En estado crudo

La coalición econacionalista lleva diez años sin estabilizar su organización presente y sin decidir su proyecto de futuro

Burguera .

Valencia

Viernes, 28 de mayo 2021

Compromís es una coalición por cocer. Se supone que es una coalicion política. Es decir, con intencionalidad de sumar fuerzas con fines políticos. Sin embargo, se comporta esencialmente como una coalición electoral. Es un caldo sin cuerpo, con todos sus ingredientes crudos. Sus ... principales pronunciamientos públicos, sus decisiones más trascendentes, sus movimientos internos, incluso la manifiesta parálisis del proyecto en términos estatutarios y de estrategia política, nunca dejan de lado las razones electorales. Como sus principales líderes se han volcado en la gestión a través del Consell, ayuntamientos o en el Congreso de los Diputados, Compromís dejó en 2015 para más adelante cualquier debate interno en torno a su futuro. Seis años después de llegar a las instituciones, aún se pospone esa reflexión. La coalición impulsó los pronombres interrogativos en todo lo relacionado con la formación del Consell del Botánico tanto en 2015 como en 2019 («lo importante es el qué, y no el quién», «hay que avanzar en el cómo haremos las cosas en el Consell y luego ya discutiremos cuándo se cierra la negociación»); sin embargo, en Compromís, el quién no es baladí. En realidad, la coalición pivota alrededor del efecto electoral de dos de sus líderes y del trabajo de propaganda y captación de apoyos internos de aquellos que aspiran a sucederles. Los econacionalistas cuentan actualmente con dos cabezas de cartel indiscutibles (Mónica Oltra, vicepresidenta de la Generalitat, y Joan Ribó, alcalde de Valencia), una apuesta a nivel nacional (el diputado Joan Baldoví) y un silente y cada vez más poderoso aspirante a todo (Vicent Marzà, conseller de Educación). Hasta ahí el quién.

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¿Y el qué? La coalición ha dejado que se estanque el proyecto de convergencia interna. Compromís no es uno, sino múltiple, y la idea de formar un proyecto unitario está bloqueada. Es como si se hubiera colocado una gran caldera, con ingredientes de diversas calidades, unos con más sustancia y otros para acompañar. Hay huesos duros, verduras ligeras, algún cardo y hasta patatas ramplonas sin más ambición que coger el sabor del caldo. Sin embargo, el fuego tiene tan poca potencia que la olla no alcanza a hervir. No es un fuego lento, al fin y al cabo la mejor manera de hacer un buen caldo. El problema es que es un fuego fatuo, inconsistente. Así que está todo crudo.

La coalición eclosionó electoralmente en 2015 mientras a nivel interno convivían tres partidos y un grupo de afiliados independientes (gente como el diputado y excantante de La Gossa Sorda Josep Nadal, o la diputada Graciela Ferrer, o el mismísimo alcalde de Alzira, Diego Gómez, y antes del de Valencia, Joan Ribó), aquellos que pensaban que algún día todos estarían todos bajo el paraguas de unas mismas siglas. Pero no ha sido así. No ha cuajado. Los independientes se han dado de baja o buscan ahora hacer amigos en alguno de esos tres partidos: Bloc, los nacionalistas, que cuentan con la mayoría de militantes; Iniciativa del Poble Valencià, la formación que fue parte de Esquerra Unida y que lidera Oltra; y Els Verds.

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En realidad, de Els Verds queda muy poco o nada. Su presencia entre los altos cargos del Consell es nula. El que fuera su líder y secretario autonómico en la Generalitat, Julià Álvaro, fue fulminado por Oltra, con permiso de los nacionalistas del Bloc en Compromís, y del PSPV en el Consell. En 2019 volvió al Gobierno valenciano, primero como asesor y luego vinculado a una de sus entidades de vivienda, de la mano de Podemos. El sucesor de Álvaro fue el concejal del Ayuntamiento de Valencia, Giuseppe Grezzi, que posteriormente renunció a liderar el partido más minoritario en Compromís, casi testimonial, amenazado actualmente por el modo en que Iniciativa potencia su discurso medioambiental. Su histórico diputado Juan Ponce, una década en Les Corts, ya ha comentado que no tiene intención de volver a presentarse a las primarias para entrar en las próximas listas autonómicas.

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De modo que la auténtica pugna interna en Compromís, que se mueve de un modo extremadamente denso y turbio, la dirimen Bloc e Iniciativa. A pesar de que Bloc cuenta con mayor potencia orgánica, Iniciativa tiene de su lado la baza electoral. Ribó no figura en las filas del partido que lidera Oltra; no obstante, el alcalde y su entorno se mueven en la sintonía de la vicepresidenta. Oltra y Ribó son los únicos que han demostrado capacidad de captar votos al margen de los de la militancia fiel, especialmente la que se moviliza a nivel municipal, más cercana al Bloc. Precisamente, el partido nacionalista vio pospuesto su VIII Congreso, un cónclave que inicialmente parecía preparado para realzar el liderazgo de Vicent Marzà, el conseller de Educación y punta de lanza de la corriente nacionalista más joven (denominada internamente 'los moros', y en la que también se integran Àgueda Micó, sucesora de Enric Morera como coordinadora en el Bloc, y Fran Ferri, síndic de Compromís en Les Corts). En 2016, los afines a Marzà heredaron el poder orgánico de manos de los líderes históricos del partido ('los cristianos'), entonces encabezados por Enric Morera, presidente de Les Corts y entre los cuales también se cuenta a Rafael Climent, conseller de Economía. Morera, consciente de sus limitaciones electorales y de las resistencias internas (los jóvenes no apostaban por él ni para repetir en 2019 como presidente de la Cámara) mantiene un perfil institucional y su habitual talante de superviviente, ahora ofreciéndose para entrar en una lista municipal para Valencia encabezada por Ribó... en 2023. Aún queda mucho para eso. No deja de ser curioso que los dirigentes que inicialmente le intentaron disputar la hegemonía electoral a Oltra hayan acabado orbitando a su alrededor. Climent, así como uno de sus más estrechos colaboradores en la Conselleria de Economía, el subsecretario Natxo Costa, mantienen una buena relación con la vicepresidenta, que defiende la gestión de Climent en público (eso lo hace con casi todos los miembros del Consell) pero también en privado. La apuesta de ese sector 'cristiano' del Bloc es Joan Baldoví, el diputado nacional en el Congreso, con buena aceptación entre la mayoría de la militancia de la coalición y que se maneja bien en Madrid. De cara a su congreso, Baldoví y el resto de clásicos han sumado fuerzas con Micó. Entente cordiale. Enfrente se posiciona una corriente, Bloc i País, que según quien los contabilice los sitúa en torno al 10% o en algo más de un tercio. La diputada Mónica Àlvaro es una de las caras más visibles de un BiP, corriente coordinada por Vicent Fernández Capilla, que hace buenas migas con los críticos a un intento de Micó, Marzà y Morera de suavizar su acento nacionalista. Junto a la candidatura de Micó, el Congreso del Bloc ya cuenta con la lista encabezada por Àlex Ruiz, alcalde de Bellreguard, y que pretende abanderar a los que consideran que el partido mayoritario en Compromís no puede renunciar a la autodeterminación, la bandera identitaria y la conexión con su esencia política municipal.

En la última década, Oltra ha mantenido el liderazgo electoral en Compromís acompañada por un ideólogo, Pasqual Mollà, exdiputado de EU (estuvo 12 años en Les Corts), estratega de Iniciativa, y que con 64 años ha visto cómo su hija, Mireia Mollà, dirige la Conselleria de Agricultura y Medio Ambiente. Mollà, Pasqual, ha mantenido una fuerte ascendencia sobre Oltra durante años, aunque no siempre coinciden. La vicepresidenta apostaba por sumar fuerzas con Pablo Iglesias en las últimas elecciones generales y el exdiputado apostó por Íñigo Errejón, al igual que el Bloc, baza que ahora cobra fuerza con el declive pablista y el sorpasso de Más Madrid al PSOE en las elecciones madrileñas. Otra de los Mollà, Cristina, hermana de Mireia, es una de las principales asesoras de Ribó, que también cuenta entre las personas de su máxima confianza con Esther Tarín, a su vez pareja del secretario autonómico de Vicepresidencia, Iván Castañón, uno de los grandes apoyos de Mónica Oltra junto a Miquel Real, jefe de gabinete, exmarido y consulado de la vicepresidenta en todas las negociaciones botánicas.

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Coalición de estirpes y clanes, cada pocos meses brota algún tipo de desconfianza entre sus corrientes. Al margen de las escaramuzas a corto plazo, actualmente en Compromís hay un gran asunto sin resolver y que probablemente se mantendrá pendiente de solventar hasta el último minuto. Las negociaciones internas en la coalición siempre se apuran hasta el final. Y las externas, también, para desgracia del PSPV. Los socialistas ya están hartos de ese estilo numantino respecto al que los dirigentes de Compromís ironizan asegurando que lo calcan de Enrico Berlinguer, político del Partido Comunista de Italia conocido como «culo di ferro«. Sentaditos todo lo que haga falta, porque en Compromís hay un tema de difícil solución. El tiempo pasa, y Joan Ribó cuenta 73 primaveras. Llegará a las próximas elecciones municipales al borde de los 76 años. El alcalde de Valencia es el gran imán de papeletas electorales en los comicios municipales. Ribó ha cultivado perfil de alcalde, por encima de cuitas internas e impermeable a las externas. Los que sugieren que Oltra podría sustituirle anticipan mucho una jugada que aún está muy verde. En cualquier caso, es un factor determinante. Con Oltra pasa como con el alcalde: los dos son muy importantes para Compromís; sin embargo, la coalición no lo es tanto para ellos. Si Ribó se va, las posibilidades de Compromís en particular y de la izquierda en general de seguir gobernando el 'Cap i Casal' se reducirían notablemente. Bajo la sombra del alcalde no parece crecer nada. De ahí que Enric Morera, ya crecidito, haya visto la oportunidad de postularse en dirección al Ayuntamiento de Valencia. En la cabeza de la vicepresidenta, por ahora, no está la idea de empadronarse en Valencia. ¿Y si lo hiciera? Oltra lidera una estructura política que orgánicamente sostiene el Bloc. Su exsubsecretario en Igualdad y actual secretario autonómico de Hacienda, Francesc Gamero, es tan militante del partido nacionalista como fiel defensor de los pulsos que Oltra echa a los socialistas que encabeza Vicent Soler en la conselleria que custodia las arcas públicas de la Generalitat.

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La brutal influencia jerárquica de la vicepresidenta, en una autonomía donde, además, el nacionalismo no cuaja, dificulta que el sucesor de Oltra tenga un marcado color Bloc, como es el caso de Vicent Marzà, arropado por la dirección del partido nacionalista y mirado con cierta desconfianza y frialdad por la vicepresidenta, que paradójicamente en 2015 fue su valedora para que se aupase a la Conselleria de Educación. Algo similar le ha pasado con Ferri, el síndic de Compromís que ya ha anunciado que quiere dejar de serlo mientras a su lado cada vez cobra mayor protagonismo la figura de Aitana Mas, de Iniciativa, joven y próxima a la imagen que de sí mismo quiere tener Compromís, a pesar de que en los pueblos la savia nueva se mezcla con votantes veteranos.

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La coalición cuenta con una potencia electoral muy urbana, a pesar de que su estructura orgánica está controlada por líderes de municipios medios y pequeños, como siempre ha ocurrido en el Bloc. El artefacto electoral Compromís funciona moderadamente bien, pero es percibido por la ciudadanía de un modo casi antagónico a su estructura política y orgánica. En este sentido, el periplo madrileño de Baldoví le podría dar chance, un barniz menos local, más global. O quizá 'glocal'. Siempre en el caso de que Oltra mueva ficha y de ver qué decide Ribó. Hasta el último minuto, nada se sabrá en Compromís, al que le sigue faltando un hervor.

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