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Ayuso llega a la convención del PP Pío García

Ayuso desembarca en la convención del PP al grito de «Presidenta, presidenta»

La presidenta de la Comunidad de Madrid llega al Palau de les Arts pasado el mediodía

PÍO GARCÍA

Sábado, 2 de octubre 2021, 12:56

Mientras en el Auditorio del Palau de les Arts, Anders Fogh Rasmussen, exsecretario general de la OTAN y exprimer ministro danés, hablaba sobre ejércitos, defensa y alianzas atlánticas, apareció en carne mortal Isabel Díaz Ayuso. Las más de cien personas que todavía estaban en la explanada exterior sin poder acceder al recinto la recibieron con enorme revuelo, aplausos rendidos y sonoros gritos de 'presidenta'. Lo es, desde luego, pero ninguno de sus colegas que llegaron antes (ni Mañueco ni Fejóo ni Moreno Bonilla) habían sido aclamados de igual manera.

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Díaz Ayuso entró hacia las 12.30 horas, dos horas largas después del inicio de la convención del PP, y compareció abriéndose paso entre una selva tupidísima de cámaras, fotógrafos y periodistas. No se paró en el lugar acotado para que los presidentes regionales atendiesen a la prensa y caminó directamente, saludando con una mano, hacia el Auditorio.

El revuelo provocado por su entrada fue aprovechado por decenas de militantes que encontraron el momento de colarse. Entraron en tropel. Algunos lo consiguieron. Una señora especialmente beligerante incluso tuvo que ser placada por los miembros de las fuerzas de seguridad, aunque finalmente, ante su rebeldía y para evitar males mayores, la dejaron entrar. «A mí no paran así», sentenció ante la mesita de acreditaciones. Otros, sin embargo, con menos de ganas de entrar en pelea, fueron devueltos mansamente a la explanada exterior. «Es que no les puedo dejar entrar -se excusaba un responsable de seguridad-; hay incluso diputados regionales que no han podido acceder».

Mientras esto sucedía en el exterior, adentro, en el confortable entorno del Auditorio, Andres Rasmussen alabó a Casado, hizo votos por el triunfo del PP y recogió aplausos tibios, educados, formales. Si, como en algún viejo programa de televisión, hubieran colocado un aplausómetro, la entrada de Ayuso habría pulverizado todos los registros. La de Casado hubiera quedado en segundo lugar. El pobre Rasmussen iría último.

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