Ilustración Sr. García

El PSPV, en manos de Pedro Sánchez

La renovación de los socialistas valencianos liga la suerte de su nueva secretaria general, Diana Morant, a la gestión del Gobierno central y su trato a la Comunitat

Domingo, 4 de febrero 2024, 00:07

El perfil federalista del PSPV quedó dinamitado de manera devastadora el pasado martes. A las 24 horas de que los precandidatos Alejandro Soler y Carlos Fernández Bielsa oficializasen su deseo de liderar el PSPV, la dirección nacional les encerró en Ferraz con la candidata favorita de Pedro Sánchez, su ministra Diana Morant ... . Ximo Puig ha enarbolado durante casi una década la apuesta por una tercera vía en el conflicto territorial español; sin embargo, la voladura de la bandera descentralizadora izada por el socialismo valenciano fue total en el momento en que el fin de la pugna por el liderazgo del PSPV se escenificó en Madrid, capital del Reino de España. Tanto es así que el partido decidió anular la reunión que iba a celebrarse el miércoles también en los madriles para despachar el reparto de cargos orgánicos y aseguró que lo trasladaba a la Comunitat para una reunión que se celebraría al día siguiente, jueves, en un lugar oculto. Parece ser, sin confirmación oficial, que se citaron en un hotel, que es donde se hospedan los turistas cuando visitan tierras valencianas. De este modo, la vocación autónoma de un partido inspirado durante décadas en las fragancias del PSC catalán se redujo a la mínima expresión posible.

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En el arte, y la política es un arte, la cuestión de la forma es tan importante como el fondo. La forma, el modo en que la ministra de Sánchez se convierte en la líder del PSPV, invalida las afirmaciones de Ximo Puig de finales de diciembre, cuando concedió una entrevista a 'La Vanguardia' donde aseguró: «Ni Sánchez ni yo vamos a tutelar la renovación del PSPV».

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Morant puso el arranque de su campaña en manos de la vieja guardia de Puig, con el que fuera su número tres en el PSPV durante años, José Manuel Orengo, merodeando por el escenario de Gandía mientras la ministra oficializaba su deseo de liderar el partido. Al día siguiente, martes, tras acudir al Consejo de Ministros presidido por Sánchez, la socialista, de 43 años, fue a Ferraz, donde el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, persona de la máxima confianza de Pedro Sánchez, apretó las tuercas a los que habían pretendido ser los rivales de Morant. Allí mismo y ese mismo día claudicaron para contentar al indiscutible líder.

Y es que, durante ese encierro en Ferraz, con Morant, Cerdán y Soler ya sentaditos en un despacho, apareció Pedro Sánchez, se acercó a ellos, posó una de sus manos sobre el hombro de Soler y le preguntó al alicantino mirándole a los ojos: «¿Esto lo vamos a arreglar, verdad?». Aquello fue mano de santo.

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El liderazgo del PSPV y las opciones electorales de Morant de cara a 2027 quedan así ligados íntima y directamente al señor Pedro Sánchez Pérez-Castejón, nacido hace 51 años en el madrileño barrio de Tetuán, a la sazón presidente de un Gobierno que es un arma de doble filo para la ministra.

Por un lado, es el único modo de Morant para obtener notoriedad, visibilidad y popularidad. Es miembro del Ejecutivo, que por otra parte, es el principal deudor de numerosas e históricas reivindicaciones de la Comunitat, además de estar en el eje de un huracán político en el ámbito nacional de escaso crédito (positivo) para una candidata a presidir la Generalitat.

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Elegida e impulsada por Sánchez, la figura de Morant va asociada a un Gobierno que depende para su supervivencia de una turbulenta relación con Carles Puigdemont, el líder de Junts que desde Waterloo hostiga al Ejecutivo central en asuntos como la amnistía. La exalcaldesa de Gandia intentará sacar rédito y asociar su imagen a los logros del Gobierno. Pero junto a la columna de haberes estará la de los deberes. La percepción de los ciudadanos sobre una y otra afectará directamente a Morant.

La ministra debe su cargo a un presidente que negocia con el independentismo catalán cesiones vinculadas a los Cercanías (con su correspondiente inversión), las competencias en inmigración y la mejora de la financiación de uno de los territorios con la renta más alta de España. Se trata, de un abanico de temas que no pueden ofrecerse como hitos de gestión, sino como cesiones, y que probablemente generarán agravios comparativos con otras regiones, entre ellas la Comunitat, una de las que registra la renta más baja y los mayores perjuicios derivados del modelo de financiación.

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Y ya directamente vinculado con los intereses valencianos, sin comparativas, el Ejecutivo de Sánchez tiene entre manos varias reivindicaciones de la Comunitat. El Gobierno las atenderá en mayor o menor medida, y eso también jugará a favor o en contra de Morant. ¿Podrá sacar la ministra algún tipo de beneficio de lo que ocurra en los próximos años con el problema de la falta de agua, especialmente en zonas como Alicante, tras las restricciones generadas por el recorte del trasvase Tajo-Segura? ¿Encontrará algún provecho la futura secretaria general del PSPV y probable candidata a la Generalitat del modo en que la ministra de Hacienda, María José Montero, gestione la infrafinanciación de la Comunitat y el proceso para la puesta en marcha de un nuevo modelo de transferencias del Estado a las autonomías? ¿Qué papel jugará Morant a la hora de que avancen las obras del corredor mediterráneo? ¿Se desmarcará la inminente líder de los socialistas valencianos de exigir un fondo de nivelación mientras se resuelve la infrafinanciación? ¿Se desvinculará de la posibilidad de que el derecho civil valenciano se incluya en las reformas de la Constitución, o del grado de ejecución (históricamente, muy bajo) de las inversiones de los Presupuestos Generales del Estado para Valencia, Alicante y Castellón? ¿Defenderá activa y eficazmente las reclamaciones valencianas, las recordará con timidez o, directamente, callará y tragará?

Morant liga su suerte política a las políticas de Sánchez, que siempre ha ido sobrado de baraka. Sin embargo, la fortuna del presidente del Gobierno le beneficia prácticamente en exclusiva a él. Su exitosa trayectoria como político se desarrolla a costa de la de sus colaboradores. Todos los que le apoyaron o acompañaron cayeron más pronto que tarde, y sus victorias electorales transcurren en paralelo a la pérdida del poder autonómico y local del PSOE en toda España.

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Las circunstancias políticas de la futura candidata del PSPV a la Generalitat sirven en bandeja la estrategia de ataque al que presumiblemente será su rival, el actual jefe del Consell y líder del PPCV, Carlos Mazón.

El actual presidente de la Generalitat inicia 2024 con un escenario muy similar al que se encontraron otros dirigentes populares como Francisco Camps en relación a sus grandes rivales políticos, es decir, a los socialistas. Camps lideró el PP y el Consell mientras en la Moncloa estaba José Luis Rodríguez Zapatero. El listado de reivindicaciones de entonces es prácticamente calcado al de ahora: una pésima financiación, unas infraestructuras donde las inversiones ni lucieron ni avanzaron y un conflicto hídrico a cuenta del trasvase del Ebro que Zapatero derogó a la primera de cambio. Zapatero fue ganando elecciones. Y Camps también, a pesar de los problemas judiciales que afloraron y que le comenzaron a afectar directamente en 2009. El PP, lejos de sufrir un desgaste electoral en la Comunitat no hizo otra cosa aquellos años que incrementar su ventaja sobre un PSPV que penó la presencia de ZP en la Moncloa. Mazón reivindicará las carencias que sufre la Comunitat, y si la percepción de los valencianos es que Sánchez responde ahora igual que respondió cuando Zapatero era el presidente, la suerte de Morant como defensora de los intereses valencianos y de la candidatura del PSPV irá ligada al balance de resultados que pueda presentar el Gobierno respecto a la Comunitat. Sánchez, así, se convierte en el gran condicionante de las opciones electorales del PSPV, que contaría por primera vez con una mujer como candidata formal a la Generalitat, pero condicionada por las luces y sombras de un candidato factual, Pedro Sánchez.

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