'El arte de mandar bien' es un manual de referencia en técnicas de liderazgo. Su autor es Francisco Gan Pampols, nuevo vicepresidente del Consell, el hombre encargado de capitanear la reconstrucción de la provincia de Valencia. Una lectura rápida a la obra, editada ... por Plataforma Empresa, permite acercarse a la personalidad y el modo de trabajo del teniente general. Esta es una reflexión acerca de conseguir las metas. «Naturalmente, que el resultado el objetivo es importante, pero creo que no es lo más importante si el alcanzarlo exige un 'a cualquier precio' desde mi punto de vista hay una serie de condiciones previas a modo de marco de referencia que hacen que esos objetivos resultados o como quiera, llamárseles estén subordinados a un estilo a una forma concreta de hacer las cosas que trasciende lo meramente cuantitativo y se enraíza en la psique de las personas».
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De sus comienzos en el Ejército, interiorizó por «las bravas la importancia de aprender a sufrir y aceptar que va de oficio padecer cansancio, dolor físico, exigencia intelectual, sueño...». De la Academia General Militar asimiló una enseñanza: «Los amigos en la necesidad son los amigos de verdad».
Más apuntes de cierto valor, extraídos de su propia experiencia. «Se aprende de todo y de todos. Existen unas técnicas básicas del ejercicio de mando que suponen el punto de partida que hay que conocer. Es el método, pero no es un cerrojo. A partir de ahí, compromiso, comunicación, conocimiento, competencia, entrega. A eso se le denomina espíritu de servicio, según la obra.
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El manual recoge los valores más representativos del arte de mandar bien. El teniente general cita «la Justicia, la honradez, la firmeza, el valor, la prudencia, la audacia, la compasión y la templanza». Y, a continuación, enumera los rasgos sobresalientes de las personas más capacitadas para ejercer esa cualidad. Así, habla de la ejemplaridad, la disciplina, el conocimiento, el pensamiento crítico y la flexibilidad. Además, cita la determinación, la anticipación y el compromiso, junto a la empatía, entre otros factores. De esta última, por ejemplo, dice: «La empatía no se anuncia, se demuestra a través de actos concretos dirigidos a la persona con la que se quiere empatizar».
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Un capítulo especial, sin duda, es cuando habla del gobierno de uno mismo. Remite a sus propias experiencias, la dureza de una quimioterapia y la reproducción del linfoma, un año después de empezar a sentir ya su recuperación. Son las páginas de mayor dureza, pero también se percibe una entereza y notable determinación. «Podía intentar ser el dueño de mis emociones o dejar que me laminaran y quedasen relegadas a la desesperación del dolor, la ansiedad y el ambiente lóbrego de un pasillo donde escuchaba a mis compañeros de las habitaciones contiguas llorar, gemir por el dolor de la desesperación»
El libro aborda también la soledad en el mando, cuestión inherente a la propia acción. «Para los días de vino y rosas vale cualquiera, para sostener el ánimo en medio de la tormenta y el caos, no». El vicepresidente cree que a «estar solo se aprende a mandar en soledad uno se acostumbra».
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