La reparación de los actos vandálicos de la protesta contra Mazón cuestan 21.000 euros

La tensión de ese primer sábado de protestas, el pasado 9 de noviembre, fue notable. Exactamente igual que la asistencia pese a las críticas de los populares acerca de que el malestar estaba siendo utilizado por la oposición.

Sólo ocho días después de la riada y con el enfrentamiento entre Administraciones copando esos primeros días convulsos. La Policía no intervino pese a que una vez estaban ya en la plaza Manises, algunos de los allí congregados lanzaron huevos contra la puerta principal de la sede gubernamental. Pero se trataba de evitar enfrentamientos entre los agentes y los participantes en una evento con la sensibilidad a flor de piel.

Una situación completamente diferente a la segunda convocatoria, el pasado 30 de noviembre, donde ya no se permitieron este tipo de actos vandálicos y donde el cordón de seguridad se amplió.

El mayor gasto se ha destinado a la limpieza de la fachada del Palau, una tarea muy laboriosa por la porosidad del material sobre el que se trabaja. La retirada de los grafitos y restos orgánicos ha supuesto un desembolso de más de 10.000 euros. Por su parte, la actuación para restaurar la carpintería ha costado cerca de 9.000 euros.

A todo esto hay que sumar las intervenciones desplegadas para la sustitución de los cristales dañados. Otros 2.000 euros. Y las tareas de restauración todavía no han concluido. Este mismo martes, de hecho, un operario trabajaba en uno de los ventanales del complejo. El Ayuntamiento de Valencia también sufrió severos daños.