«La imagen de buena gestión que ha dejado el Botánico durante los últimos ocho años lleva camino de empañarse por sus ausencias». La reflexión la hace un alto cargo del socialismo valenciano. Las ausencias son de Ximo Puig, secretario general de los socialistas ... valencianos, senador territorial y presidente (ausente) del grupo parlamentario socialista en el Congreso. «Si está en Les Corts, tiene que venir», señala el mismo interlocutor. Tiene que ir, pero no lo hace. Las ausencias de Puig del hemiciclo han sido una constante en lo que va de legislatura. Ahora se hacen más evidentes si cabe.
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Puig aún está encajando la «humillación» -el calificativo es de otro cargo del PSPV- por su fallido nombramiento como ministro del Gobierno de Pedro Sánchez. Seis meses después del 28-M, y tras construir su entorno todo un relato en el que el líder socialista mantenía poco menos que intacto su poder e influencia, porque se daba por hecha su entrada en el nuevo Ejecutivo, y al final para nada. No hay ministerio, no hay influencia y no hay poder, porque se perdieron las elecciones del 28 de mayo.
El socialismo valenciano no afrontó entonces el necesario análisis sobre las causas de aquella derrota. Sánchez tampoco concedió demasiado margen, al convocar a toda prisa las generales del 23 de julio. Y el PSPV, pese al éxito que supusieron las generales, llega a la ejecutiva que se celebra este jueves sin haber convocado el comité nacional en el que abordar ese debate.
En esa ejecutiva tampoco se esperan decisiones drásticas, más allá de una valoración del nuevo gobierno y de los actos que tiene por delante el partido -Santos Cerdán estará el 1 de diciembre en Alicante y el día después en un acto municipalista en Valencia-. Tampoco se esperan intervenciones críticas.
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Sin embargo, en privado, la presión crece para que Puig abandone el escaño en Les Cortes. En la sesión plenaria de este miércoles tampoco se le vio. Los cargos socialistas consultados por este diario coincidieron en el regalo que esas ausencias suponen para PP y Vox. «La imagen que transmite no es buena», se señala. Una imagen con un escaño vacío, quien sabe si un día con un bolso encima, como si de Soraya Sáenz de Santamaría con Mariano Rajoy se tratara.
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Puig no ha querido hasta el momento soltar ese cordón umbilical que mantiene con el grupo parlamentario socialista. Aunque su condición de presidente tiene mucho de honorífico, el expresident del Consell hace valer esa condición y también la de secretario general del PSPV.
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Eso sí, una responsabilidad que desde el pasado lunes ha quedado tocada. El empeño de la dirección del partido por dar por hecha una designación que finalmente no se ha producido facilita ahora que al expresident de la Generalitat se le considere ahora como el perdedor de todo ese proceso. Una derrota sumada a la del 28-M, con un proceso congresual que el PSPV ya atisba en el horizonte y que, a diferencia de los dos últimos, coge al socialismo valenciano de nuevo en la oposición. Y eso es sinónimo de batalla por el poder.
De hecho, esa debilidad política y la polémica por sus ausencias de los debates en Les Corts contribuyen a extender la percepción de que Puig está agrietando la imagen de buena gestión que dejó en sus ocho años de president. «Acabó con la hipoteca reputacional que dejó el PP, y contribuyó a recuperar la normalidad institucional. Pero su posición actual y la humillación a la que se ha visto sometido no encaja con aquella buena gestión. Hay que saber marcharse», relata una fuente del PSPV.
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La cosecha del PSPV en el consejo de ministros se ha limitado, como parecía lo más probable, a la continuidad de Diana Morant como titular de Ciencia e Innovación, cartera a la que se le han incorporado las competencias en Universidades. Morant, como el resto del Gobierno, posó ayer para los fotógrafos a las puertas del Palacio de la Moncloa, en la tradicional foto de familia, y en la mesa del consejo de ministros. Lo que toca ahora, obviamente, es la designación del segundo escalón del Gobierno, secretarios de Estado, directores generales, responsables de empresas públicas... la pedrea no menor de un sorteo en el que los premios gordos ya han salido. Nombramientos que, en su mayoría, tendrán lugar en el próximo consejo de ministros. La quiniela para estos nombramientos está compuesta por exaltos cargos del Gobierno del Botánico. Entre ellos, hay dos nombres que ya aparecían incluso con opciones de formar parte del Gobierno. El primero de ellos es el de la exconsellera de Justicia y actual vicepresidenta segunda de la Mesa de Les Corts, Gabriela Bravo. El nombre de la exportavoz del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) es uno de los que suena como posible secretaria de Estado de Justicia, a las órdenes de Félix Bolaños. El expresidente Rodríguez Zapatero, que mantiene una estrecha amistad con Bravo, podría ser el mejor aval de las opciones de quien también es pareja de Ximo Puig. El otro nombre que se baraja es el del exconseller de Hacienda, Arcadi España, uno de los estrechos colaboradores de Puig.
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