Hace medio año cumplió 57 años y acaba de presentar en el Registro de la Ciudad de la Justicia de Valencia los papeles de su casamiento. Segunda nupcia de Toni Cantó. Se ha casado con Lorena, de Mislata, con la que mantiene una relación ... desde hace cuatro años, incluyendo un confinamiento obligado en un pisito del centro histórico de Valencia. Superada la prueba de fuego personal, ha probado también las brasas de la política. Al rojo vivo. Podría dar la sensación de que, como director de la Oficina del Español en la Comunidad de Madrid, desde 2021, y tras dos años al frente de Ciudadanos en la Comunitat, desde 2019, y después de pasar por el Congreso de los Diputados en la bancada de Ciudadadanos, a partir de 2015, y antes con UPyD, desde 2011, está ya de salida en el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, pero ojo. Tiene siete vidas. Y desde hoy, un libro en el mercado: «De joven fui de izquierdas pero luego maduré».
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-Cuando formaba a los diputados de Ciudadanos para hablar en público les decía que no se molestasen con lo que les preguntasen los periodistas, pero que contestasen exactamente lo que a ellos les interesase.
-Es cierto, pero eso no lo he inventado yo, y mucho menos en política
-¿Se va a aplicar el cuento y saldrá por peteneras?
-Intentaré responder lo mejor posible.
-¿Por qué escribe este libro ahora?
-Me lo propuso la editorial pero yo no tenía muy claro de qué hablar. A mi edad y sin ser yo una persona importante, pero bueno, les conté cosas sobre las que tenía algo escrito y me apetecía profundizar, como lo que aparece en la portada, el título, y les interesó y me pareció un bonito proyecto terminarlo.
-En cualquier caso, a usted le va la mala vida.
-Sí, la verdad es que sí. Tengo un Jeckyll y un Hyde. Tengo una parte personal mucho más tranquila pero cuando me subo a hablar a los estrados políticos soy bastante más cañero de lo que soy en persona.
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-En estrados o en Les Corts, pero también en otros ámbitos.
Eso tiene que ver con mi personalidad. Cuento en el libro que cuando me vine a Valencia y empecé a preparar la campaña de 2019, en los sondeos previos se confirmó algo que yo ya intuía, y es que la opinión sobre mí está muy polarizada. O me apoyan o no me soportan.
-¿Y por qué será eso?
-Quizá por mi manera de comunicar. Se veía que mis niveles de conocimiento por parte de la gente yo estaba en los niveles de Puig y Oltra, y hasta por encima, pero el índice de aprobación estaba por debajo de ellos, y ahí es donde se ve la polarización. Mucha gente no te aprueba quizá por mi forma de debatir. No puedo hacer ya nada con eso. Es mi carácter. Como el chiste del escorpión.
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-Comenta en el libro que su «radicalización» se produce al pasar usted por Valencia.
-Bueno, la última fase de la misma.
-¿Es usted un radical?
-Es una forma de hablar. Yo no me considero un radical ni siquiera… a ver, yo empiezo a cambiar cuando todavía no me dedico a la política y veo todo el apoyo al nacionalismo desde la izquierda, a las políticas educativas contra el español en Cataluña, que es por lo que me meto en Ciudadanos.
-¿Cuando dice «a cambiar» se refiere a pasar de izquierda a derecha?
-Sí, porque para mí eso era inconcebible pero es aquí, y antes en UPyD al ver al PSOE, cuando empiezo a ver cómo funciona la izquierda, cómo se alía con el nacionalismo, con los violentos y disculpa la violencia… Ahí está Hasel, Rodrigo Lanza, Bildu o esa manía persecutoria con la empresa o cualquiera que quiera generar riqueza, algo de lo que fui muy consciente aquí en Les Corts, porque en plena pandemia oías a la izquierda valenciana criticar que alguien quisiera ganar dinero, pero es que lo que quieren es poder cobrar, como todos cobramos un sueldo. La manera en que nos atacaban me radicalizó.
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-Exactamente dice en referencia al tripartito, «al conocerlos más de cerca fue cuando más me radicalicé».
-Sí, sin duda. Oigo mucho últimamente hablar por parte de la izquierda, ahora mismo se está hablando de que se va a presentar en el Congreso una propuesta para aislar a Vox. Oigo que Vox es el problema. Vox no es un problema para España ahora mismo. Todo lo contrario. El problema ahora mismo para España es el PSOE.
-Su estancia en Valencia está muy marcada, según su libro, por el manejo de los equipos, la gestión de Ciudadanos.
-Es que es muy difícil gestionar un grupo parlamentario. Si se pregunta a Manolo Mata (exsíndic del PSPV) o a cualquier líder de un grupo, yo que nunca lo había hecho lo viví como un gran aprendizaje. Manejaba un equipo de 18 diputados y hasta 14 técnicos, y eso ya es el tamaño de una empresa, y fue muy bonita esa experiencia. En el caso de los diputados, casi en un 90% es puro manejo de egos, y eso es delicado.
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-Ellos también recuerdan su ego y en las redes sociales es habitual leer críticas hacia el modo en que usted, un crítico de los chiringuitos, ha acabado en uno.
-Me sorprende que se diga eso de la Oficina del Español de la Comunidad de Madrid y no de la del Gobierno de España, Andalucía o Castilla y León. Es un ataque ad hominem. Ok. Lo acepto con deportividad. Sé que esto no es el qué, sino el quién, y se trata de atacarme a a mí, a Ayuso o al español… todo en un paquete demasiado apetecible como para dejarlo pasar. La labor de la oficina es muy importante y su trabajo es bien valorado por el sector. He cerrado tres proyectos y dos estrategias, pero esto no va de eso. Al que nos critica, todo esto, se la sopla. Esto va de atacar a Ayuso o a mí.
-En cualquier caso, su trayectoria política es peculiar.
-¿En qué sentido?
-Ha cambiado usted de partido con gran agilidad en varias ocasiones.
-Una vez. De UPyD a Ciudadanos. Ya está. No estoy afiliado al PP, trabajo para un Gobierno que, para mí, es el mejor lugar en el que se puede estar en este momento en este país. No existe ahora mismo una aventura más interesante que la de estar ahora mismo en el equipo de Ayuso y en el libro lo digo. A mí en política me han inspirado tres personas, Rosa (Díez), Albert (Rivera) y Ayuso. Yo podré decir que fui telonero de una de las mujeres que se ha convertido en uno de los mayores fenómenos de la política española.
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-Cuando arrancó la legislatura actual, en junio de 2019, le comenté que había apuestas cruzadas por ahí que vaticinaban que no seguiría en Valencia al acabar ese mismo año.
-Duré más.
-Un año más.
-Pero es que me quedé sin partido. Prácticamente me echaron.
-Pues ahora los vaticinios le sitúan en Vox.
-Yo no creo que eso se diga seriamente.
-¿Lo cree o lo sabe?
No creo que vaya a estar en ninguna lista. No creo. Nunca diría que no, visto cómo ha sido mi último año, pero aunque respeto mucho, y tengo muchas amistades allí, en Vox, nunca estaré en una lista con ellos. Francamente, creo que está acabando mi carrera política, a las puertas de que acabe una aventura que para mí ha sido interesantísima, y eso explico en el libro, porque he aprendido muchas cosas sobre el sistema y sobre la naturaleza humana, porque la política es un lugar donde se conoce lo mejor y lo peor de la naturaleza humana.
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-En cualquier caso explica que en Valencia es cuando se sintió con mayor plenitud política.
Claro, porque yo antes hablaba de lo que me indicaba el jefe de mi grupo parlamentario en el Congreso. Empecé en Valencia sólo haciendo las preguntas a Puig, pero entendí que podía hacer lo que me diera la gana durante el resto de la semana, y ahí pude colocar discursos que se viralizaron muchísimo, con cerca de dos millones de visualizaciones sólo en mi cuenta, que es una barbaridad, y eso es porque yo podía elegir los temas. Tenía libertad para elegir. Recuerdo que Aitana (Mas), de Compromís, en una ocasión me susurró «te pides lo mejor siempre», y ese es el privilegio que tiene el líder del grupo parlamentario. Yo estuve en el otro lado. Me comí marrones con UPyD para evitar que lo hiciera Rosa, que es también la labor del grupo. Eso es lo que me ha costado. He tenido que pasar un duelo. Justo en lo mejor de mi carrera política, el partido se evapora, me quedo fuera, porque prácticamente me echan, y eso durante meses ha sido complicado de encajar. Ya ha pasado el duelo.
-¿Por qué le da tanta importancia a la viralización de los discursos?
Porque quiere decir que has conectado con la gente y puedes movilizarlos, y eso no es fácil. En política buscas impactar, sin estar en el Gobierno, para presentar propuestas que la gente conozca
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-¿Eso nos lleva a un «todo por la audiencia»?
-No. Hay un equilibrio, evidentemente. Puedes derivar en eso pero honestamente creo que no lo hice. Sí que hablé de cosas de las que no se hablaba, di batalla cultural y vi que venía bien presentar las contradicciones de la izquierda.
-En el libro no habla usted bien de Alexis Marí (exsíndic de Ciudadanos), lo cual es una novedad porque durante años ha sido él quien ha hablado en redes sociales mal de usted sin que le escuchase replicarle.
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-Bueno. Si es que no merece la pena que le dedique mucho espacio.
-Es poco pero intenso.
-Creo que es un personaje muy habitual en política. Gente que la política no le interesa, que está ahí por otra cosa.
-¿Qué cosa?
-Hay una parte de la política que atrapa mucho a la gente que es la parte orgánica. La parte oscura de esa parte, o sea, quién vive y quién muere, dónde coloco a este o a aquel. Ese poder muy atractivo. Y muchos políticos se enfocan en eso y no en las propuestas o la gestión para cambiar la vida de la gente, cada uno desde sus ideas.
-Usted en el libro, además de señalar que en Valencia alcanza su plenitud, también reconoce que es donde más se equivoca, por meterse en el barro interno del partido.
-Es que te tienes que meter. No te queda otra. Pero mi error no fue meterme sino vivir como viví el meterme. Un líder de un partido en una región se tiene que meter en el control orgánico del partido o en las primarias te levantan el puesto. Al final esa es la diferencia entre el votante y el afiliado. Te puede amar la gente, pero si el partido no te apoya… debes equilibrar el trabajo político con el de control orgánico.
-Sostiene usted en el libro que esas batallas internas propias de todos los partidos, en Ciudadanos se vivía con especial intensidad precisamente en Valencia.
-El problema aquí era que las dos oficinas más poderosas, Institucional (Gimeno) y Orgánico (Argüeso) estaban enfrentadas.
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-Admite que usted les consigue unir.
-Sí, contra mí. Y se lo digo a Villegas. Eso lo hice muy mal. En vez de haber entrado a por ambos tenía que haberme unido a uno de ellos para ir a por el otro. Fui a por ambos y así me fue… jajajajaja. Al final, así le ha ido el partido, que no tenía en ese momento otra salida que elegir a Inés (Arrimadas), que no era la adecuada para ese momento en el partido, porque Inés, con todos mis respetos y le agradeceré siempre que en su momento personal que pasaba aceptase ese envite porque habla muy bien de ella, es una mujer conservadora. Ciudadanos necesitaba arriesgar e intentar cambiar el tanteo, que era una derrota, pero lo que hace es colocarse a su lado a dos fontaneros para controlar los restos del naufragio en vez de crecer.
-Es curioso lo bien que habla usted en todo momento de Albert Rivera, porque fue él quien sitúa a Arrimadas en la rampa de salida, o permite la situación de Argüeso aquí, o que se pongan en marcha las cosas de tal forma que al final todo saltó por los aires
-El responsable de que el partido saltase por los aires, en parte, en parte, es Albert, y por eso dimite y deja su puesto a Inés, que no lo sabe aprovechar, pero los principales causantes de la muerte de Ciudadanos son Rajoy y Sánchez. No supimos desactivar el mensaje de que Albert debió pactar con Sánchez, pero es que el PSOE no quería de ningún modo. Rajoy permite que Sánchez sea presidente para que Ciudadanos no adelante al PP. Y sí, Albert no lo logró, pero es que nunca hubo manera de pactar con el PSOE, que ya había cerrado un acuerdo con Podemos y el resto de la banda.
-Los votos y diputados que usted obtuvo en 2019 se los disputan principalmente PP y Vox, pero también, dicen ellos, el PSPV ¿Cómo cree que será ese reparto?
-Espero que se reparta del modo que sea que presente una alternativa al tripartito socialista, nacionalista y podemista, porque con cuatro años más así lo vamos a pagar muy caro.
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-¿El PSPV puede pescar en ese caladero?
-Casi nada. La mayoría se irán al PP y una parte a Vox.
-Cuando estaba negociando diversas cosas con Puig y parecía que ustedes se entendían, se le preguntó si le compraría un coche usado a Puig, y dijo que ya veríamos. ¿Cómo lo ve ahora?
-No se lo compraría, porque sé quiénes son sus proveedores, los conozco bien y no me fío de ellos ni de quien se fía de esos proveedores. No, no le compraría un coche usado a Puig.
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