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Puig y Mas se ríen en la sesión de Les Corts. iván arlandis

Puig se resiste a pedir perdón a la menor tras la dimisión de Oltra

La oposición fustiga al presidente por la falta de autocrítica del Consell mientras que Compromís evita poner en aprietos al líder socialista

BURGUERA

Jueves, 30 de junio 2022, 14:20

El estallido de un volcán o un terremoto genera lo que se denomina como un borde divergente. Pues uno de esos ha acontecido en la sesión de control en Les Corts al presidente de la Generalitat, Ximo Puig. El líder socialista se sentaba en el parlamento valenciano por primera vez en su vida como jefe del Consell sin tener al lado a Mónica Oltra, cesada el día antes y sustituida por Aitana Mas hacía menos de una hora. Compromís participaba en la fiscalización a Puig huérfano de una de sus fundadoras y gran baza electoral. Borde divergente, o sea, la frontera entre dos placas litosféricas vecinas que se separan por movimientos contrarios. Por un lado, Puig, que pretende pasar página del asunto Oltra como sea, harto de que no le luzca la llegada de la gigafactoría de Volkswagen, la continuidad de Ford o los datos del paro. En sentido opuesto, el bloque de la derecha, que le ha reclamado a Puig directamente en, al menos, cuatro ocasiones que pida perdón a la menor abusada por el exmarido de Oltra. La oposición ha fustigado a Puig por la falta de autocrítica tras la salida de la exvicepresidenta. La portavoz del PP, María José Catalá, ha razonado: si Oltra ha dimitido será por algo, porque algo se habrá hecho mal, y nadie ha dicho ni qué ni por qué ni, sobre todo, se ha disculpado por ello.

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De este modo, Puig y sus consellers (sobre todo el presidente) intentaban pasar página sobre el asunto que ha provocado la mayor convulsión en el tripartito desde 2015. La oposición, sin embargo, insistía en ello, por considerar que la salida de Oltra es consecuencia de algo, un algo que nadie menciona, como si el cese de la exvicepresidenta supusiese la desaparición de una gestión que continúa investigada en los juzgados. En este sentido, el PP ha conminado al presidente de la Generalitat ha pedir perdón en tres ocasiones: se lo ha reclamado Catalá, Elena Bastidas y Alfredo Castelló. Puig ha asegurado que si de algo no peca el tripartito es de soberbia y que pide perdón todos los días por aquello que no hace bien. La evasiva general ha propiciado una insistencia popular. En ese mismo caballo se ha subido Vox. Ni por activa ni por pasiva se ha escuchado a Puig ese perdón a la menor.

Un miembro del Consell y socialista de pata negra, Arcadi España, ha reivindicado la figura de la exvicepresidenta como impulsora de las políticas de izquierda y ha reclamado respeto para la vicepresidenta. En un sentido similar se ha expresado Vicent Marzà, que ha hecho las veces de síndic de Compromís ante la ausencia de Papi Robles por Covid. El nacionalista le ha dado las «gracias» a la exvicepresidenta «por dar un paso a un lado para dar diez adelante. Aquí estaremos esperándote para que cuando acabe el proceso puedas volver con más fuerza que nunca». Marzà ya no es miembro del Consell, ni socialista pata negra, pero a veces lo parece.

Se suponía que Puig tendría una difícil papeleta ante un Compromís muy poco satisfecho con el modo en que el Gobierno central despacha el asunto de la financiación. El presidente Pedro Sánchez afeó al diputado nacional de la coalición, Joan Baldoví, sus reivindicaciones en el Congreso por considerar que «fomenta el agravio territorial». Sobre eso le ha preguntado Marzà a Puig. En una intervención de cinco minutos, el 80% lo ha empleado el exconseller en defender la vigencia del gobierno de coalición. «Le estaba diciendo a los suyos, o esto o nada», asegura un dirigente del PP. Un exsocialista que seguía el pleno a distancia apuntó a un miembro del tripartito: «Compromís la ha dejado caer, que el día 1 de cada mes es muy importante. No iban a perder un año de soldada por un quítame una Oltra». A tenor de la intervención de Marzà, ya parece muy lejos la posibilidad de que Compromís quede fuera del Consell, y eso que hace nueve días Oltra justificó su salida para «no dar la coartada a que se tome una decisión unilateral de dejar a Compromís fuera del Consell». El exconseller ha enumerado las bondades de una convivencia que, por su intervención, no parece en absoluto amenazada. Marzà le pidió explicaciones a Puig sobre cómo se posiciona en torno a la infrafinanciación, el presidente aseguró que sigue insistiendo y cuando acabó su intervención, repleta de guiños cariñosos al exconseller nacionalista, Marzà hasta aplaudió y, por supuesto, no repreguntó. Aquí paz y después gloria.

Visto lo visto y frente a las expectativas generadas hace apenas dos semanas, Puig ha vivido una sesión relativamente tranquila en Les Corts. Ha obviado sin pudor solicitar el perdón a la menor abusada, ya no tiene al lado a Oltra, que ejercía de auténtico central marcador del líder socialista a la mínima que le veía con ganas de atribuirse todos los goles del Consell, y el supuesto endurecimiento del tono crítico por parte de Compromís ha mutado en una pregunta repleta de loas al tripartito que hasta ha derivado en una respuesta aplaudida por los diputados nacionalistas. Sin Oltra, en el tripartito se vive mejor y parece que sólo la echará de menos la oposición.

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