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Jorge Rodríguez en su despacho en la Alcaldía de Ontinyent. Jesús Signes
JORGE RODRÍGUEZ / LÍDER DE ENS UNEIX

«Que te vean como heredero de Puig es una sentencia de muerte en el PSPV»

El alcalde de Ontinyent que dejó el partido y la Diputación por el caso Alquería admite que «el 28-M y la absolución fueron momentos de orgullo y liberación. Vi la luz. Los que nada querían contigo, de repente querían todo»

Burguera

Lunes, 18 de septiembre 2023, 01:05

La entrevista es en Ontinyent. Quizá porque tiene la sensación de que, cada vez que Jorge Rodríguez pasa el túnel de L'Olleria, el mundo ... confabula contra él. El alcalde está seguro en su municipio, donde trituró a todos sus oponentes en 2019, nada más ser imputado por el caso Alquería, y arrasó de nuevo a sus rivales el pasado 28-M después de pasar meses sentado en un banquillo, un juicio del que no se conoció la sentencia de inocencia hasta 48 horas después de su victoria. Los juzgados no le hicieron ningún favor. En el PSPV (donde llegó a ser considerado el relevo de Puig cuando en 2015 se convirtió en presidente de la Diputación de Valencia, a los 36 años), se lo quitaron de encima en 2018, una desconfianza y prevención que se acrecentó tras la negociación por la Diputación de Valencia, que él presidió hasta que estalló una causa judicial que dinamitó su carrera política... fuera de Ontinyent. A pesar de que tiene 44 años y su rostro es jovial, hay algo en su lenguaje corporal, en el modo de caminar, que transmite pesar, como aquel que arrastra una carga invisible.

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-¿Qué sintió cuando en junio todos los focos apuntaron a Ens Uneix?

-Las elecciones del 28-M y la absolución fueron momentos de orgullo y liberación. Vi la luz. Aquellos que nada querían contigo de repente lo querían todo. Vivimos una semana, entre el 28 de mayo y cuando se produjo el recuento definitivo del voto que ratificó el diputado provincial, decisivo para el mando de la corporación, que fue como de cambio absoluto de la actitud de determinadas personas que durante cinco años habían estado en silencio, maltratandote y que de repente llaman por teléfono y parece como que no ha pasado nada durante cinco años. Fue un momento extraño. Tener el diputado provincial nos puso en un primer plano del que hacía muchos años que habíamos salido.

-¿Tiene que ser como una catarsis, no?

-Fue un año muy complicado. Hace un año, empezamos el juicio, esos meses que nos llevaron prácticamente a noviembre, unos meses muy duros. Prácticamente después empalmamos por la campaña electoral y de repente parece como que en una semana se soluciona todo y te libras de una Espada de Damocles que tenías encima continuamente. De repente eres crucial.

-¿Dónde estaba usted el 30 de mayo cuando conoció su absolución por el caso Alquería?

-Pues con Ricard (Gallego) y Natalia (Enguix) tomando una cerveza en mi casa. De repente llama por teléfono un abogado, Manolo Mata (letrado de dos procesados y antes síndic del PSPV en Les Corts), que es quien nos avisó y nos dijo que estábamos absueltos.

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-¿Y qué?

-Es un momento de shock. Te quedas que no sabes ni qué hacer ni si era verdad, si había salido la sentencia o era uno de esos chismorreos que a lo largo de los meses habíamos ido oyendo. Llevaba dos meses pareciendo que iba a salir, que iba a ser positiva… Entonces, ya cuando Manolo nos mandó el pantallazo de la resolución, ya fuimos conscientes y comenzamos a respirar.

-Una pena que la sentencia se publicase dos días después de elecciones, y no antes.

-Si la sentencia se hubiera conocido antes de las elecciones, probablemente el resultado hubiera sido mejor. Después de cinco años de dudas, aunque siempre he contado con la confianza de una parte importantísima de Ontinyent, pero es verdad que cuanto más se alargan estos procesos, mayores dudas se generan… Bueno, probablemente si hubiera salido antes hubieran dicho que gracias a la sentencia ganamos las elecciones. Y sí, las ganamos y conseguimos el diputado provincial, y desde luego la sentencia nada tuvo que ver, porque fue posterior.

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-¿Qué aprendió?

-Siempre decía que al final no había blancos y negros, que todo era una escala de grises. Y sí, me he encontrado con gente que para nada esperaba que me diera su apoyo y que ha estado ahí, la mayoría hasta la última hora, y me ha sorprendido gente a la inversa. También he aprendido que los partidos grandes se han convertido en trituradores de personas donde sólo importa si eres rentable electoralmente. Es una cuestión simple y llanamente de rentabilidad. Si no lo eres, se te aparta y da igual. Y he aprendido sobre todo que no se puede ver a las personas como números. No puedes tratar a la gente de una manera según lo que puedas sacar de él. Hay que ser más generoso si, de verdad, crees que todo consistía en un error administrativo.

-Llegó usted a ser el portavoz del PSPV. Le señalaron como el 'hereu'. ¿Cuando en el PSPV te señalan heredero de Puig es como si te sentenciasen a muerte?

-Visto lo visto, sí, es una sentencia. Como en la famosa frase de que quien entra en el Vaticano como Papa sale como cardenal. Aquí fue aún peor. Salí con los pies por delante. Es una situación que se suele dar, es una cosa muy del PSPV. Muchas veces he pensado que, alimentado por determinados sectores del partido, hubo una intención de enemistarme con Ximo Puig. Y precisamente, si yo fui presidente de la Diputación fue gracias a Puig. Y creo que durante todo el tiempo que fui presidente actué con absoluta lealtad a él y a la institución que presidía.

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-¿Y qué pasó?

-Es algo cíclico, muy del PSPV. Creo que al final hay unas fuerzas, unas dinámicas establecidas en las que, gane quien gane, en el PSPV siempre ganan los mismos.

-¿Quiénes son los mismos de siempre?

-Yo creo que... Toda la gente... Lo que podríamos llamar la gente del Palau. Lo que antes llamaban la gente del Palau. Es el ámbito de máxima confianza de Puig, porque al final da igual Puig, que Arcadi España, que Alfred Boix o tal… Al final todo es lo mismo.

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«En el PSPV siempre ganan los mismos. La gente del Palau, de la máxima confianza de Puig, porque Arcadi España, Afred Boix... todo es lo mismo»

-Ahora el 'hereu' se supone que es Arcadi España.

-Ya, lo que pasa es que yo creo que ahí queda toda una biblia por escribir. Había un escenario que yo creo que todo el mundo daba por hecho y que no se ha dado. Se preveía un descalabro del PSOE en el ámbito nacional, lo que generaría una aceleración de todos los congresos. Y todo esto va a quedar ahora en un segundo plano.

-¿Ha hablado en algún momento con Puig?

-Sí, hablé con Puig al día siguiente de conocerse sentencia.

-Vaya.

-Sí, me llamó.

-¿Y qué le dijo?

-Me dijo que el siempre había pensado que yo era inocente, que lamentaba todo lo que había pasado, y que si yo quería que nos sentábamos en ámbito personal o en el político, pues que estaba a mi disposición.

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-¿Y entonces?

-Pues muchas gracias, porque creo que habían pasado cinco años. Es que lo que de alguna manera yo nunca entendí. Durante esos cinco años, por el Ayuntamiento de Ontinyent pasaron todos los consellers de Compromís. Todos. Y todos los de Podemos. Sin excepción. Del PSPV pasaron justitos, justitos. Siempre como con miedo, por si teníamos alguna enfermedad.

-¿Por si tenía usted algo contagioso?

-Claro, entonces, eso es muy doloroso. Porque yo vengo de militar 20 años en ese partido. Sé perfectamente que hay momentos en los que estás en la cresta y otros momentos en los que estás en el valle. Pasas de los halagos a que nadie cuente contigo. Porque te equivocas en un posicionamiento político o en una apuesta por algún candidato. Pierdes y ya está. Puedo entender hasta que era imprescindible que yo dimitiera. Cuando fui detenido sabía que mi proyección política en el PSPV había acabado, y que siguiera presidiendo la Diputación no era posible. Ni era bueno para mí ni para la institución. Pero de ahí a sentir ese abandono. Era menosprecio y hasta algo más.

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-¿Esa actitud lastró la posterior negociación para la configuración del gobierno de la Diputación?

-Claro. Ahí se confundieron varias cosas. Dieron por hecho que el diputado de Ens Uneix en el fondo era del PSPV. Y además evitaron hacer gestos reales y sinceros. Cuando todos hablábamos de pedir disculpas, obviamente no estábamos hablando de que Puig subiera hasta la ermita arrodillado. Podrían haber manifestado arrepentimiento por cómo nos trataron. Hacer una declaración de reconocimiento de que la causa judicial nos fastidió la vida, porque tuvo unas consecuencias trágicas vitales y profesionales. Nos pudieron haber ofrecido presidir la Federación Valenciana de Municipios y Provincias, como ha hecho el PP. y sabían que también les hubiéramos dicho que no, gracias, como hemos hecho con el PP. Ofrecer un primer año de presidencia de la Diputación… Había un vínculo emocional previo que había desaparecido, así que tuvimos que activar el vínculo del interés y movernos por lo que más beneficiaba a Ontinyent.

-¿Un poco por el interés te quiero, Andrés?

-Lo más cómodo para mí era evidente, irme con el PSPV y además incluso hacerlo aplaudido. Pero ni tengo voluntad de volver al PSPV ni de hacer algo que no sea lo mejor para Ontinyent. Al final optamos por tener de cara a la Diputación, pero también a la Generalitat. Era una opción bastante lógica.

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-Muy lógico no parece, viniendo de donde venían.

-Lo que no podíamos era irnos con un partido que, incluso durante la negociación nos daba muestras continuas de desprecio. A nadie se le escapaba la relación que había con Rebeca Torró, y la hacen síndica del PSPV en Les Cots. Para nosotros era importante terminar el hospital y paralizan las obras y ni siquiera nos lo explican, viendo que públicamente nos quejábamos. Nadie llama para decir por qué las obras se paralizan y qué iban a hacer para solucionarlo. Eran cosas esenciales. Como en el amor, si al principio, cuando deberíamos estar viviendo lo más bonito, era así, no sé después cómo sería.

-¿Pactar con el PP proviniendo todos ustedes del PSPV no es desprenderse de los principios ideológicos?

-Para nosotros una de las cuestiones que eran básicas era precisamente el poder sostener esos principios. En primer lugar, no entrar en un gobierno junto con Vox. Y en segundo lugar, mantener los grandes avances que la propia Diputación de Valencia desde el 2015 había venido generando, como eran en materia de igualdad y en materia de memoria democrática, que entendíamos que eran dos de las competencias que podían estar en mayor riesgo. Y por encima de todo, el interés de La Vall d'Albaida y Ontinyent, que es nuestro ámbito de competencia.

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-Ens Uneix no se va a limitar a La Vall d'Albaida.

-No, nosotros ya empezamos. Nos presentamos en municipios de fuera de la comarca, como Muro de Alcoi o Villalonga. Queremos ampliar el partido. Ens Uneix continuará creciendo en Valencia. Mucha gente no encuentra sitio en los partidos tradicionales. Somos como un paraguas donde prima el municipalismo y apostar por los intereses de tu municipio. Ya nos reunimos con la alcaldesa de Oliva. La idea es sumar y sumar para tener más peso en la Diputación y mejor trato desde la Generalitat.

-¿Y entrar en Les Corts?

-Eso queda muy lejos. Hay que intentar siempre ser sensatos y evitar ser gigantes con pies de barro. Soy mucho más partidario de un modelo de bajo hacia arriba. Consolidarte en el ámbito municipal, ganar influencia en la Diputación y luego se verá, pero es complicado. Ens Uneix ahora se conoce por todo lo que ha pasado.

-¿Son ustedes de izquierdas o de derechas?

-Digamos que de centro-izquierda. Venimos de donde venimos, pero ponemos por encima los intereses de los municipios. Hay gente que viene del PP y que también se ha integrado en Ens Uneix. En el ámbito municipal el debate político es muchísimo menor. No se legisla.

-¿Es un partido más instrumental que ideológico?

-Hay cosas que tienen un ámbito ideológico, pero asfaltar una calle, marcar unas prioridades... Hacer una apuesta seria por la política social siempre va a ser una bandera de la izquierda, aunque la derecha también puede hacer políticas sociales. Crece la desideologización, mucho más activismo que ideología.

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-Hay algunos asuntos que no son sencillos de gestionar y que sí parece que están sufriendo una división por partidos, como la violencia de género.

-Eso para nosotros era una línea roja. Por eso no podíamos gobernar con Vox, y hasta que no se replantee ese tipo de problemas y su negacionismo que es, para mí, insultante, se sitúan en un espectro de involución brutal, y por eso es muy difícil entenderse con ellos. Le pasa incluso al propio PP.

-¿Qué le parece Mompó el presidente de la Diputación de Valencia?

-Ya le conocía. Cuando el presidente era yo tuvimos relación. Es una persona sencilla, muy llana, con la que parecía muy fácil entenderse. Pero realmente la persona que ha tenido mayor relación con Mompó es Natàlia Enguix. No tengo nada que reprocharle.

 -Los socios suyos en la Diputación son socios de Vox en el Consell. ¿Los amigos de sus amigos son sus amigos?

-No. Nosotros estamos en una relación con el P que no es de amistad, que es una relación de interés político. Defendemos los intereses de la comarca y de nuestro municipio.

«Torró era mi amiga, la última que pensé que me abandonaría en el peor momento de mi vida»

-¿No tiene la sensación de que se asoma al precipicio al pactar con el PP?

-La verdad es que no. Llevo tanto tiempo viviendo al filo de la navaja que ya no sé cuándo me asomo a un precipicio. Tengo la sensación de haber sido profundamente coherente. Pongo por delante los intereses de Ontinyent antes que los míos.

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-Hablando de gente que vive al filo de la navaja. ¿Cuando ve a Bielsa, que iba para presidir la Diputación y hasta liderar el PSPV, no se ve un poco a sí mismo hace cinco años?

-No. La situación, cuando llegué a la Diputación era muy diferente.

-¿En qué sentido?

-Estábamos precisamente en la cresta de ola. Justo al contrario. Con todo de cara. Ganaba la izquierda. Mi caso no es el de Bielsa. Yo no llegué, digamos arriba, contra nadie, sino realmente de la mano de Puig, que es quien apuesta por mí. En este caso, el de Bielsa precisamente, es justo lo contrario. Había una apuesta del equipo de Puig para que Bielsa no pudiera ser presidente.

-¿Qué señales recibe usted de eso?

-Desde el nombramiento de Rebeca (Torró), la paralización del hospital sin dar explicación alguna. Intentar iniciar una campaña electoral en Albaida con la ministra Diana Morant, cuando semanas antes tenía una visita aquí programada y la había anulado cuando supo que yo iba a ir también a esa visita.

-¿Se lo comenta a Bielsa, le dice, Carlos, te la están jugando?

-Claro. Si la negociación ha sido casi casi pública. Ya expliqué, cuando se produjo la votación, que el problema no era que no tengamos confianza en Carlos Fernández Bielsa, sino en el PSPV. El problema era si en el partido iban a dejar a Bielsa hacer lo que él quería hacer. Porque todos conocemos al PSOE.

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-No se crea, cuente.

-Todos conocemos la tradición cainita que tiene el PSOE. Porque yo sabía que podía haber un presidente en la Diputación al cual sus propios compañeros en el partido estuvieran poniendo continuamente palos en las ruedas. Y para mí no tenía sentido dar el apoyo a alguien a quien su propio partido no estaba defendiendo. Al contrario. Y luego sí, claro, cuando ya no salió presidente salieron todos en tromba, pero durante la negociación le dejaron solo.

-El PP tampoco se lo puso fácil cuando apostó por Rocío Gil, que desde Ciudadanos dijo de usted de todo.

-Cierto. Nosotros respetamos la autonomía de cada partido, pero es evidente que tú trabajas mejor o peor con alguien en base a tu afinidad personal. Trabajas profesionalmente, pero está claro que si te llevas bien con el que trabajas, todo resulta más fácil y más agradable. Si no te llevas bien, todo será distinto. Rocío Gil cometió un gran error. Fue exageradisima, por decirlo finamente, a la hora de hablar sobre nosotros.

-No tienen ustedes muchos amigos, entonces.

-Era complejo, sí. Si partíamos de la idea de los agravios era imposible sentarnos con nadie. Porque claro, cuando en el PSPV nos decían, ¿pero cómo te atreves a sentarte con el que te ha pedido ocho años de cárcel? ¿Y qué hago? ¿Me siento con la que ha dicho que soy un sinvergüenza, o me siento con los que me han ignorado durante cinco años? ¿Me pongo cara a la pared?

-Optaron por el PP, al final.

-La Diputación no la queríamos gobernar cuatro años. Queríamos tener un tiempo para recobrar complicidad y confianza. Si el PSPV hubiera apoyado a Natalia Enguix, pues igual a principios del año próximo cambiaba el presidente. Después de cinco años como los que pasamos, confiar es complicado. Cuando además tú, en el caso de Bielsa, quieres ganarte la confianza pero tus propios compañeros te están boicoteando de manera continua.

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-A mí me dijeron que a una semana del pleno de la Diputación el acuerdo con Bielsa estaba hecho y que era una cuestión de pasar el tiempo.

-Sí, pero se producen todos esos gestos, agravios, justo en las vísperas.

-Puig sitúa a Torró de síndica el 5 de julio, a nueve días de la votación en la Diputación.

-Y no solo eso. En Ontinyent, el candidato del PSPV hizo lo contrario de aquello a lo que se había comprometido con nosotros. Empiezan la campaña electoral en Albaida. El hospital, parado y nadie descuelga el teléfono a dar una mínima explicación.

-Serrat cantaba 'entre estos tipos yo hay algo personal. ¿Usted lo siente igual?

-Uno no puede desprenderse de su propia piel. Somos fruto de unas experiencias y es inevitable que tú no puedas ser absolutamente objetivo. Yo soy el mismo Jorge, pero a mí me pasan cosas, y no cosas sin importancia.

-¿Se vengaron?

-Cuando yo tengo que pensar en el equipo, en los míos, la gente que cuando pasó todo mantuvo el tipo, y nos sentamos a pensar qué hacemos, lo que no podemos hacer es eliminar el plano emocional que está dentro de nosotros y que nos condiciona en lo político y en todo, como ocurre en la vida.

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-¿La política es un poco asquerosa, no?

-Las relaciones humanas son complejas, y si a esas relaciones humanas le sumas el deseo de poder lo que te sale en la coctelera suele ser complejo de gestionar.

-Torró si considera que ustedes tienen algo personal con ella. ¿Qué pasa con Torró?

-Pues es muy sencillo. No sólo era mi mano derecha. Era una amiga. La última persona que yo pensaba que me abandonaría en el peor momento de mi vida. Y resulta que una persona que había hecho carrera en política junto a mí, al final pasa a hacer carrera contra mí, directamente. No nos perdonaron que creáramos un partido propio. Pero es que estábamos convencidos de que éramos inocentes y la gente de Ontinyent también, y las dos cosas quedaron demostradas en los juzgados y en las urnas. Ella se suma a la idea de que me fuera a mi casa sin más. Pero mi futuro no lo decide nadie.

-En el PSPV da la sensación de que le tratan como un aspirante a volver y no como a alguien a quien tengan que convencer de nada.

-No sé. La verdad es que tampoco me lo he preguntado. Sí he oído que dicen que yo podría volver a militar, pero a este PSPV no podría volver.

-¿Por qué?

-No es el mío, ni este PSPV de Puig ni el PSOE de Sánchez.

-¿Ah, no?

-No, no era un club de fans.

-¿Y ahora sí?

-Ahora no sé lo que es.

-Pues algo sabrá cuando dice que no volvería.

-Porque no podría confiar en sus líderes. Estar en un partido si tengo cero confianza en los líderes me resultaría muy difícil. Y además, es que no han entendido que no ganaron las elecciones. Nunca ganaron porque para gobernar tenían que pactar. Cuando gobiernas en una coalición tienes que asumir desde el primer momento que no has ganado. Es que te han barrido. Porque sí, sacaste cuatro diputados más en Les Corts el 28-M pero no tienes números para gobernar, y nos miran a nosotros, a Ens Uneix, y dan por hecho que les apoyaríamos con un diputado que llevaban años ignorando, al que sentaron al lado de Vox en la Diputación. Éramos el enemigo y luego querían convencernos de que teníamos una obligación moral, no sé cual hacia gente que antes no tuvo ningún tipo de moralidad con nosotros.

-Y después llegó el enfado tremendo del PSPV, con el equipo de Bielsa, familiares incluidos, insultándole a usted por los pasillos de la Diputación el día de la investidura de Mompó.

-Eso creo que tiene más que ver con la mala educación que con asuntos de partidos. Estaban enfadados y bueno, fue una serie de insultos, pero lo entendí. Desde luego no actuaría nunca así y me avergonzaría además que alguien de mi equipo actuara así. Eso va con el talante de cada uno.

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