido que tiene como reto en estos cuatro años rearmarse para volver a gobernar.
El socialismo valenciano está pendiente de la decisión de su líder y la tensión en el partido es más que evidente, ya que el adiós de Puig sería el pistoletazo de salida para tomar posiciones y ganar adeptos. Por el momento, los dos nombres mejor posicionados para tomar el relevo son el de la ministra Diana Morant y el del diputado nacional Alejandro Soler. De hecho, este último, en una entrevista en Todo Alicante, reveló que está dispuesto a asumir la más alta responsabilidad en la formación. El tercer nombre que suena, aunque ahora mismo con un músculo más debilitado respecto a sus compañeros, es el del alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa, al que no gobernar en la Diputación de Valencia le ha penalizado en sus aspiraciones internas.
La oferta a Puig serviría de tregua en el PSPV, ya que desencallaría la situación. Para el expresidente de la Generalitat, que aspiraba a ocupar una de las carteras ministeriales aunque al final el presidente, Pedro Sánchez, le dejó fuera, poner rumbo a París es una salida airosa, con cierto glamur político ahora que enfila la recta final en su trayectoria política. Tanto por currículum como por edad.
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JC. Ferriol Moya
Puig, antes del canto de sirenas de la capital francesa, siempre había manifestado que su intención era mantenerse en el cargo con el fin de tutelar todo el proceso y con opciones para revalidar la secretaría general si se viera con posibilidades. En el PSPV, y la historia así lo demuestra, todo es posible.
Pero si en el Consejo de Ministros del martes se da luz verde al nombramiento del morellano como embajador, el siguiente paso sería el de nombrar una gestora que manejara el proceso hasta la celebración del congreso del partido, que sería a finales del año que viene. Una gestora permitiría a Ferraz tutelar durante meses a los socialistas valencianos, porque al presidente del órgano siempre se le nombra desde Madrid. Lo habitual en estos casos es colocar al frente de una gestora a un socialista con pedigrí, respetado por todas las partes y capaz de llevar al partido en ese proceso. Además, habría que nombrar a un portavoz en el partido capaz de dar guerra al gobierno de Carlos Mazón, con un mensaje que permita batallar de tú a tu con el PP valenciano.
Desde la salida de Joan Lerma del gobierno de la Generalitat, el PSPV vivió una travesía por el desierto de veinte años en la oposición, hasta que en 2015, con los peores resultados de la historia, Puig pudo sumar con los votos de Compromís, liderado por una Mónica Oltra que vivía su mejor momento. Durante los años en la oposición, el relato socialista se escribió con nombres como los de Joan Romero, Ignasi Pla o Jorge Alarte, entre otros.
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Al PSPV nunca le ha venido bien perder el tiempo, y en este momento, con un secretario general deshojando la margarita parisina, y con un grupo en Les Corts descabezado tras la salida de Rebeca Torró y de Arcadi España al segundo escalón del Gobierno de Pedro Sánchez, se han puesto las cosas muy fáciles para el PP de Mazón si no hay reacción desde el grupo principal de la oposición. Además, Compromís ya no recuerda a Compromís desde la salida de Oltra. Su portavoz, Joan Baldoví, lucía más en Madrid que en Les Corts, donde parece que todavía no ha superado el proceso de aclimatación.
La posible salida de Puig abre un periodo de incertidumbre en el PSPV, con aspirantes sin la proyección que se le exige al líder de un partido. Ni Morant ni Soler tienen una personalidad arrolladora, por lo que habría que fabricar un perfil de liderazgo. El trayecto de la exalcaldesa de Gandia por el Consejo de Ministros es más bien anodino, y no se ha caracterizado por marcar la agenda, aunque cuenta con la ventaja de que es la favorita de Ferraz. Soler, que es el líder de los socialistas alicantinos, es un perfil más ajustado al socialismo tradicional en la Comunitat.
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