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La exdirectora general de À Punt, Empar Marco, en Les Corts Damián Torres

À punt pone fin a la era de Empar Marco

La ya exdirectora de la cadena pública deja el cargo tras tres años y después de haber vuelto a poner en marcha el servicio público de radiotelevisión

m. hortelano

Domingo, 8 de marzo 2020, 00:13

1.106 días. Ese es el tiempo que ha durado la era Empar Marco en la radiotelevisión pública valenciana, después de que el viernes dejara de ser oficialmente la máxima responsable de la cadena pública, tras el nombramiento de su sucesor, Alfred Costa. La gestión de Marco ha tenido luces y sombras, pero se va con el mérito indiscutible de haber puesto en marcha la oxidada maquinaria de un ente público que nació de las cenizas de la ya extinguida RTVV. Dicen que reconstruir siempre es más complicado que empezar de cero y en el caso de la Corporación Valenciana de Medios, la cosa no ha sido diferente. Cierto es que el perfil de quienes fueron elegidos para llevar a cabo la reforma no ayudó demasiado a que los acabados fueran los mejores, pero a Marco siempre le quedará el honor de haber enchufado la radio y tele públicas, después de que el anterior Gobierno pusiera fin a las emisiones de Canal 9. Su salida, sin embargo, se produce en circunstancias desfavorables. Cuestionada por todos los aspectos de su gestión -o la falta de ella- prefirió ni siquiera optar a repetir en el cargo, a sabiendas de que tenía al consejo en contra. De hecho, ni siquiera llegó a hacer público el paso atrás y se desconoce su futuro más próximo tras su desconexión de la cadena.

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Inexperiencia en administración

El perfil de Empar Marco como directora general de À Punt ha estado cuestionado desde los inicios por su escasa vertiente técnica en detrimento de la periodística. Las audiencias, la gestión de la plantilla, plagada de extrabajadores, y la pura actividad económica, han sido sus principales puntos débiles. También la eterna reivindicación de un mayor presupuesto más allá de los 55 millones de euros que el Consell ha ido destinando a la cadena. Sus diferencias con el consejo rector han sido sonadas y se acrecentaron en la última época hasta casi la desconexión. Los consejeros llegaron incluso a evidenciar su falta de sintonía en público y en privado. Olvidado queda ya el día en que no le permitieron presentar su propia programación en una reunión del consejo.

Por su perfil periodístico -era la corresponsal de TV3 en la Comunitat antes de dirigir À Punt- se volcó en construir toda la parte informativa del ente público, que en estos casi tres años de gestión y año y medio de emisiones, no ha supuesto demasiada crítica a la cadena, más allá de algunas coberturas precarias en momentos de vital importancia como las elecciones autonómicas, o su mayor o menor injerencia en los temas políticos (alcaldes y dirigentes se llegaron a quejar de que los reporteros de la cadena evitaban recoger sus declaraciones porque la dirección no quería políticos en pantalla). Ni siquiera los grupos de la oposición han sido demasiado beligerantes con la gestión de los tiempos en la parrilla. Pero tampoco ha logrado influir ni llegar a los hogares de los valencianos para convertirse en referencia.

Periodista, no gestora

Sin embargo, atendiendo al perfil más gestor que requería el cargo, Marco se ha movido con escasa fortuna en estas aguas. Como también el consejo rector, trufado de perfiles variopintos, en el mejor de los casos, relacionados con el mundo del periodismo o de la universidad, pero no de la administración de empresas. En la actualidad, las televisiones tienden al menor número de trabajadores y una mayor cooperación entre el sector audiovisual, incluso con la red local. Lejos de asumir las tesis de una menor plantilla, con mayor formación tecnológica y contenidos adaptados a los nuevos soportes, la nueva entidad apostó por disparar su cifra por encima de los 500 empleados , con prevalencia de anteriores empleados de la cadena y por formatos encargados a productoras que no terminaron de encandilar a una audiencia que, pese a que ve más televisión que nunca, está atomizada y entrando de lleno al consumo a través de nuevos soportes.

Patata caliente para su sucesor

Entrando en los meros datos económicos, la empresa está en situación de desequilibrio patrimonial, una de las causas de disolución que marca la ley; la Intervención ha puesto en tela de juicio sus métodos de contratación, y la mala contabilidad ha llevado incluso al retraso en la aprobación de cuentas más allá del plazo legal. En términos de contenidos, la audiencia de À Punt es la más baja de todas las autonómicas de España. Además, la entidad pública no cuenta de momento con una plantilla consolidada, ya que el equipo directivo no ha sido capaz de sacar adelante a día de hoy los dos procesos de Oferta Pública de Empleo (OPE) de los que saldrán los trabajadores de la corporación y la sociedad. En total, más de 500 plazas que permanencen en el limbo, a la espera de que la Conselleria de Hacienda dé luz verde al informe económico que permita convocar las pruebas. El problema es que las cifras de plantilla que plantean superan el coste máximo legal que se puede destinar a personal, fijado en un tercio del presupuesto. Se da la paradoja de que la oposición de la sociedad sí ha sido convocada, pero carece de fecha a día de hoy. Una patata caliente que el nuevo director general, que empezará a ejercer desde mañana, tendrá que resolver, ya que será el encargado último de afrontar esta nueva etapa. Costa, que cuenta con experiencia en gestión, tanto pública como privada, ya ha dado un perfil distinto en sus intervenciones al de Marco. Suya será la responsabilidad de tratar de hacer viable el proyecto meramente administrativo que le tocó empezar a Empar Marco. Y también la de tratar de convencer a una audiencia que acabó por empañar la gestión de una directora que, quizá, hubiera podido brillar en un campo que sí manejaba: el periodismo.

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