![El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, con los representantes del pueblo valenciano](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202010/09/media/cortadas/1428136972-RzbCucY0S07sfzEmCBXrdYP-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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m. hortelano
Viernes, 9 de octubre 2020, 12:26
No era un 9 d'Octubre más. Ya lo había avisado el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, en las primeras líneas de su discurso institucional. El Palau de la Generalitat, antaño hervidero de invitados en el día grande de la Comunitat, lucía ayer más vacía que nunca, con la drástica reducción de asistentes a los actos institucionales, siguiendo las normas que ahora dicta la pandemia y con la mascarilla como sustituta del 'mocador' de Sant Donís. Un vacío, sin embargo, llenado con la música de las bandas, que emularon los días de confinamiento en los balcones. Por el camino, en este largo año de pandemia, la Comunitat ha perdido a 1.680 valencianos por el camino por el coronavirus. Pero, la celebración del festivo en el Palau de la Generalitat sirvió ayer de recuerdo y homenaje a una etapa de «tristeza, preocupación e incerteza».
El jefe del Consell recordó que cada vez que los valencianos han caído, se han vuelto a levantar «con esfuerzo y sufrimiento». «Después de guerras, epidemias, dictaduras, crisis o después de riadas o pantanadas».Pero, según explicó Puig, es la hora de la esperanza. «La resignación no es una opción». Para ello, abogó por abrir un tiempo de alianzas entre generaciones, entre el estado del bienestar y los sectores productivos y entre territorios.
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El presidente de la Generalitat pidió combinar la atención a las personas mayores, sin descuidar a los jóvenes, la generación «más preparada de la historia». «El gasto que hemos de hacer estos años para proteger a los afectados por la pandemia, para estimular la economía y generar trabajo tendrá que ser pagar por la siguiente generación, pero no la podemos hipotecar más allá de los necesario». Por eso, advirtió de que el 'keynessianismo' inteligente puede ser un camino, pero siempre combinado con la máxima eficiencia en el gasto.
Y es que mantener el estado del bienestar se ha tornado en el elemento nuclear de las políticas del Consell tras la crisis del coronavirus. Y eso sólo puede llegar, ha dicho el presidente, con un «apoyo decidido a los sectores productivos que generan prosperidad y trabajo». «El sistema público y el sector privado son las dos caras de una misma moneda. Dos caras que se necesitan, sin obstáculos administrativos, sin prejuicios y con eficiencia y diálogo social», destacó en una férrea defensa de la colaboración público privada, que ha dicho, hay «que fortalecer». Además, Puig pidió una alianza entre territorios en la que la confrontación deje paso a la «unidad, estabilidad y serenidad» que imperan en la Comunitat. Un territorio que, reivindicó, «hoy es reconocido por el acuerdo, la gestión y el trellat». Es «el momento valenciano», reconoció, pero recordó que es necesario «un plus de esfuerzo más» en la lucha contra la pandemia. «Hay que promover un futuro que genere expectativas y no desigualdades», propuso. «De la desolación al esplendor hay un corto viaje si todos contribuimos», sentenció el presidente.
Su discurso precedió a la entrega de las distinciones que cada año entrega la Generalitat. En esta ocasión, también centradas en los protagonistas de la pandemia. La encargada de conducir el acto solemne, la vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, la vicepresidenta del Consell, recordó que el pueblo valenciano se ha rehecho siempre de las desgracias «con sacrificio y determinación»y aseguró que con la pandemia actual se ha visto «cómo las actividades esenciales para la vida las tenemos ante los ojos y son muy simples y a la vez eternamente atávicas: criar, cuidar y curar». En este sentido, la Alta Distinción ha recaído este año en los más de cinco millones de ciudadanos y ciudadanas de la Comunitat por su «responsabilidad colectiva en la lucha contra el virus». La Distinción ha ido a parar a todos los colectivos que han tenido una especial relevancia en el mantenimiento de la normalidad durante el estado de alarma. Desde sanitarios a profesores, pasando por medios de comunicación, transportistas o personal de la industria agroalimentaria. Todos los colectivos fueron representados por una persona de manera «simbólica».
9 d'Octubre
MARTA HORTELANO / REDACCIÓN
ÒSCAR RUEDA
El Premio de las Letras, que se entrega cada dos años, ha sido para el escritor y poeta Marc Granell. Él fue también el encargado de hablar en nombre de todos los premiados. En su discurso criticó el comportamiento «cainita y suicida de tantos políticos metidos en sus peleas» en un tiempo «en el que la muerte nos visita y se lleva cuerpos y voces queridos». Granell subrayó que en este tiempo en el que «el miedo nos llena de incertidumbre», ante el comportamiento de los políticos nos preguntamos: «¿En qué manos estamos, señor?».»Desgraciadamente, la historia ha obligado muchas veces al pueblo valenciano a avanzar en la defensa de su cultura contra vientos y mareas bien potentes, pero lo ha sabido hacer, como ahora ante esta marea trágica e inusitada que asola el mundo. Hemos sabido mantenernos derechos y plantar cara para salvaguardar nuestra existencia misma», señaló.
El último de los premiados, el vicepresidente de la Comisión Europea Frans Timmermans, agradeció la distinción desde Bruselas, ya que no pudo asistir al acto. Tampoco los ministros de Transportes y de Cultura, José Luis Ábalos y José Manuel Rodríguez Uribe, ni el presidente del PP, Pablo Casado, que suspendieron su agenda en Valencia tras la crisis política que ayer se desató en Madrid, con la declaración del estado de alarma.
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