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Cuando el Consell acató la orden del Gobierno central de recortar los presupuestos de este año, dos consellerias tenían muchos números de recibir el encargo de olvidarse de aquellas partidas no comprometidas: Educación y Economía. Si la instrucción hubiera llegado el año pasado, las opciones de estos dos departamentos también serían muchas para pagar el pato del tijeretazo. No se trata de que la Conselleria de Hacienda les tiene manía. Los modelos de subvenciones y la incapacidad de estas consellerias para agilizar las inversiones presupuestadas propician que las áreas gestionadas por los nacionalistas (del Bloc, partido mayoritario en Compromís) Vicent Marzà y Rafael Climent sean los tapones recurrentes de los presupuestos de la Generalitat. Desde que el Botánico llegó al poder en 2015, no se compromete el gasto de un tercio de las inversiones presupuestadas cada ejercicio. Tanto la oposición como aquellos expertos en presupuestos que han trabajado como miembros del Botánico señalan esos agujeros.
Marzà tuvo que idear un plan, el Edificant, para intentar agilizar las partidas destinadas a la construcción de colegios. Fue en 2017. Sin embargo, el resultado de este plan es todavía muy mejorable. Gran parte de los recortes de los presupuestos de este año recaen en el Edificant porque su tramitación es tan lenta que las partidas no se comprometen y, si no hubiera tijeretazo, tampoco se ejecutarían este año. Y eso, que la eliminación de los barracones se anuncia como la gran prioridad del Consell desde que arrancó el Botánico.
Economía y sus planes de incentivos a las empresas se encuentran también en la misma situación, y son víctimas propiciatorias de los recortes. Hace ahora un año, el conseller Climent recibió un rapapolvo de la oposición, y hasta de sus propios compañeros del Botánico, por esa baja ejecución, que no mejora.
«El premio se lo llevaba Economía y las partidas de ayudas del IVF en Hacienda. También en Universidades y la construcción de colegios. El gasto se desbordó, especialmente en periodo electoral, y desde su diseño, los presupuestos eran irreales«, explica un exrepresentante del tripartito.
Desde Ciudadanos se recuerdan los propios datos de la Generalitat: en agosto de este año no se habían comprometido más que la mitad de las inversiones previstas este año. Desde 2015, de cerca de 2.400 millones presupuestados para invertir, se comprometieron 1.600, por lo que un tercio se fue al limbo. Por parte del PP también recuerdan el agujero en la ejecución que supone Educación, si bien señalan igualmente los problemas para sacar adelante las ayudas en Vivienda.
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