Alfonso Rus no ha perdido su esencia. Llegó al juzgado de buen humor a las 9.15 horas y bromeó acerca de que se ha echado unos kilos. Como si eso fuera lo importante ante la delicada situación que afronta. Pero así es Rus ... y no va a cambiar ahora. Su indumentaria, un pantalón estrecho y una americana algo apretada, arrojaban luz sobre ese cambio físico, por otra parte, esperado en una persona de más de 70 años. Completaba el look con un maletín, un elemento extraño en esta época de mochilas.
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Más tarde, en pleno juicio, sin pedir permiso y como si aquello fuera el despacho de la Diputación se levantó y se fue al baño. El presidente de la Sala la reprendió por esa actuación y advirtió al resto de acusados de la necesidad de seguir unas normas. «No se puede hacer lo que ha hecho este señor. Aquí quien marca las reglas es el tribunal».
La primera fila del banquillo comienza por Alfonso Rus. Su jefe de gabinete Emilio Llopis ejerce de 'barrera' con Marcos Benavent. La tensión ha sido enorme entre estos dos acusados. Rafa Rubio, el exsubdelegado del Gobierno, ocupaba una de las últimas filas. Nadie se acerca a hablar con Benavent, es como si no existiera. Pero allí está, principio y fin de Imelsa.
A la salida de la vista tras cinco horas de juicio, Rus atendió a los medios. «Qué calor tengo», comenzó. De nuevo el humor en el día más frío del año. «Estamos en las cosas previas estas, dijo en referencia a las cuestiones previas». El expresidente ha adelantado que tiene mucha ganas de hablar. «No voy a matar a nadie».
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De la causa y sobre la acusación tiene un diagnóstico claro: «Esto es un montaje político. Se hizo de maravilla para ganar al PP». Para él, la situación es muy clara «pero he tenido que estar callado». El único problema «es que he enchufado a tres personas, parece ser» como si esto «fueran los Eres de Andalucía».
Rus descarta el regreso a la política. «No vuelvo». Y podría ser esta otra de sus bromas. De Benavent no quiere saber nada. «Se lo ha cargado todo, a mi familia, a mi economía. Y ahora dice blanco y luego negro. Yo nunca he contratado a nadie», se ha reafirmado. El exgerente, según Rus, «no tiene credibilidad y es un yonki».
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El expresidente asegura que sólo se ha dedicado a trabajar y que salió de la política con menos dinero del que entró. «He aguantado siete años y aguantaré más». Este es el resumen del primer día de juicio. Sólo le faltó encenderse un puro. El asunto promete.
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