El socialismo valenciano abre este viernes una nueva etapa. El programa del congreso extraordinario que proclamará a Diana Morant como nueva secretaria general del PSPV y nombrará una nueva comisión ejecutiva arranca con un foro municipalista y la presencia de la ministra Pilar Alegría. Más ... allá del programa, no obstante, las incógnitas que rodean la composición de la nueva dirección socialista, y la ausencia de negociación de la ministra con los barones provinciales, Carlos Fernández Bielsa y Alejandro Soler, dibujan un escenario de desconfianza. El panorama idílico descrito por Ximo Puig en su carta de despedida de este viernes contrasta con la incertidumbre relativa a la votación de la nueva dirección, prevista para este sábado.
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Morant se ha hecho fuerte sobre la base de la capacidad que le ha dado la calle Ferraz, encargada de despejarle el camino para llegar a la secretaría general. A partir de ese escenario, la nueva líder socialista se siente en disposición de perfilar la ejecutiva que considere oportuna.
La primera decisión ha sido situar como mano derecha a la exsecretaria autonómica con el Consell de Puig Lydia del Canto. La decisión ya generó suspicacias en el partido, porque Del Canto, como la propia Morant, refieren al liderazgo del exsecretario general del PSPV. Y la relación con éste de Bielsa y Soler no acabó demasiado bien. Por razones muy diversas, pero entre ellas por la desconfianza entre unos y otros. Morant no ha aclarado quién será su secretario de Organización –se especula con el nombre de la alcaldesa de La Vall d'Uixó, Tania Baños–, ni si Bielsa será el único vicesecretario de la ejecutiva o se creará alguna otra figura para recortar su poder político. Ni si la nueva líder permitirá que los dos barones provinciales mantengan esa condición cuando lleguen sus respectivos congresos. Y mucho menos cuántos y qué puestos tendrán en la nueva ejecutiva de País.
Esa parte, la relativa a la composición de la ejecutiva, es la que puede generar mayor ruido en el desarrollo del congreso. Fernández Bielsa ha reunido este jueves a algunos de sus más estrechos colaboradores para analizar el desarrollo de las escasas conversaciones mantenidas. Y, por encima de eso, qué decisión tomar llegada la hora de la votación de la nueva dirección del partido. No cabe el voto en contra, de modo que la única forma de expresar una cierta disconformidad pasa por el voto en blanco. La dirección provincial de Alicante se encuentra frente a una tesitura similar.
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¿Cabe la posibilidad de que los delegados afines a las direcciones del PSPV de Alicante y Valencia no respalden la nueva ejecutiva? Es un escenario sobre la mesa que, no obstante, requeriría de un arrojo que uno y otro líder, Bielsa y Soler, no demostraron cuando Ferraz pisó el acelerador para despejar el camino de la secretaría general para Morant.
Los contactos iniciales para perfilar la nueva dirección del partido no han pasado hasta la fecha de reflexiones sobre porcentajes de representación en la nueva dirección. Bielsa y Soler tratan de garantizarse una representación en la nueva cúpula que atienda la fuerza y la representación de sus direcciones provinciales. Morant exige disponer de una mayoría afín, que atienda a su condición de secretaria general. No parecen posiciones insalvables. «Mañana (por hoy) será una noche larga», vaticina un cargo del partido, convencido que el vertiginoso proceso de ajuste que suele tener lugar en todos los congresos socialistas la última noche del cónclave se adelantará en esta ocasión para perfilar la dirección a elegir el sábado.
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Porque más allá del acuerdo con los líderes provinciales de Valencia y Alicante, la nueva dirección deberá tener en cuenta las cuotas comarcales y locales que tienen voz propia -como el 3.0- o si el abalismo post Ábalos obtiene o no representación en la nueva dirección.
Más allá del acuerdo sobre la nueva ejecutiva, la maniobra de Morant para retrasar los contactos con los dos barones provinciales y achicar el terreno para la negociación, ha generado desconfianza en ambos dirigentes. Con Sánchez en Valencia el domingo por la mañana, el margen para ir de farol en el congreso se estrecha. Pero una vez superado el fin de semana, los espacios en el partido pueden volver a abrirse.
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Y ese es el escenario que más preocupa a Morant. Un liderazgo que tendrá su responsabilidad pública en Madrid, por su condición de ministra, y que debe perfilar un control con mando a distancia de la situación en la federación socialista valenciana, sustentado en una dirección de cuyo encaje definitivo aún no se tiene noticia.
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