Históricamente, los territorios siempre han tejido alianzas para causas comunes, a veces incluso por encima de sus líneas ideológicas. Afinidades geográficas, estratégicas, económicas o políticas, que generan sinergias que permiten a los pueblos avanzar. «No viven juntas las gentes sin más y porque sí, esa ... cohesión sólo existe en la familia, en el Estado viven juntos para algo. No conviven por estar juntos, sino para hacer algo juntos», dijo el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, el miércoles, durante su conferencia en Madrid, (parafraseando a Ortega y Gasset) para justificar la política de alianzas que viene tejiendo desde hace seis años con unos y con otros para liderar un frente con las regiones de la periferia que aisle al centro, como eje del que emana casi el poder absoluto en España. Y como si de una partida de Risk se tratara, el jefe del Consell va construyendo afinidades con unos y con otros para tratar de sortear la invisibilidad que produce vivir en el extrarradio y no ser nunca parte de las decisiones que acaban afectando a los de los cuatro puntos cardinales. Unas negociaciones en las que Madrid ha quedado fuera desde que el Botánico llegara al Consell y que se ha acrecentado desde que la Comunidad se ha convertido en el bastión de la derecha, con su presidenta Isabel Díaz Ayuso, como referente de la política autonómica. Una región estratégica para el desarrollo de la Comunitat Valenciana y con la que Puig ha dinamitado los puentes que sí levanta con otras autonomías, algunas de distinto signo político. La guerra fiscal que el valenciano ha emprendido contra la capital ha dejado a uno de los socios comerciales de la Comunitat fuera del tablero de alianzas de Puig, más centrado en una expansión del federalismo. Ayuso ya ha hecho constar su malestar e incluso amenaza con llevarlo a una conferencia de presidentes, el próximo fin de semana, a la que dice que asistirá por última vez si no cambian las normas.
Publicidad
Noticia Relacionada
En mayo de 2017, el presidente de la Generalitat viajó a Vitoria para reunirse con el lehendakari Íñigo Urkullu en el palacio de Ajuria-Enea. En esa visita, Puig y Urkullu acordaron colaborar en el impulso de las relaciones económicas y comerciales entre ambas comunidades mediante la construcción de un eje ferroviario entre los puertos de Valencia y Bilbao. El encuentro, calificado en su día de «histórico» por ser el primero entre un presidente valenciano y un lehendakari, sirvió para normalizar relaciones con una región gobernada por el PNV a la que la Comunitat siempre ha mirado con recelo a cuenta del Cupo, un mecanismo de reparto de fondos de la financiación con el que Puig siempre se ha mostrado receloso.
Las relaciones entre la Comunitat Valenciana y Murcia siempre han sido muy estrechas. No sólo porque comparten frontera desde el sur de Alicante, sino por los problemas comunes que sufren ambas regiones. Falta de agua, mala financiación y necesidad de impulsar el Corredor Mediterráneo. Puig y su homólogo, el presidente Fernando López Miras (PP) coincidieron en fijar prioridades, en la misma línea que casi una década antes ya se situaban los entonces presidentes Francisco Camps y Ramón Luis Valcárcel. El dirigente murciano llegó a presidir el Comité de las Regiones en Bruselas, para representar los intereses de ambas comunidades. Y es que la unión de ambas comunidades ha superado siempre incluso las cuestiones partidistas.
El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, descongeló en diciembre de 2020 las relaciones institucionales con Cataluña después de más de tres años de idas y venidas. El proceso soberanista puso en cuarentena todo gesto o relación con los líderes catalanes, antaño aliados principales del Botánico en asuntos de tanto calado como las inversiones, la financiación o las infraestructuras, que con el procés acabaron distanciando a ambos ejecutivos, a pesar de que históricamente Cataluña y la Comunitat habían sido socios preferentes a nivel económico, comercial y estratégico. Y el punto de partida de la vuelta del presidente Puig a Cataluña fue exactamente el mismo que cuando llegó a la Generalitat, hace ahora cinco años: la alianza común frente a un Madrid y a un centralismo que compite de tú a tú con el arco Mediterráneo. En Barcelona Puig propuso una Commonwealth mediterránea con la que hacer frente a la «aspiradora» de Madrid, con un centralismo que todo lo absorbe, y abogó por una «España de españas» en la que la Comunitat y Cataluña van de la mano para reclamar fondos.
Publicidad
Las relaciones se retomaron en 2020, con una foto con Pere Aragonés, entonces en funciones, después de que en 2016, el presidente de la Generalitat y el del Govern catalán, Carles Puigdemont, protagonizaran dos cumbres institucionales. La primera, en el Palau de la Generalitat de Catalunya; la segunda,en Valencia, para hacer un frente común a favor de Corredor Mediterráneo. Ahora, ya con Aragonés elegido president, Puig ha asegurado que se han telefoneado en alguna ocasión y tienen previsto verse en septiembre. Puig ha sido, además, uno de los dirigentes que más ha defendido los indultos a los presos catalanes, en una senda de deshielo que crece a la misma velocidad que se agranda la brecha con Madrid.
Hace una par de semanas, una delegación valenciana de políticos, empresarios y sociedad civil pusieron rumbo a Palma para celebrar durante dos días las primera cumbre valenciano-balear, en la que poner el foco en la España periférica. Ambos territorios, con gran influencia turísitica, quieren revertir «el eje del poder» para poner fin a la discriminación que sufren las economías valenciana y balear. La cumbre se saldó con un d ocumento de conclusiones y acuerdos entre ambas que incluyen candidaturas conjuntas a proyectos europeos; la puesta en marcha de proyectos turísticos conjuntoso la conexión de las Islas Baleares con el Corredor Mediterráneo.
Publicidad
En julio de 2018, el presidente Puig viajó a Teruel para mantener una reunión con su homólogo aragonés, Javier Lambán, y establecer otro eje con una comunidad, esta vez ferroviario, y pedir la reincorporación del eje Cantábrico-Mediterráneo a los planes de grandes infraestructuras de la Unión Europea par el periodo 2021-2027, de los que, inicialmente, estaba excluido. La región es antagonista con la Comunitat en los criterios de la reforma de la financiación.
Dos de las regiones más importantes de España, por tamaño, por población y por riqueza, apuntan desde ya una alianza para emplazar al Gobierno a reformar el sistema de financiación autonómica. Dos regiones que también se encuentran entre las más perjudicadas por el modelo aprobado en 2009. El movimiento trasciende de la frialdad de los datos, porque Puig es uno de los barones socialistas alineados con Pedro Sánchez, y Juan Manuel Moreno Bonilla es uno de los presidentes populares. De manera que lo que se perfilaría es un acuerdo, al que podrían sumarse otras regiones, de dos regiones que por encima del color político de su Gobierno, estarían dispuestas a sumar fuerzas frente a Hacienda. Las dos regiones ya habían reconocido sus coincidencias tanto en el análisis de un sistema que les perjudica como a que sus respectivas economías ofrecían diagnósticos similares. Situar la población como criterio determinante, por encima de otros factores como la edad o la dispersión que son los que sostienen el statu quo actual.
Publicidad
PACTOS PP
En los primeros años de los 2000, los presidentes de las comunidades valenciana, madrileña y balear, Francisco Camps, Esperanza Aguirre y Jaume Matas, acuñaron el denominado 'Eje de la prosperidad'. Una operación geopolítica basada en una vuelta de tuerca a la concepción radial de España, en la que las tres regiones trataban de impulsar sus economías a costa del freno del aperturismo catalán y, por tanto, del arco mediterráneo, con regiones por las que se movía más de 40% del PIB de todo el país. Ese eje fracasó pocos años después, con la salidad de todos los dirigentes de sus puestos, salpicados por casos de corrupción.
PNV
Puig y Urkullu celebraron la primera reunión entre un presidente valenciano y un lehendakari, con la vista en impulsar un eje cantrábrico-mediterráneo
Publicidad
PSOE
Ambos presidentes socialistas, antagonistas en financiación y aliados en infraestructuras, hicieron una cumbre para hablar de conexiones ferroviarias.
ERC
Puig se vio con Aragonés cuando todavía estaba en funciones. En 2017 se cio con Puigdemont y volverá a hacerlo con el actual presidente en septiembre, a la vuelta de vacaciones.
Noticia Patrocinada
PSOE
Ambos presidentes celebraron hace semanas la primera cumbre valenciano-balear para aprobar un documento de medidas conjuntas en favor de la España periférica.
PP
Adversarios políticos y aliados por el agua y la financiación, Puig y López Miras hicieron una cumbre en Alicante en 2018 y suspendieron otra este año por la moción en Murcia.
Publicidad
PP
Puig y Moreno Bonilla se reunirán en septiembre, en una cumbre para hacer un frente común para reformar la financiación, ya que comparten agravios
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.