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Burguera
Miércoles, 5 de abril 2023, 21:19
Ximo Puig se ha lanzado a la calle, a dejarse ver y casi tocar por cualquiera, en un formato 'de proximidad' denominado 'Ens vegem a ... la plaça', que reza el eslogan de la convocatoria que ya corre por redes sociales y que se tradujo en el acto celebrado en la plaza de Manises, al lado del Palau de la Generalitat, este miércoles. Altos cargos con ganas de aplaudir a líder de partido y jefe contratante, Ximo en días de campaña y en el trato corto, presidente de la Generalitat desde 2015. Con un monólogo previo en tono de comedia, Dj y desparpajo: sarao político con Puig de protagonista, que no tuvo que irse muy lejos de su despacho para meterse en faena.
A pie de calle y un poco a puerta gayuela, porque por la plaza de Manises puede pasar cualquiera, no hay restricciones. Cierto es que no han faltado senadores expresidentes de la Generalitat como Joan Lerma, consellers, diputados nacionales, autonómicos y provinciales, la delegada del Gobierno, alcaldes, concejales, cargos electos y descartados de las listas, el pertinente secretario general de UGT, el flamante presidente del Puerto de Valencia, Joan Calabuig.... Hasta Andrés Perelló, de la Unesco a la plaza de Manises sin pasar por casilla de salida y con el frescor propio de abril, que ha impuesto las chaquetas.
Cristina Martínez, expresidenta del Consell Valencià de la Joventut y en la lista autonómica ha abierto las intervenciones con acento fresco y (todavía) independiente para recalcar que «el del PSPV es un proyecto abierto». Ana Domínguez, número dos del PSPV como vicesecretaria de Igualdad, también ha redundado en el barniz juvenil del acto, con mayoría de canas y madurez en las sillas. El asunto que más emocionaba a los organizadors del acto era el cartel electoral, «es una sorpresa», consistente en una fotografía con un plano americano de Puig y un mensaje: «el president». Facilito y presidencialista.
«Vamos a estar en las plazas de las ciudades, de los pueblos, de las aldeas, porque de lo que se trata es de dialogar y de explicar a la ciudadanía nuestro proyecto», ha empezado señalando Puig, el president. Todos con el presidente, nada fuera del presidente. «El Consell c'est moi», ha comentado un destacado miembro de Compromís que pasó por la plaza y al ver el eslogan socialista se acordó del monarca francés Luis XIV.
Puig, sin corbata pero con aspecto cuidado, ha ofrecido un discurso de apuesta por el «reformismo» y el «diálogo social». El líder socialista ha rememorado varios recuerdos, entre ellos el de «esta plaza vacía» durante la pandemia: «Cada noche, hacia las 20 horas, Ana Barceló me daba el parte de guerra, si es que así se puede llamar lo que tuvimos que vivir». Ciertamente, el dirigente del PSPV se sintió muy solo durante aquellos meses, algo que ha comentado en diversas ocasiones al explicar la brutal situación que tuvo que afrontar como presidente de la Generalitat durante la pandemia. «Con toda humildad, he pretendido ser el presidente de todas y de todos», ha asegurado, muy presidente y mucho presidente, que diría y expresidente del Gobierno central.
Puig enumeró avances de la gestión del Consell, defendió al Ejecutivo central («lo que ha hecho el Gobierno con las pensiones es establecer una nueva frontera de avance social»), reclamó la «dignidad de las mujeres» al recordar «el debate de estos días» en torno a la gestación subrogada. El líder socialista aseguró que sus prioridades «para un nuevo mandato» es el empleo industrial para «mejorar el mercado laboral y que cada uno pueda hacer su proyecto de vida». Además, el dirigente del PSPV indicó que «la vivienda, el alquiler social, generar una alianza con el sector privado para la construcción, será una gran prioridad. Será la legislatura de la vivienda». Puig también incidió en la necesidad de apostar por las energías renovables, acabando su discurso realizando contrastes entre su Gobierno y el del PP, que al fin y al cabo es el único que le puede dejar sin la presidencia en la que tanto va a incidir el PSPV durante los próximos dos meses.
Puig ha empezado a hablar a las 19.40 horas, ya con toda la plaza en sombra y refrescando. Ha acabado 40 minutos después, aplaudido, jaleado y arropado por los suyos, que precisamente también acabaron bien abrigados contra el típico resfriado primaveral.
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