
Promesas que no valen nada
Campaña electoral 28-M ·
A los políticos les sale muy barato incumplir un programa electoral cargado de proyectos y propuestas que a los cuatro años son papel mojadoSecciones
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Campaña electoral 28-M ·
A los políticos les sale muy barato incumplir un programa electoral cargado de proyectos y propuestas que a los cuatro años son papel mojadoA finales del siglo pasado, hubo un alcalde del Partido Popular en Chiva que tuvo la ocurrencia de cubrir la piscina olímpica del polideportivo municipal. ... Su gran obra. Era una época en la que se gobernaba a base de testosterona, para ver quién la hacía más grande. Allí, aquel alcalde, plantó un globo gigantesco que se veía a kilómetros desde la autovía A3 como si aquello fuera Cabo Cañaveral. El pueblo, obnubilado, se zambulló en masa un fin de semana de puertas abiertas. Todos querían disfrutar gratis de la piscina cubierta pero al primer chapuzón se dieron cuenta de que había un problema... el agua estaba fría. Siempre estaba fría. Para calentar la piscina olímpica de 50x25 y ocho calles, la más grande de la comarca, hacía falta una central térmica. El globo se desinfló, desapareció como un expediente X y con el paso de los años se construyó una piscina más modesta en una nave del polígono industrial. Hoy, en aquel Cabo Cañaveral quedan los restos: dos tubos metálicos como dos reactores.
Hubo un tiempo, que un pueblo no era nada sin casa de la música, piscina cubierta y pabellón multiusos. Los días previos al estallido de la burbuja inmobiliaria se prometieron la luna y las playas en secarrales. La campaña electoral, que hoy empieza, es el momento de las promesas que el tiempo convierte en mentira. Y Chiva no es más que un botón de muestra de la realidad que han vivido muchos pueblos y ciudades de la Comunitat Valenciana elección tras elección.
En la ciudad de Valencia, la Esfera Armilar, un cachivache metálico de muchos metros de altura, fue el símbolo de las promesas incumplidas. En 2013, los periodistas Miquel Alberola y Ferran Bono publicaron en El País un maravilloso reportaje titulado 'La Valencia de los hitos apócrifos' para hilar un rosario de postales que nunca se llevaron a cabo. A bote pronto, por Valencia pasaron los Juegos Olímpicos Europeos –que dieron paso al caso Nóos–, el Museo de la FIFA y las torres de Calatrava que chocaban con la ruta de los aviones que aterrizaban en Manises. Una ciudad que dibujó el PP y que al final no existió.
El cartel de la infamia
De vuelta a Chiva, en la entrada de la población, junto a la rotonda que da acceso a la calle Maestro García Navarro –uno de los mejores directores de orquesta que ha dado la Comunitat Valenciana– hay un solar público con un cartel que reza: «Generalitat Valenciana para la construcción del Palacio de Justicia de Chiva». Ya forma parte del pueblo, casi patrimonio municipal. «¿Qué miras y por qué le estas haciendo una foto al cartel?», me pregunta Vicente mientras saca al perro. «¿No te das cuenta de que este cartel lleva aquí media vida?», respondo. «Ni tú ni yo veremos eso construido», aventura mientras sigue con el paseo del perro.
En 2009, la entonces consellera de Justicia, Paula Sánchez de León, pisó el salón de plenos del Ayuntamiento de Chiva acompañada del entonces alcalde, José Manuel Haro, para exigir la creación inmediata del partido judicial en la localidad para, entre otras cosas, aliviar a los juzgados de Requena, que atienden a 27 municipios y cerca de 100.000 habitantes.
Y alguien cogió y colocó un cartel en un solar que ha visto ganar a España un Mundial, la caída de Camps, el cierre de Canal 9, la llegada de Puig, una pandemia, un volcán en La Palma y una semiguerra mundial con la invasión rusa de Ucrania. Todos los días, decenas de paseantes miran de frente un rótulo que es sinónimo de olvido, de promesa incumplida, de peregrinación a Requena para todos aquellos que necesitan de la justicia. Un servicio básico para los ciudadanos y prescindible para los políticos.
Al PP se le puede achacar que nunca construyó la ciudad de Valencia que proyectó, de la misma manera que la izquierda, arracimada entre el Botánico y el Rialto, tampoco ha logrado sus grandes promesas. La mayor de todas, un nuevo sistema de financiación autonómica, la solución a todos los problemas de la Comunitat, a que Madrid entregue el dinero que de verdad le corresponde a los valencianos. Puig aseguró que lo conseguiría, pero ha fallado. Y Compromís ató su futuro al nuevo modelo, creería en el Botánico si el PSPV lograba de Madrid la justicia económica en un documento, que no se ha dado. Al final, el partido antes de Oltra y ahora de Baldoví, prefirió el calor de los cargos públicos que la dignidad política. Una deuda disparada, un déficit desorbitado y unas previsiones temerarias son el resultado de las promesas del papel mojado.
Ha llegado la hora de las ofertas, de anuncios populistas, como el más reciente del presidente del Consell, Ximo Puig, para reconvertir las familias de cuatro miembros en numerosas, casi sin pistas de cómo y cuándo, y sin contar cómo pagarlo.
Y volviendo a Chiva, la misma urgencia y necesidad existía para el nuevo Colegio Público Doctor Corachán, que hoy se ha convertido en un solar para poder aparcar coches. En 2010, se cedió el solar a la conselleria, y la tramitación del nuevo centro se metió en un callejón sin salida hasta 2015. Dos años después se incluyó en el Plan Edificant. En diciembre de 2017, el alcalde de Chiva. Emilio Morales, dijo: «Después de años de promesas ahora se va a ver convertido en realidad y este era uno de los grandes objetivos de esta legislatura». Las obras iban a empezar en 2018... y pasó 2018, la legislatura, la promesa, las palabras y llegó la nada representada en un solar lleno de charcos y malas hierbas.
El delirio electoral llevó a otro alcalde de la localidad a prometer la construcción de una plaza de toros que nunca se levantó. Un recinto en el barrio de Chacora, donde se había proyectado una zona verde con un gran parque incluido. La promesa para las locales de 2011 pesaba casi cuatro millones de euros, en un momento en el que Enrique Ponce, hijo predilecto de la población, pisaba el cénit del escalafón taurino en España y América. Aquella plaza de toros, con maqueta incluida como el nuevo Mestalla, ni siquiera se empezó a construir. Hoy, esa explanada, sigue virgen a la espera de proyecto llena de maleza, escombros, aparcamientos improvisados, basura y conejos.
Tsunami virtual
El diseño gráfico hizo tanto daño a las campañas electorales como las promesas incumplidas. En los últimos meses, se ha vivido un tsunami de proyectos desde el Ayuntamiento de Valencia, algunos solapándose desde las dos orillas del Rialto. El jardín de Jesuitas, eterna promesa; aparcamientos en altura y las naves del Parque Central. Inventos en el nuevo cauce y bulevares ajardinados de incierta construcción. Al igual que desde la Generalitat, donde se da por hecho el nuevo hospital Arnau de Vilanova en Paterna, mientras que otros gobiernos, que también podrían ser estos, dejaron el hospital de Torrent colgado de un cartel.
De la misma manera, y para que Chiva cierre el círculo de las promesas incumplidas, se ha quedado en una lámina el nuevo pabellón cubierto la localidad, licitado y adjudicado hasta que la empresa ha comunicado que no puede hacerlo. Y así, con una renuncia, se ha quedado parada una de las grandes promesas de una población que durante años ha sufrido la inoperancia de sus políticos. El caos político ha derivado en una ensalada de nueve partidos con opciones para pescar uno de los 17 concejales del Ayuntamiento. A partir del 28 de mayo, el mayor reto de todos los municipios es que sus políticos no incumplan lo prometido.
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