La decisión de la dirección nacional del PP de dejar para 2021 la celebración de los congresos provinciales del partido en la Comunitat no sólo afecta al calendario de estas citas. Sus derivadas afectan también al congreso regional y a la posición de fuerza con la que Isabel Bonig llegará para tratar de renovar su liderazgo al frente del partido.
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Retrasar los congresos de Valencia y Alicante al próximo año -son los dos cónclaves que arrastran una dirección provisional, en el primer caso dirigida por una gestora, y en el segundo tras la dimisión de Pepe Císcar- simplifica el calendario orgánico del partido. 2021 es, precisamente, el año en el que corresponde la celebración de los congresos del partido, desde el nacional hasta el regional y los provinciales. Los populares, igual que el PSOE, renuevan sus órganos de dirección en cascada, de mayor a menor. Así que el próximo año tendrían lugar, si no hay novedad de última hora, el congreso nacional de los populares, a principios de año, el regional, unos meses después. A renglón seguido los provinciales, Valencia, Castellón y Alicante, fuera antes o después de verano, y en último lugar los locales. De esta forma, el aplazamiento de los congresos provinciales a la fecha en la que deberían celebrarse de forma natural evita situaciones incómodas, como la de que haya líderes provinciales recién elegidos y otros no. O que esos líderes regionales lleguen en una posición de fuerza al congreso regional.
Los planes de la dirección nacional ponen sobre la mesa tanto la estrategia política del partido, centrada en atrapar al Gobierno de Sánchez e Iglesias en sus propias contradicciones, como un calendario electoral, el de este 2020, en el que pueden llegar a coincidir tres citas electorales -Galicia, Cataluña y País Vasco- que requerirán del máximo esfuerzo de toda la organización y que en ningún caso aconsejan abrir debates orgánicos a lo largo y ancho de la geografía política de los populares.
Superado 2020, y con los congresos provinciales ya ordenados, el congreso regional de los populares valencianos tendrá lugar justo después del nacional, que será el que marque no sólo los debates políticos sino también los procedimientos para la designación de los liderazgos regionales y provinciales. El mantenimiento de la actual consulta a los afiliados abre la puerta -en función de los requisitos que se exijan- a la presentación de varios candidatos.
Eso sí. Para Bonig, que el congreso regional pase por delante de los provinciales le resuelve más de un problema. En primer lugar, porque le evita depender de los barones provinciales que hubieran salido reforzados en sus respectivos congresos. Una circunstancia que, de haberse producido, le haría llegar al congreso en cierta posición de debilidad. Y en segundo lugar, porque de esta forma no habrá referentes del partido que puedan hacerle sombra en el congreso regional.
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Traducido en la presentación de aspirantes al cargo, despejadas las dudas de aquellos dirigentes a los que en alguna ocasión se le ha atribuido la intención de optar al liderazgo regional, y más allá de opciones que, aparentemente, puedan tener pocas opciones de imponerse a la presidenta regional, el camino para Bonig se despejaría de forma evidente. Al mismo tiempo, la celebración de los congresos provinciales con la presidenta regional reelegida le situaría en condiciones idóneas para tratar de hacer valer su opinión en esos procesos -el de Alicante parece decidido para Carlos Mazón, mientras que el de Valencia sigue con múltiples candidatos y sin favoritos claros-.
Con ese calendario sobre la mesa, la carrera de los aspirantes al liderazgo del PP en la provincia de Valencia se ralentizará. «Nadie tiene claras sus opciones, así que nadie presionará para que se aceleren los plazos», se admite desde el partido en Valencia. La media docena larga de nombres que se han puesto ya sobre la mesa -desde la vicesecretaria Elena Bastidas, hasta la alcaldesa de Puçol, Paz Carceller, pasando por los diputados provinciales Carlos Gil y Vicente Mompó, el alcalde de Ayora, José Vicente Anaya o el exdiputado nacional Juan Vicente Pérez-, como los nombres que tratan de hacer del consenso su bandera, así como el diputado Javier Montero o el senador Fernando de Rosa- tendrán que plegar velas, como mínimo, hasta que la dirección nacional dé luz verde al inicio de los cónclaves provinciales y decida en su congreso si mantiene la forma de elección de los presidentes del partido o si opta por introducir alguna modificación.
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